Sin tacto
Por Sergio González Levet
A ver: no es que sea catastrófico ni catastrofista, pero objetivamente todos podemos anticipar que se viene la peor parte de la crisis del coronavirus para México. Y no lo digo yo, lo revela la cara de espantado, de aterrorizado que tiene el Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de la Secretaría de Salud federal, doctor. Hugo López-Gatell Ramírez, en sus apariciones en la televisión nacional y en las redes sociales; apariciones que su ego tanto disfrutaba al principio.
Y si tiene ese susto en el rostro es porque sabe algo, no por nada es médico internista, maestro en Ciencias Médicas y doctor en Epidemiología. Súmele usted que el espantado doctor Hugo tiene “sólidos conocimientos y entrenamiento de alto nivel en medicina clínica y epidemiológica”, según presume su currículum en la página del Gobierno de la República.
Hemos de creerle a López-Gatell porque además las cifras de los contagiados en el país están subiendo progresivamente, geométricamente, y esta semana pasamos de las decenas de enfermos a las centenas y pronto llegaremos a los miles, que se convertirán en decenas de miles y centenas de miles (y tal vez millones), si seguimos volteando la cara hacia otro lado, negando el peligro inminente y tratando de salvar la economía en lugar de las vidas de la gente.
Pareciera que el actual Gobierno sigue una directiva similar a la del infame presidente Ernesto Zedillo, quien en la crisis del 94 optó por rescatar a los bancos –que hicieron el negocio de su vida con el Fobaproa- y no a los ciudadanos, que terminaron perdiendo su patrimonio y en casos hasta su vida.
Hoy, Andrés Manuel López Obrador esperó hasta el límite, y probablemente un poco más allá, para tomar las medidas duras, efectivas, indispensables para evitar el contagio masivo de los mexicanos. Todo con el fin de salvaguardar los indicadores de la economía nacional, tan maltratados por sus erradas decisiones políticas.
Muchos imaginamos las que habrá pasado el doctor López-Gatell para convencer a la bestia cerrera que es la voluntad presidencial, y conseguir que por fin AMLO se decidiera a pedir a los mexicanos que se queden en sus casas, que no salgan; a permitir a los empleados de Gobierno que no vayan a las oficinas, verdaderas fuentes de contagio; a prohibir actos públicos y redoblar las campañas de prevención.
Ni el doctor Hugo, ni los “técnicos, médicos y especialistas” que aconsejan la Presidente y menos esta columna somos catastrofistas. Mucho menos somos conservadores que quieren quitarle el poder al Presidente.
Llegó el momento de hacer todo lo necesario para preservar nuestras vidas. No hay de otra. A encerrarnos, a redoblarnos, a lavarnos las manos… porque viene lo peor de la pandemia, y ningún cuidado sobra.
No por nada dice T.S Eliot que abril es el mes más cruel, porque le acompaña “una insana, loca e inesperada ansia de vivir”.
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