*Mensaje directo .
/ Fabiola Guarneros Saavedra /
¿Se indignó cuando vio las escenas del chico golpeando al guardia de seguridad, en Puebla? ¿Sintió impotencia cuando se enteró que una mujer de 27 años mató a golpes a una menor de 17 años, en la CDMX? ¿Se pasmó cuando vio a seguidores del equipo de futbol Rayados golpear a paramédicos afuera del estadio, en Monterrey, y robar el equipo médico de una ambulancia?
¿Ya se dio cuenta de que las expresiones de violencia en nuestro país son cotidianas? Se viven con la misma frecuencia e intensidad que la que produce el crimen organizado.
Pasamos del México de la esperanza al México violento y lo peor, ¿ya nos acostumbramos?
Esta sociedad se volvió indiferente y reacciona sólo cuando la violencia la vive en primera persona o a través de un familiar, un amigo, un vecino o un conocido…
El pasado 30 de noviembre, el Club de Periodistas de México y la Fundación Antonio Sáenz de Miera entregaron el Premio Nacional de Periodismo a María Luisa Estrada, periodista de Jalisco, por la cobertura que ha hecho de los desaparecidos en esa identidad. Con su trabajo ha dado rostro a las víctimas, al dolor de las madres buscadoras y denunciado la impunidad y omisión de las autoridades.
Su testimonio me dejó una sensación de impotencia y al mismo tiempo sentí una profunda admiración por ella, pues al recoger su medalla y reconocimiento relató que el 15 de junio fue baleada junto con su hija menor.
“No es necesario que se derrame nuestra sangre para ser noticia nacional… No es necesario que nos maten para que se vea a los ‘reporteritos de provincia’. Gracias a los compañeros que no guardaron silencio ante este ataque”, dijo.
Su fuerza se quebró cuando vio vulnerable y en riesgo a su hija, juntas se protegieron y huyeron de las balas…
“Con la familia no”, dijo María Luisa Estrada y, desde la sede del Club de Periodistas de México, en el Centro Histórico, nos recordó que “no hay libertad sin prensa libre”.
No podemos acostumbrarnos a las diversas expresiones de violencia, no podemos ser indiferentes ni omisos ni guardar silencio. No basta con contar y llevar un registro de muertos, desaparecidos o víctimas de la delincuencia y el crimen. No hay Estado de derecho y la autoridad está rebasada, hay también algunos funcionarios de gobierno y policías coludidos, cómplices o corruptos, pero, ¿y nosotros, en nuestras casas, en nuestras familias, qué hacemos? ¿Cómo nos relacionamos con nuestra pareja, hijos o vecinos? Reflexionemos sobre las violencias domésticas.
¿Sabe por qué Naciones Unidas puso en marcha la campaña ÚNETE y ahora son 16 días de activismo? Para poner fin a la violencia contra las mujeres y niñas; para promover el activismo comunitario y cambiar las normas sociales dañinas y transformar masculinidades; para prevenir los embarazos adolescentes; fomentar el apoyo a las víctimas y sobrevivientes en toda su diversidad, como las madres buscadoras, las mujeres y niñas migrantes o refugiadas afectadas por el tráfico ilícito y la trata; para poner en marcha iniciativas escolares diseñadas para deconstruir estereotipos y normas de género, y contrarrestar relaciones desiguales y violentas.
En la misma ceremonia donde conocí a María Luisa Estrada fui honrada por el Club de Periodistas de México, con el Premio Nacional de Periodismo en la categoría de Artículo de Opinión por abordar justamente los temas de justicia social para niños, niñas y personas con discapacidad, especialmente por visibilizar a quienes viven con autismo, y porque desde este Mensaje Directo también damos voz y rostro a las víctimas de violencia de género y acompañamos a sus familias.
Mi gratitud a usted, querido lector, porque es con usted con quien reflexiono sobre los asuntos de nuestro país. También agradezco a don Olegario Vázquez Raña, Olegario Vázquez Aldir, Ernesto Rivera, Pascal Beltrán del Río e Ignacio Anaya por confiar en mi trabajo y abrir estos espacios de opinión.
Gracias también a la Fundación Antonio Sáenz de Miera y al jurado.