Números Rojos.
/ Brenda Caballero/
¡No te vayas a poner la playera ahorita! ¡Llévate una chamara y te la quitas en el estadio! Fueron las recomendaciones de la primera vez que fui a ver un clásico América-Cruz Azul al Estadio Azteca. En el trayecto al estadio lo entendí: Insultos verbales de “la afición futbolera” a cualquiera del equipo contrario. El empate entre ambos equipos hicieron un final tranquilo, aunque la salida fue todo un protocolo. Habría que esperar el desalojo de los aficionados del equipo contrario en medio de un centenar de policías, algo así como 40 minutos más, después de finalizado el partido. Confieso que la tensión de mi visita al Azteca no se comparó con la de los partidos en el estadio Pirata Fuente, en Veracruz, cuando Los Tiburones Rojos jugaban en primera división.
Tal vez porque no me tocó la pelea entre las aficiones de Veracruz y Tigres, allá por 2017, o el clásico regio en 2018 donde un aficionado de Monterrey intenta atropellar con su automóvil a la afición de Tigres o todos los recuentos donde a través de los años