¿Y la clase media?

  • El Ágora

/ Octavio Campos Ortiz /

Desde que el tabasqueño reconoció que la nueva directora del INEGI -propuesta por él-, le adelantó el dato sobre la disminución de la inflación en 2023, poca confianza se puede tener sobre la autonomía del organismo demoscópico. Más ahora que asumió las funciones del desaparecido CONEVAL, quien medía el índice de pobreza y otros indicadores de desarrollo.

En días pasado se dio a conocer que 13.5 millones de mexicanos dejaron la pobreza en los últimos seis años, básicamente por mayores ingresos y se presumió que poco impactan en la mejoría los programas asistencialistas. Según el instituto encuestador fue por los incrementos al salario mínimo. Aunque los especialistas no cuestionaron la numeralia, llama la atención que quienes pueden pagar sueldos conforme a la ley son las empresas, muchas de las cuales han cerrado como lo demuestran las cifras del propio IMSS que cada mes resiente la disminución de sus derechohabientes, salvo cuando se obligó a las aplicaciones a afiliar a sus socios, pero absorbieron las cuotas con incrementos a las tarifas. ¿El estudio habrá considerado el porcentaje de personas que laboran en el comercio informal, donde no necesariamente pagan remuneraciones justas ni dan prestaciones, aunque representan el 60 por ciento de la economía nacional?

Si bien es cierto que con mayores emolumentos se incrementa el consumo interno, destaca que en el mismo periodo el 40 por ciento de la población total no tuvo acceso a la salud. Por lo que la gente que cuenta con más dinero gasta ahora en servicios médicos y medicamentos, incluso los asegurados, quienes padecen el desabasto de fármacos.

Tampoco queda muy claro qué sucede con el estrato que sufre la pobreza laboral, los que aun teniendo un empleo formal no pueden adquirir dos canastas básicas al mes. No deben ser pocos los clasemedieros que descendieron en la movilidad social y ahora engrosan esas filas. ¿Qué pasó con el sector que estudió Gabriel Careaga en su libro Mitos y fantasías de la clase media en México? Favorecida por el desarrollo estabilizador, el grueso de la población perteneció a ese segmento social, el cual tuvo acceso a los servicios privados de salud, la educación particular, vivienda propia, automóviles y grandes posibilidades de entretenimiento. Asimismo, aportó la mayor parte del PIB. Hoy representa solo el 40 por ciento de los habitantes de México; las recurrentes crisis económicas y el nulo crecimiento de los últimos seis años ocasionó el descenso social de los “aspiracionistas” clasemedieros, cuyos salarios ya no les permiten mantener el mismo nivel de vida. La fobia obsesiva del expresidente por profesionistas, directivos preparados en el extranjero -tanto que criticó a esos egresados y su hijo estudiará en Madrid-, micro y medianos empresarios logró el empobrecimiento de la población económicamente activa y los orilló a la pobreza, más por empecinamiento de acabar con ellos que por una orquestada planificación sociológica. Viva la pobreza.

La clase media se vio sin empresa y sin empleo; con la reducción de sus ingresos, renunció a los servicios privados de salud y recurrió al sistema público, donde no tiene atención ni medicación oportuna, también tuvo que cambiar a sus hijos a universidades más modestas -aunque en la educación básica se incrementó la matrícula de las escuelas privadas que absorbió parte de la deserción escolar de las públicas-, vendieron sus coches e hipotecaron sus casas, si no es que las perdieron. Poco a poco se extingue la otrora boyante clase media y se despeña hacia la pobreza.

Salvador Allende dijo en Guadalajara que “la revolución no pasa por las universidades, la hacen obreros y campesinos”, pero es tiempo de que la clase media tome conciencia y provoque un necesario cambio social. No pueden condenarse a la pobreza eterna. Solo esperemos que esos “aspiracionistas” no sean tan agachones como muchos de los grandes empresarios.