Por: Zaira Rosas
Netflix lo hace de nuevo, nos mueve las entrañas con la realidad, recordándonos los errores que como sociedad hemos cometido una y otra vez, lo hicimos en el pasado, lo hacemos hoy y seguiremos repitiendo este patrón de incredulidad al dolor si no aprendemos a modificar nuestros sistemas de justicia y a ser más empáticos con las víctimas.
Esto y más nos muestra unbelievable, una serie que retrata la crudeza con la que se trata a quienes sufren abuso sexual.
Aunque la serie está centrada en una investigación real que tuvo lugar en Estados Unidos, ganadora del Pulitzer en 2016, es una lección para el mundo sobre el trato que suelen recibir las víctimas, donde se les criminaliza y culpa en vez de otorgar apoyo y el debido acompañamiento psicológico.
Los casos vistos en la cruda serie parecen irreales, han despertado en espectadores enojo e impotencia, sobre todo con quienes se rehúsan a ver la realidad de los hechos e insisten en señalar como inventos o fantasías las vivencias traumáticas o los ataques, peor cuando responsabilizan a las abusadas del hecho. Esto no dista de lo ocurrido diariamente en nuestro país y sin duda en el mundo.
En días recientes una joven mexicana de nombre Osiris Méndez, compartió a través de Youtube su testimonio de abuso sexual, es sumamente detallado y relata lo difícil que es después de vivir un atentado semejante el tener que explicar ante policías los hechos, revivirlos y encima de todo tener que ser revisada una y otra vez para corroborar lo ocurrido. Después de ver dicho testimonio no pude más que recordar una experiencia personal presentando una denuncia por otro tipo de delito, mi sensación era igualmente de impotencia y terminé por detener el proceso debido a la misma incomodidad.
Hice una investigación con contactos personales respecto al mismo evento, ¿cuántas veces han denunciado? ¿cómo fue su experiencia?¿cuántas veces dejaron pasar el hecho por temor a un maltrato o incapacidad de la autoridades?, las respuestas fueron muy similares a lo que esperaba, pocas personas se sintieron bien atendidas o satisfechas con el resultado y en general abundan los señalamientos sobre la falta de sensibilidad de quienes integran los procesos o la incapacidad para solucionar los conflictos.
Sin embargo, lo más delicado llega cuando hay quienes se animan a denunciar casos de abuso físico, de violencia y acoso, pero terminan siendo culpadas y culpados de lo ocurrido. Siendo víctimas, sus historias son tachadas de fantasiosas e irreales. Lo cual no ocurre solo con autoridades sino con el entorno de manera general.
Los medios de comunicación, las instituciones e incluso seres cercanos también son responsables de lo ocurrido. Si seguimos normalizando cadenas de violencia y juzgamos los hechos desde una cultura arraigada carente de empatía vamos a continuar errando como sociedad.
Esta serie al igual que la dirigida por Ava DuVernay donde nos cuenta la historia de los 5 de Central Park, son el ejemplo de actos repetidos en los que todo sería más fácil de existir una mayor comunicación, investigaciones profundas sobre los hechos y no sólo con los agredidos, muestran las cargas de responsabilidad que tenemos todos y que erróneamente hemos depositado exclusivamente en un sistema de justicia que de forma evidente no puede con la responsabilidad que debería ser compartida.
Seamos críticos ante cada historia, pero nunca verdugos sin tener todas las piezas de un rompecabezas, lo peor para las víctimas de un abuso sexual no es el acto en sí, sino la degradación de sí que viene después cuando constantemente las hostigan, humillan y acosan después de lo ocurrido. Estos son tiempos que requieren de mayor solidaridad, respeto y empatía por los demás, en los que cada uno de nosotros podemos aportar a disminuir una realidad tan cruda como la que hemos dramatizado en las pantallas.