*DE FRENTE Y DE PERFIL.
/RAMÓN ZURITA SAHAGÚN/
Hasta hace poco tiempo, llenar el Zócalo era un gran acontecimiento. Pocos podían hacerlo. El partido gobernante (PRI) lo retacaba con frecuencia inusitada.
La concurrencia a la Plaza de la Constitución era requisito indispensable para los retornos de una gira exitosa o no al extranjero del que ostentara la presidencia de la República. Pretexto necesario para los llamados a la unidad, cierres de campañas y estaba vedado para los que no formaran parte de la clase gobernante.
Ninguno de ellos se atrevía al desafío del Zócalo, ante el riesgo de quedar en evidencia por la pobreza de su evento.
Arnoldo Martínez Verdugo, candidato de la izquierda mexicana, fue el primero en retar a la clase gobernante y mostrar que los opositores también podían atiborrar el Zócalo con sus seguidores.
Fue en junio 26 de 1982 que la asistencia al acto de cierre de su campaña presidencial asombró a propios y extraños.
La convocatoria y la pronta respuesta de los ciudadanos dejó en claro que el Zócalo dejó de ser zona vedada para los opositores y se convirtió en un santuario para los opositores.
43 años después muestra que el corazón de la capital del país puede ser conquistado por aquellos que tengan motivos suficientes para lanzar una convocatoria.
Ayer fueron las mujeres, antes que ellas la marea rosa, los movimientos por la paz y los que demandan seguridad también se encuentran dentro de ese círculo no tan ampliado y el partido gobernante (hoy MORENA) sigue siendo el que más jugo le saca.
Bajo el más mínimo pretexto, el partido gobernante convoca a la Plaza Pública y sus simpatizantes lo atiborran, sea por la convocatoria abierta o por las mismas artes que su antecesor, el histórico PRI, del que han abrevado.
El acarreo, el chantaje, la presión y la obligación que se le hace a los burócratas para pasar lista de asistencia, se conjuntan con aquellos que tienen el deseo de ser partícipes de un evento de esa naturaleza.
Para algunos dejó de tener el significado de antes una concurrencia numerosa en la principal plaza del país, por lo recurrente de su lleno.
Ahora fue un evento mixto, primero para mostrar la unidad en torno a la Presidenta de la República, después se modificó y fue teñido de colores que llevaron al tradicional discurso político, con una fiesta popular.
Y aunque el tema de la concurrencia más grande o menor que la anterior ya no genera tanta polémica, sigue vistiendo a la clase gobernante. Ocupar la superficie del Zócalo, lejos de aquellas polémicas que desataron el saber si la asistencia era de cien, doscientos, trescientos mil o más personas las que asistan (350 mil aseguran en la de ayer) y del contenido del discurso del político en turno, continúa reafirmando la unidad en torno a sus autoridades.
Aquí solamente queda una pregunta: ¿Qué pasará si el gobierno mexicano detiene en definitiva la imposición de aranceles por parte de Estados Unidos?
Si el frenar por menos de un mes la imposición del arancel que quiere hacer el gobierno del vecino país, desató esta efervescencia que veremos en el futuro.
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Curioso el enfoque de un lado y del otro respecto a los aranceles. La Presidenta Claudia Sheinbaum dice que es un logro de todos los mexicanos el frenar los aranceles, mientras el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump señala que la suspensión temporal es un alivio de corto plazo.
Email: ramonzurita44@hotmail.com
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