Ramón Ojeda Mestre
Quizá con menos pandemias, para las próximas elecciones, las del 2024, ya se haya tipificado el delito de acoso electoral contra el votante potencial o contra los aspirantes y candidatos o el fuero especial para los tribunales e institutos electorales o se limitará a un máximo de cinco candidatos para cada elección municipal, legislativa estatal o federal, gubernaturas o presidenciales, o tener un máximo de cinco partidos nacionales o estatales o prohibir el dispendio en la pintura de muros o fijación de los ofensivos plásticos antiecológicos, tal vez incluso se prohíba que a los mayores de 75 años se les obligue a ir hasta la urna para votar, no lo sé, ni usted tampoco que está igual de ayuno.
El próximo año 2022 y el 2023 habrá elecciones de gobernadores en Aguascalientes, Durango, Tamaulipas, Hidalgo, Oaxaca y Quintana Roo, Edomex, Coahuila, donde volveremos a ver la desesperante película que ya sufrimos este 2021, en donde casi la mitad de las entidades federativas del país elegimos “nuevo gobernador”. Otra vez se manifestará la juniorización de la política, el nepotismo, la juanitización, los mayoriteos mediáticos, la intervención extranjera, las viscosas improntas de los gobernadores salientes o de los brazos peludos o lampiños de los poderes federales. One more time, la democracia hereditaria y la billetización del cuánto tienes, cuánto vales.
Este seis de junio, por lo pronto, ya todos perdimos. Pase lo que pase. Gane quien gane en las regidurías, las sindicaturas, las presidencias municipales y sus suplentes, las diputaciones locales y federales, suplencias incluidas, gubernaturas y lo que se acumule en esta elección, pues usted y yo sabemos que se van a tener que repetir algunos procesos. No se haga.
Perdimos y ya desde ahorita lo sabemos, porque quienes están en las boletas no nos gustan en su inmensa mayoría. Nos chamaquearon. Pusieron tantos nombres de mujeres y hombres que se prestaron a la engañifa y tantos partidos, partiditos y rémoras que se amontonaron de manera mimética y vergonzosa en unas entidades y en otras no, en unas candidaturas y en otras de manera diferente.
No importa a cuál candidato le vaya a usted, cada una o cada uno, viene con una “fauna de acompañamiento” de terror. Así sea la más modesta de las indígenas o el más sano de los jóvenes, el más culto y honrado, o el más desprestigiado y lerdo, traen su “corte de los milagros” que temor diera. Peor aún, durante las campañas mostraron a la más repugnante ralea de aliados y aliadas turiferarios, cebados, tunantes y carcelarios o encarcelables. Las candidatas y candidados, trataron de ocultar al máximo sus tremendas vidas personales, sus fortunas, las fuentes de sus financiamientos freáticos o sus secretos de alcoba y de aljaba. Su pasado es su futuro.
La guerra sucia, como le llaman, fue de kínder comparada con lo que se logró que no saliera a la luz, aún así, todos se regodearon lanzándose lodos y miasmas de manera directa y valiente o por bajunas y centaveadas interpósitas personas. Fue de risa loca o de llanto silente, de pena ajena, verlos y verlas en los “debates” en donde les daban menos tiempo que el que se necesita para cocinar un huevo tibio o calentar un pedazo de pizza engordadora en el microondas, exhibieron su incultura, su falta de calidad humana, su ignorancia legal, su desconocimiento de los grandes problemas y los tiempos costos y programas para poder solucionarlos. Imposible encontrar un proyecto de programa decoroso o enriquecible en alguna entidad federativa o en las infantiles páginas de internet con la que los vivales cibernéticos los estafaron, tanto o más, que los de las encuestas “confiables” o los vende botts y compra votes. Otra vez las despensas ofensivas, otra vez las tarjetas, otra vez los electrodomésticos prometidos, otra vez la foto falsificada, otra vez el acarreo y la amenaza laboral, otra vez el corporativismo rascuache, otra vez el reeleccionismo protagónico, otra vez el plurinominalismo de pernada o cuatachil de náusea, como la que planteara Jean Paul Sartre como descenso hacia una oscuridad que se vuelve inevitable y la apatía que siente el protagonista hacia la realidad que le toca vivir.
Todavía no gana ninguno y ya perdimos todos. Quedamos lastimados, avergonzados, desprestigiados, tristes y burlados. Claro que la votación será menor que en el 18, tenemos pandemia para echarle la culpa, o a la lluvia que nos espera ese día o el miedo mismo. Los pobres partidos que ni siquiera alcanzaron a completar sus representantes de casilla andan de última hora limosneando. Los concursos de caritas felices en la propaganda electoral fueron esta vez más grotescos y evidentes porque fueron complementados con los “memes” sangrientos e irrespetuosos o denigrantes por muy ingeniosos que fueran. La elección del 2021 fue este 6 de junio la más atribulada que hemos tenido en nuestra historia desde mediados del siglo pasado.
Y digo fue, con toda conciencia, porque, aunque no podemos revelar los nombres exactos de quién “ganó” cada espacio público remunerado, para este trienio o sexenio, dentro de tres semanas, es un hecho irrefutable de que llegará a su encomienda ya derrotado de antemano porque nació de relaciones incestuosas, de matrimonios por conveniencia o de padre y madre desconocidos y entrará a los poderes legislativo y ejecutivo donde no habrá presupuesto que alcance para lo básico.
No hay dinero en las arcas señores. No hay dinero porque el país entero, todos los municipios y todos los estados, nos encontramos en un endeudamiento insostenible y en una pandemia viral, anómica y anémica. Por tanto, los que llegarán a los poderes, en menos de quince días serán también abucheados y estigmatizados por los miles y miles que esperan que esta vez si les toque algo del pastel burocrático. Grave error. Correr a un trabajador del estado o municipios ahora cuesta millones, peor aún si lo hace para meter a un hijo o a una sobrina o a la mujer o al hombre de sus preferencias.
El nepotismo se volvió pecado mortal, como el acoso, o como el do ut des o el quid pro quo que ni Trump pudo aguantar. Los equipos de los candidatos han tenido que andar pasando la charola no nada más para la gasolina o para el agua o los burritos, tacos y tortas, sino para llevar algo de alimento a sus casas pues son seis quincenas sin cobrar legalmente sueldos o recibos. Más triste aún, ningún partido va a ganar la mayoría de las posiciones por lo que todos tendrán que negociar con todos, los reintegros, las componendas, los acomodos y los huecos en las nóminas para la inclusión de compromisos ineludibles.
El malestar, que ya existe, se incrementará estas dos semanas larguísimas para estallar en la depresión del 6 en la noche y la cruda del siete. El hastío es pavorreal que se aburre de luz en la tarde, dijo el ex esposo de María Félix, pero aquí hay algo peor, todas las partes azuzaron a la crispación, a la acrimonia y a la descalificación y quien sembró vientos cosechará tempestades. No supimos o no pudimos evitarlo. Yo me siento tranquilo porque mis candidatas y candidatos van a ganar, pero usted no está así porque sabe que ya perdió. Al mal tiempo, buena cara. El montonerismo genera montonerismo.
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