¿Quién es quién en las noticias falsas? Tengo otros datos…
Por Verónica Malo Guzmán
Hechos, no palabras: SAN AGUSTÍN
Llevar la cuenta
55 mil afirmaciones falsas o engañosas son las que nos ha recetado Andrés Manuel López Obrador en sus mañaneras en estos casi tres años de gobierno. ¡Un promedio de 87 en cada conferencia de prensa! Ante semejante barbaridad, ¿puede llevarse la cuenta? Pues sí, hay quien lo hace.
Gracias a que Spin-Taller de comunicación política de Luis Estrada las ha contado, verificado y evidenciado, sabemos con exactitud las diferentes veces en las que el ejecutivo de la nación ha mentido contumazmente.
Mas la nueva ocurrencia de Palacio Nacional (cortesía del primer mandatario y de su estratega en comunicación, Jesús Ramírez) será presentar una vez a la semana el “Quien es quien en las noticias falsas”; sus famosos “otros datos” pues…
El primer lugar lo podemos asignar de antemano: el propio AMLO. Los “apóstoles” mañaneros, tipo Lord Molécula y el Pirata del parche lo negarán sin duda. No sé si por un acto de fe o más bien producto del milagro del dinero que aparentemente reciben por hacerla de fervientes seguidores de Palacio.
A medida que su gestión naufraga, ha ido aumentando el promedio de falsedades. De diciembre de 2018 a noviembre de 2020 había mentido cuando menos 37 mil veces en sus mañaneras, mientras que de diciembre de 2020 a mayo de este año han sido 18 mil afirmaciones falsas. Esto es, en 6 meses ha pronunciado el 50% de las mentiras que dijo los primeros 24 meses.
Cuando se le cacha infraganti en una mentira o, bien, se le confronta con datos duros, López Obrador recurre a su consabido dicho: “yo tengo otros datos”.
Si alguien le contradice o muestra los graves problemas de la 4T, revira diciendo que el mentiroso, el desleal y el que no quiere al país es quien formula el cuestionamiento. Como si señalar sus errores —que son muchos—fuese sinónimo de otra cosa que no querer lo mejor para México… Hasta en eso ha perdido la dimensión de la realidad el presidente.
Ya es patológico
No sabemos si las mentiras vertidas por López Obrador se deban a que trata de ensalzar su gobierno o, bien, porque estamos en presencia de un mitómano patológico que no se da cuenta de que barbotea engaños y embustes. Quizá a ratos una y a ratos la otra.
Como cuando dijo que en cuestión de meses tendríamos un sistema de salud como Dinamarca. O que se acabaría la corrupción tan pronto asumiera funciones. O decretar el fin del huachicol.
La farsa de decir que entregarían en diez días los informes de los fideicomisos que fueron desaparecidos o, hace más de un año ya, cuando dijo que estaba domada la pandemia.
¿Más mentiras? Decir que el país no se ha endeudado en su administración (la deuda pasó de significar el 46.8% del PIB a el 53.8%); que ha disminuido la violencia (más de 80,000 muertos en los 30 meses de lo que va de su gobierno contra casi 40,000 en el mismo periodo con Enrique Peña Nieto); que habría menos pobres, pero estos han aumentado en más de 10 millones; que hay menos corrupción, si bien caímos del lugar 117 al 121 en la lista de los países más corruptos (ánimo ya solo podemos caer 7 más y tendremos el deshonroso último lugar que es sinónimo de ser el país más corrupto del planeta).
El embuste cuando en diciembre dijo que ya se habían comprado todas las vacunas. Antes de ello, en México se “domó” la pandemia, solo para llegar a un semáforo verde que resultó una patraña de dos semanas para fines electoreros.
Las mentiras pululan. Pero quizá la peor, es decir que ya hay medicinas suficientes o que terminaría este pasado miércoles el desabasto de medicamentos oncológicos. Y es que hay mentiras que no solo son falacias; se tratan de una burla a todos los enfermos y moribundos de nuestro país.
Deformar la historia
Decir que “vamos requetebién” es vivir en una realidad alternativa. Mientras afirmar que en México estamos “felices, felices, felices” es una actitud cínica ante los cientos de miles de familias que han perdido a un ser querido, ya sea a manos del covid o del crimen. Incluyendo los feminicidios que tan solo de enero a mayo se contabilizaron en 423, aunque AMLO diga que durante la pandemia no existe eso llamado violencia intrafamiliar y que las llamadas al 911 son falsas.
Su forma de deformar la historia merece un capítulo aparte.
Decir que México tiene más de 10 mil años o que Margarita Maza se casó con Francisco I. Madero (se trató de la esposa de Benito Juárez). O establecer que fifí —que es finalmente una apreciación o sentir subjetivo— es propio de los juniors cuyo patrimonio asciende a algo así como 500 millones de dólares o más. Y la última, al espetar que la clase media permitió el fascismo de Hitler primero en Alemania y luego en toda Europa, así como que apoyó a Augusto Pinochet en Chile.
Sería pedir demasiado
Ante tantos embustes, falacias, difamaciones, embrollos, imposturas y chapucerías vertidas todos los días sin sosiego desde la palestra mañanera, la mejor defensa a la que arribaron “allá arriba”, en Presidencia, es otro engaño: el “Quien es quien en las noticias falsas”. Y lo anunciaron como quien anuncia la llegada de Jesucristo, nuestro Señor.
Mientras los líderes más respetables de otras naciones buscan la forma de enfrentar la terrible realidad que nos embarga como planeta, López Obrador se pelea en las mañaneras con los memes y los tuits de sus detractores. ¡Gran estadista!
Y ahora, además, se volverá el pelele de sí mismo para mostrar lo que él considera difamaciones y mentiras de la prensa, de la clase media y de actores sociales varios. Eso sí, las generadas por él y por miembros de la 4T no cuentan. Faltaba más.
¿Y si mejor, en lugar de todos estos bochornosos espectáculos, comienza a actuar con absoluta honestidad? No, eso sería pedir demasiado.