Y ahora, los topes

Sin tacto.

Por Sergio González Levet.

Ya me ocupé de los baches, que son un peligro hacia abajo, y ahora me referiré a los topes, que son un riesgo hacia arriba.
Sé que no me voy a ganar muchas simpatías con la afirmación que haré, pero considero que los topes son un gran remedio para hacer menos nociva la vialidad en ciudades como Veracruz, y en los pueblos y las carreteras.
Matizo para convencer adeptos: los topes son un gran remedio… pero los topes bien hechos, adecuados, amigables con la suspensión de los vehículos. ¿Cuáles son esos topes? Debo reconocer que en la actualidad casi ninguno.
Y no existen esos buenos topes porque a nadie se le ha ocurrido encargar un estudio a especialistas (ingenieros civiles y mecánicos, ortopedistas, oftalmólogos, arquitectos, ¡sicólogos!) que determinen las características que debe tener un tope, de lo que seguiría una norma oficial para la construcción de estos auxiliares de la vialidad.
Por el momento, los topes que pululan en todo el país son peligrosos obstáculos que afectan a las personas y los vehículos.
Un obstáculo de ésos, en forma de pared insalvable o de molestas boyas o de supuestos reductores de velocidad (llamados irónicamente vibradores) terminan por provocar daños en el silenciador de los autos, afectan el filtro de aceite y de gasolina, y le dan e la torre a cualquier suspensión, por más fuerte que sea o bien hecha que esté.
Y en las personas que viajan dentro causa problemas en el cuello, la cintura, la cadera, y hasta un desprendimiento paulatino de la retina si se pasa continuamente sobre ellos a más de 10 km/h.
Como obstáculos que hacen que se detenga el vehículo, los topes fomentan la contaminación, según explica claramente Mario Maraboto en su artículo al respecto en la revista Forbes (http://www.forbes.com.mx/nuevo-reglamento-de-transito-y-otros-obstaculos-en-el-df/).
Un tope podría ser una pendiente ligera que obligara a reducir la velocidad pero que no ocasionara tantos daños. Muy, pero muy de repente, se pueden encontrar topes que tienen una rampa de subida y una de bajada, con una altura discreta, que están pintados de amarillo y que tienen una adecuada señalización desde muchos metros antes, de modo que el conductor los advierta, quite el pie del acelerador y lo ponga en el freno.
Un tope así -tan escaso en nuestras calles, ay- es un verdadero auxiliar y su colocación en los lugares más convenientes sería la solución para los choferes y conductores (y conductoras, señoras feministas) que manejan con exceso de velocidad. Son más eficientes y más económicos que los mordelones que a tibios quisieran subir su cuota de infracciones, como lo hacen en la Avenida Cuervo. ¿O no?
Lo crucial en la movilidad, es que todos respeten los límites de velocidad (lo que nadie hace por el momento), porque con eso se evitan casi todos los accidentes mortales, ésos que quitan la vida a conductores, pasajeros, motociclistas, ciclistas y peatones, distraídos o no.
El exceso de velocidad es la causa de 30 por ciento de los accidentes mortales, comparable en cuanto causa a distractores como el uso del teléfono celular mientras se está manejando.
Un buen tope, un tope ligero y amigable, que nos hace reducir la velocidad convenientemente, evita también muchas infracciones, lo que al parecer no es del gusto de muchas autoridades con inclinación excesiva hacia la recaudación, pero ése es otro boleto… y otra historia.

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