Violencia de género y desconfinamiento: quiéreme menos y quiéreme mejor

Por Sandra Tabares, activista del Equipo por los Derechos Humanos de las Mujeres en Amnistía Internacional.

La declaración universal de los derechos humanos proclama en su artículo primero “que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos…”. El artículo segundo dice que “toda persona tiene los mismos derechos y libertades proclamados en la Declaración sin distinción alguna de raza, color, sexo…”. Y el artículo tercero establece que “todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y seguridad de su persona…”.

Pues bien, si se cumplieran estos preceptos no existiría, entre otras cosas, la violencia hacia las mujeres en cualquiera de sus formas.

Desconfinamiento y asesinatos machistas

Amnistía Internacional  21 agosto 2021.- El pasado 9 de mayo se levantó el estado de alarma declarado por el gobierno para protegernos contra la COVID-19, pero desde entonces han saltado todas las alarmas sociales e institucionales ante el aumento de la violencia de género. Desde enero y hasta el 10 de agosto, último dato estadístico registrado, han sido asesinadas 31 mujeres a manos de sus parejas o exparejas.

Cuando se desató la pandemia hace ya más de un año, organismos internacionales como ONU Mujeres, organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional, organizaciones de mujeres y el propio Gobierno de España, alertaron sobre la altísima situación de riesgo en que se encontraban las mujeres de todo el mundo por el confinamiento obligado, al tener que convivir con su maltratador y aisladas de cualquier otro entorno que pudiera ayudarlas, así como la necesidad de tomar medidas para paliar este riesgo.

Un niño sostiene una pancarta en la que se lee: ''Mujeres vivas, quiero a mi madre viva'' mientras protesta por la violencia machista contra las mujeres, en Pamplona, el 25 de noviembre de 2018.

Un niño sostiene una pancarta en la que se lee: ”Mujeres vivas, quiero a mi madre viva” mientras protesta por la violencia machista contra las mujeres, en Pamplona, el 25 de noviembre de 2018. © AP Photo/Alvaro Barrientos

¿A qué se debe el repunte?

En España, el año 2020 acabó con la menor cifra de mujeres asesinadas de los últimos años, 45, y ahora nos preguntamos, ante los alarmantes datos de las últimas semanas ¿cuáles son las razones por las que el año pasado la cifra bajara y ahora nos encontremos un repunte? ¿Hay alguna relación entre el post estado de alarma y el repunte de las víctimas?

La opinión experta de abogadas y juezas de asociaciones de mujeres del derecho es que, al decaer las restricciones, las mujeres que habían estado sometidas a un grandísimo control del agresor podían ser más autónomas, buscar ayuda, romper con el agresor… y es probable que esa emancipación de las mujeres y la pérdida de control del maltratador sobre ellas sea lo que se haya podido convertir en el detonante del asesinato.

Desde el Ministerio de Igualdad señalan que los asesinatos de las últimas semanas tienen detrás múltiples causas, pero que el confinamiento contribuyó a que disminuyera el número de asesinatos porque los agresores ejercieron la violencia con otras formas de control psicológico y físico.

Así pues, nos encontramos con una gran impunidad de los maltratadores y sus actos, aumentada por un confinamiento que les permitió tener a la mujer totalmente controlada perimetralmente y psicológicamente sometida en el hogar, lugar del que no podían salir por las medidas excepcionales tomadas para frenar los contagios.

Así me lo cuentan las mujeres del grupo de los juzgados de violencia de género. Gloria me dice que su maltratador vio cumplido su mayor deseo en tiempos de pandemia. Estaba en casa, sometida totalmente como una esclava, sin poder escapar, ni gritar, ni siquiera compartirlo. Y si contaba algo, se le restaba importancia ya que la pandemia ocupaba todo el foco informativo y social.

Tras el fin del confinamiento empezó de nuevo el trabajo y movimiento en las comisarías y en los juzgados, ya que aumentó el nerviosismo y agresividad de los maltratadores al perder el control sobre la mujer. Y esto es lo que puede estar detrás de la oleada de casos y asesinatos por violencia de género.

Una mujer asiste a una concentración con motivo del Día Internacional de la Mujer en Madrid, el viernes 8 de marzo de 2019

Una mujer asiste a una concentración con motivo del Día Internacional de la Mujer celebrado en Madrid, el 8 de marzo de 2019.© AP Photo/Bernat Armangue

¿Qué es la violencia vicaria?

Por desgracia, esta situación la hemos tenido muy presente por lo ocurrido con los tres menores asesinados en lo que va de año, ya que en los tres casos murieron a manos de sus padres. El grado más alto de maldad se plasma en la violencia vicaria, que “es aquella violencia contra la mujer que ejerce el hombre violento utilizando como objetos a los hijos e hijas, para dañarla”. El maltratador, ante situaciones de separación, y una vez que ya no puede controlar y maltratar directamente a su mujer y madre de sus hijas e hijos, lo hace por esta vía, la violencia de género más dolorosa contra la mujer en toda su extensión.

La clave para proteger a las mujeres que sufren violencia de género está en entender cómo el agresor reacciona ante determinadas situaciones para actuar activamente y poder darles seguridad y protegerlas en el momento justo, permitiéndoles salir más tempranamente de la violencia.

Una niña sostiene un cartel en el que se lee "Basta" mientras la gente se manifiesta contra la violencia machista

Una niña sostiene un cartel en el que se lee “Basta” mientras la gente se manifiesta contra la violencia machista. © REUTERS/Borja Suárez

¿Qué podemos hacer al respecto?

La pandemia de la COVID-19 muestra más intensamente el camino a seguir en la lucha contra la violencia hacia las mujeres. Contra la soledad de las víctimas, apoyo social, instituciones operantes y coordinadas, responsabilidad de toda la sociedad, desde el entorno familiar más próximo y la comunidad de vecinos hasta el centro de salud y el hospital.

La legislación es imprescindible, pero no basta. Hacen falta recursos humanos y materiales para poner en práctica las medidas legales, desde la extensión de juzgados especializados en violencia machista y la aplicación de mecanismos de protección, hasta la formación de quienes en las instituciones deben atender a las mujeres, en los ámbitos policial, judicial y sanitario. Porque hay que acabar con la re-victimización que sufren las mujeres que se atreven a denunciar y conseguir que todas crean en la ayuda institucional. Hay que habilitar recursos, económicos, habitacionales y de empleo, para que las mujeres que sufren violencia de género puedan tener autonomía y salir del círculo de la violencia, porque muchas de ellas carecen de recursos propios y dependen económicamente de su agresor.

La violencia contra las mujeres, en cualquiera de sus formas, es una vulneración de los derechos humanos y desde Amnistía Internacional seguiremos trabajando para que en España sean efectivas las medidas contenidas en la Ley y en el Pacto de Estado para acabar con la violencia de género.

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