David Sandoval Rodríguez/
06 de diciembre 2018, Xalapa, Ver.- La violencia contra los periodistas alcanza en nuestro país a los directiva/os de medios y deja secuelas profundas, mencionaron investigadores en el Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación (CEEC) de la Universidad Veracruzana (UV), al participar en la mesa “Estrategias de control y resistencia” del Encuentro de Investigación sobre Violencias contra Periodistas.
En la mesa de noviembre, que fue moderada por Gabriela Gómez, académicos de la UV, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) expusieron resultados preliminares de sus investigaciones.
Destacaron también que en la situación actual los directivos de los medios enfrentan los mismos riesgos y amenazas que los reporteros, como son la intervención de sus comunicaciones, amenazas y vigilancia por parte de grupos del crimen organizado.
Guadalupe H. Mar, periodista y académica de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UV, presentó el trabajo “Nuevas prácticas de autocensura derivadas de la extrema violencia: la relación alterna”, que realizó en colaboración con el periodista Eduardo Barrios.
La académica reconoció que en los estudios sobre periodismo pocas veces se entrevista a los directivos o a los dueños de los medios, incluso se les margina porque se considera que están por encima de los problemas o que están fuera de peligro.
Para su investigación entrevistó a directivos de seis medios veracruzanos de las distintas regiones de la entidad, de mayo a agosto de este año.
“Los entrevistados identifican a los grupos delincuenciales con los actores políticos, la respuesta de todos ellos fue en el sentido de que los dos son uno mismo”, puntualizó.
La violencia debe ser vista como una forma de relación en la que están inmersos los grupos que son objeto de estudio como aquellos que los están presionando. “Lo que encontramos en esta investigación es que existe una construcción subjetiva de los periodistas con relación a que ellos consideran a los actores políticos y miembros del crimen organizado como un solo grupo y es éste el que está vigente en cuanto a violencia se refiere”, dijo.
El propósito de las amenazas tiene la finalidad de inhibir la producción social del sentido y ésta es la razón por la cual ocurren estas acciones de violencia, aclaró la académica.
A continuación, Rubén Arnoldo González, académico de la BUAP, presentó la ponencia “Prensa bajo amenaza: impacto individual y organización social de las agresiones contra periodistas en México”, que abarcó entrevistas a comunicadores de distintas regiones del país y evidenció las secuelas de las amenazas no sólo a los periodistas, sino también a familiares y las implicaciones que tienen para su salud.
“Los periodistas ya no saben quién los está atacando, si es el crimen organizado o las autoridades, o si están trabajando en conjunto; cualquiera ataca a los periodistas hoy en México”, subrayó el ponente.
Los miembros del crimen organizado están en todas partes y se han convertido en un actor social, ello ha generado que los periodistas pierdan su imagen de observadores neutrales, como es el caso de las redacciones infiltradas y que reciben ingresos del crimen organizado o de alguna autoridad.
Otro elemento que pone a los periodistas en riesgo son las nuevas tecnologías de la comunicación, porque “cada vez es más fácil intervenir teléfonos, hackear cuentas, páginas de Internet, generar perfiles apócrifos en redes sociales y derivado de ello los actores se han vuelto cada vez más visibles”, detalló.
Para finalizar la mesa, Yennué Zárate Valderrama, de la UAM, presentó la ponencia “El reto de reportar paz, víctimas y derechos humanos en entornos violentos”. Su caso de estudio abarca Colombia y explicó: “Creo que la experiencia colombiana, sobre todo su periodismo después de 50 años de conflicto armado, puede dar muchas enseñanzas que México puede rescatar y emular”.
Explicó la propuesta del “Periodismo de Paz” surgida en Europa por Johan Galtung para evitar que la narración de los conflictos se base en un lenguaje militar, además busca privilegiar el contexto de la información con la finalidad de comprender lo que ocurre en las zonas en conflicto y comprender de manera integral la situación.
“Lo que me gustaría explorar es cómo este periodismo de paz se podría aplicar en contextos de guerra, y es lo que analicé en Colombia para pensar cómo lo podríamos utilizar en México”, comentó.
Para su investigación entrevistó a directores de “unidades de paz” de periódicos colombianos como El Espectador de Antioquia, el primero que tuvo una sección de este tipo desde mediados de la década de los noventa.
Su objetivo es dar cuenta de las negociaciones de paz e invita a varios actores de los dos grupos en conflicto a debatir temas relevantes dentro de las páginas del periódico. “El llamado es hacia los líderes ideológicos de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) o de las Autodefensas Unidas de Colombia para que expongan en la prensa cuál es la ideología de sus integrantes y no se vaya a tergiversar por los medios”.
Ello permitió una alta especialización entre los periodistas, la academia y la sociedad civil, creando una triangulación que generó un apoyo mutuo y mejores reportes, con una perspectiva de reportar víctimas, que se convierte en el núcleo de sus reportes sobre la guerra.