21 hábitos que pueden arruinar tu cerebro sin que te des cuenta

De generación en generación, no sólo ha cambiado la tecnología. También las costumbres y rutinas que han hecho desaparecer muchos de los buenos hábitos que mantenían en forma nuestro cerebro.

Ahora, si no prestas especial atención a cosas tan básicas y necesarias como la desconexión y el disfrute por el disfrute, podrían estar arruinando tu cerebro a largo plazo, cuenta a Business Insider España, Ana Sánchez-Anegón, terapeuta, coach y CEO de El Animal Emocional.

“Hay que tener cuidado con hábitos que pueden convertirse también en objetivos, metas y / o retos inalcanzables. Más conectar con el placer y el disfrute. Tener tiempo para no hacer nada y no sentirnos culpables por ello. Esa es la forma más sana de cuidar un cerebro como el de nuestras generaciones sometido a miles de estímulos a diario”, ratifica.

Las mismas razones por las que se define a la generación millennial como la más emprendedora de la historia, y los generación Z los que más redes sociales utilizan —siendo Instagram, de la que se hablará a continuación, la favorita—.

En consonancia con la terapeuta Sánchez-Anegón, varios estudios de la Universidad de Stanford, Oxford y Bristol e investigaciones publicadas en Nature, concluyen que el bombardeo de información, las multitareas y la ausencia de “momentos para no hacer nada”, están, no sólo poniendo a prueba tu capacidad cognitiva, sino también afectándola severamente a largo plazo. Y, en algunos casos, es irreversible.

Estos son los hábitos que pueden estar arruinando tu cerebro sin que te des cuenta:

El abuso de pantallas
Hoy en día, nadie vive sin tener a mano (o en la mano) su teléfono móvil. Se ha convertido en un accesorio imprescindible. Y, con su uso y las aplicaciones del mismo, se sobreesfuerzan y ralentizan muchas funciones del cerebro sin percatarte.

“Uno de los hábitos que no nos damos cuenta que no nos sientan nada bien, es el abuso de las pantallas. Sobre todo en el tiempo que pasamos con el móvil. ¿Por qué? Porque es muy difícil tener una concentración plena si estamos abusando de la concentración de las pantallas”, señala la terapeuta y coach Sánchez-Anegón a Business Insider España.

Olvidarse de hacer actividades que te ayuden a relajarte y desconectar

Por ello, dado que la gran mayoría está siempre pendiente de su smartphone, no incluir en las rutinas actividades que nivelen tu estrés y liberen tu mente, afecta negativamente a tu capacidad de concentración y atención, según Sánchez-Anagón.

“Atención plena, lo que llaman mindfullness —como el ejercicio que hace el CEO de Microsoft— y meditación, es lo que nos ayuda también a gestionar nuestras emociones. Si no estamos entrenados en la concentración plena, y estamos pendientes de estímulos visuales, la capacidad de atención se va reduciendo e interfiere en la gestión emocional”.

“Necesitamos paz y desconectar, de vez en cuando, de las pantallas. Por ejemplo, con la lectura, unos 20 minutos sin interrupciones, porque nos ayuda a centrarnos en una única cosa; o con la meditación, porque ayuda a aliviar los picos emocionales; escuchar música sin hacer nada más —es algo que hemos perdido, totalmente, subraya— desde un aparato que tenga únicamente esta finalidad; y cocinar”, recomienda.

Hacer varias cosas a la vez
“El monotasking [en lugar del multitasking, multitareas en español], el hacer una única cosa, es muy útil para el cerebro, centrar la atención y la salud mental en general”, como se mencionaba anteriormente con la lectura.

“Cuando escuchas un podcast, por ejemplo, muchas veces tienes que retroceder 10 segundos porque estás mirando el móvil y no prestas atención a lo que están diciendo”, ejemplifica.

En lo que coincide una investigación de la Universidad de Stanford (California, Estados Unidos), que señala que las personas que “son bombardeadas” regularmente con múltiples flujos de información digital, tienen problemas más pronunciados para recordar información y prestar atención en comparación con los que hacen una sola cosa cada vez.

“A los que realizaban muchas tareas múltiples les iba cada vez peor a medida que avanzaban porque seguían viendo más letras y tenían dificultades para mantenerlas ordenadas en sus mentes”, señalan los investigadores, que presentaron a los sujetos un ejercicio de recuerdo de secuencias de letras alfabéticas.

Ver demasiados realities

“Los reality shows son comida basura para nuestro cerebro”, subraya a BestLife la psiquiatra Marcia Sirota —una actividad que, además, suele prestarse mucho al multitasking—.

“De la misma manera que la comida basura pudre nuestros dientes y nos enferma, los reality shows malos pudren nuestro cerebro y nos vuelven groseros”, sostiene la doctora.

Escuchar música a todo volumen con los auriculares

“La pérdida de la audición se asocia de forma independiente con la demencia incidente por todas las causas”, inician sus conclusiones los autores del estudio realizado por la famosa Universidad de Johns Hopkins, que se ha volcado en el seguimiento de la pandemia de COVID-19.

Y no es la primera vez que se asocia perder el sentido auditivo con la demencia. Otros estudios publicados en JAMA corroboraron que se relaciona tanto con la demencia, como con el deterioro de la función cognitiva.

Además de los repetitivos ruidos que soporta el oído humano en su día a día, más si vives en la ciudad —como las construcciones, bocinas de coches, o música en locales de ocio— los expertos lo atribuyen también al exagerado volumen de los auriculares, que suele sustituir a los ruidos del entorno, y pueden estar haciendo el mismo o más daño al cerebro.

Hacer siempre cosas

“Estamos acostumbrados a pensar: “si no estoy haciendo, no estoy siendo”. Parece que nuestro valor está asociado a las cosas que hacemos, muchas cosas y muy interesantes”, puntualiza la terapeuta Sánchez-Anegón.

Esto, explica, sucede sobre todo con la generación millennial —la más emprendedora— y la generación Z, a las que han educado en una sociedad súperproductiva.

“Redes sociales como Instagram ha subrayado mucho esta creencia. Es un arma de doble filo. Tienes que estar haciendo muchas cosas y compartiendo todo lo que haces para demostrar quién eres. Y parece que anima mucho a la competición y a la rivalidad. Entonces, acostumbrados a esta creencia, el cerebro te boicotea un poco cuando estás sin hacer nada”, relata.

“Sientes culpa cuando estás sin hacer nada. Nos han enseñado que hay que ser productivos, y cuando no estás siendo productivo te sientes muy culpable. A estas generaciones hay que enseñarles que tienen que revelarse contra ese exceso de productividad. Deben creer en la idea de que “son” aunque no estén “haciendo nada””, insiste.

Trabajar cuando estás enfermo

Esto no sólo lo hacen los adictos al trabajo, comúnmente conocidos como workaholic, también es usual ignorar por la mayoría de la población el dolor corporal, la congestión, o las afecciones en la cabeza.

Bien. Pues está haciendo que no puedas ni curarte ni trabajar eficientemente.

Esto hace que se reduzca la eficiencia del cerebro y puede ralentizar la recuperación, dado que toda tu energía intenta dividirse entre completar con éxito tus tareas y reforzar tu sistema inmunológico. Y puede que no estés consiguiendo ninguna de las 2.

Vivir en un constante jet lag

Viajar es una de las experiencias más enriquecedoras de la vida. De hecho, es posible que renunciar a viajar te esté afectando emocionalmente.

Pero estar en un contante jet lag podría no dejarte disfrutar de ello a largo plazo, pues los expertos que lo han estudiado recalcan que “recuperarse” del daño que produce, es realmente difícil.

Los hallazgos de la Universidad de Bristol, Inglaterra, subrayan que la memoria objetiva a corto plazo y la cognición abstracta de viajeros constantes —sobre todo cuánta más diferencia horaria haya— se ven severamente afectadas debido a una “atrofia del lóbulo temporal y déficits cognitivos espaciales”.

Si no has reflexionado sobre ello, es el momento.

Intenta recordar unos años atrás cuando te sabías, como mínimo, el número de tu mejor amiga y / o familiares de memoria, sus cumpleaños —y dirás: “Gracias, Facebook”— y las fechas de los viajes pasados.

Al no acordarte de datos como estos, las tienes a una única búsqueda de Google y eso te relaja. Pero también hace que pierdas la capacidad de memorizar detalles como las fechas o los cumpleaños.

Una investigación publicada en Science evidenció que los estudiantes universitarios no se molestaban por memorizar determinadas informaciones que sabían que podían buscar luego. Y, así, durante años y años de formación y de generación en generación.

Atribuir todo el descanso al sueño

“El descanso no tiene siempre que atribuirse al sueño, sino también al descanso mental. En este caso, es el no hacer. Debes tener momentos del día en el que no hagas nada y no te sientas mal con ello. Has de romper con la idea de tener que estar haciendo algo siempre”, recalca la terapeuta y coach Ana Sánchez-Anegón.

“Evidentemente, las horas de sueño son muy importantes, así como salir a tomar aire es muy importante”, aclara.

De hecho, no dormir puede reducir el tamaño de tu cerebro, además de retrasar los tiempos de reacción, los niveles de glucosa —de lo que se alimenta— y afectarte físicamente con bajos o alterados estados de ánimo, dolores de cabeza y desequilibrios hormonales, destacan los expertos en Neurology.

Dormir con la cabeza tapada

Dormir con la cabeza cubierta aumenta la concentración de dióxido de carbono y disminuye la concentración de oxígeno, lo que puede provocar efectos dañinos para el cerebro, según los expertos de Medicover Hospitals.

No socializar

“Socializar es una de las cosas más importantes: el poder tener una comunidad y a gente de confianza a tu alrededor. Ahora, con la pandemia, está siendo muy difícil socializar pero es algo que tenemos que buscar sí o sí, aunque no sea físicamente”.

Dada esta situación, algunas investigaciones se han volcado en su relevancia y las patologías emocionales que estaban presentando los individuos en medio de la pandemia.

Una de ellas, llevada a cabo por la Escuela de Medicina de Harvard, cree que socializar es la clave para evitar la aparición de la depresión.

“De lejos, el más prominente de estos factores fue la frecuencia de confiar en los demás, pero también las visitas a familiares y amigos, lo que resalta el importante efecto protector de la conexión social y la cohesión social”, concluye el autor principal del estudio Jordon Smoller, profesor de psiquiatría en la Escuela de Medicina de Harvard.

“Sobre todo para romper un poco las rutinas, hablar, compartir experiencias o aficiones en común”, recomienda la CEO de El Animal Emocional.

Pero, ojo, porque esto último también puede ser negativo:

Convertir las aficiones en retos

“Cuidado con las aficiones, porque se pueden convertir en una especie de obsesión de producción. En querer hacerlo perfecto…”, recuerda Sánchez-Anegón.

No comer bien, pero también obsesionarte con comer bien

“Lo puedo resumir en que la alimentación y el ejercicio son muy importantes, porque lo son. Pero estos están llevando a muchas personas a obsesionarse con la alimentación sana y el exceso de ejercicio. Debes tener en cuenta que vives en un sistema en el que la exigencia y la perfección son las cadenas, por así decirlo. Entramos de lleno en esta creencia y creemos que nuestra vida es una lista de to do”, contextualiza la psicóloga.

“Es decir, una serie de tareas que tenemos que completar. Y nos estamos olvidando del disfrute por el disfrute. Si quiero comer sano, entonces me convierto en una especie de experta en la comida sana y me olvido del disfrute. Convertimos hábitos saludables en obsesiones o filosofías de vida muy estrictas. Lo importante es recordar el disfrute, además de la alimentación saludable”, recuerda.

O con hacer ejercicio

“Parece que no podemos limitarnos a hacer un poco de ejercicio, o hacemos todo o no hacemos nada. Y esto es fruto del empuje a la perfección”, sostiene, comentando que esto lleva a la culpa y la presión.

Por ende, una de las cosas más importantes, dentro de la vida de una persona que hace ejercicio rutinariamente, es que se salte hacer ejercicio en ocasiones.

“Tienen que saber que si un día están cansados, no tienen por qué hacer ejercicio. Hay que quitarse obligaciones de encima”.

No desayunar

“Las personas que no desayunan van a tener un nivel de azúcar en sangre más bajo. Esto conduce a un suministro insuficiente de nutrientes al cerebro que causa degeneración cerebral”, señalan los expertos de Medicover Hospitals.

Asimismo, un estudio japonés con más de 80.000 personas, demostró que aquellos que se saltaban lo que llaman la comida más importante del día, tenían más probabilidades de sufrir derrames cerebrales y presión arterial alta.

Ingerir azúcar en exceso

El consumo de azúcar está relacionado, más allá de la obesidad, el síndrome metabólico o la diabetes de tipo 2, con factores de riesgo de deterioro cognitivo, debido a que interfiere en la absorción de nutrientes que necesita el cerebro para trabajar eficientemente.

Esto fue analizado pormenorizadamente en un estudio que incluyó a 737 participantes sin diabetes de entre 45 y 75 años, divulgado por British Journal of Nutrition (Revista británica de nutrición, en su traducción al castellano).

“Una mayor ingesta de azúcar parece estar asociada con una función cognitiva más baja”, puntualizan los investigadores.

Beber poca agua

Beber agua tiene efectos a largo y corto plazo en tu cerebro, según un estudio divulgado por Frontiers, donde los participantes que se hidrataron antes de las pruebas cognitivas, reaccionaron más rápido que los que no bebieron agua antes.

Además, has de saber que tu cerebro es un 73% agua, y esta funciona como un amortiguador que mejora la concentración y la cognición, recoge Journal of Biological Chemestry.

Ignorar qué te dice tu cuerpo

“Es muy difícil. Quererte y conocerte a ti mismo es muy fácil decirlo, pero es un proceso muy largo y muy difícil. Tienes muchos obstáculos y creencias limitantes”, reconoce la terapeuta.

No obstante, hay olores corporales que no debes ignorar si aparecen o cambian, así como signos silenciosos que indican problemas.

Fumar
Es un clásico, pero no menos importante.

No es sólo dañino para tus pulmones, sino que también pone a prueba a tu cerebro y, apuntan los expertos de Medicover Hospitals, provoca múltiples contracciones cerebrales y puede conducir al Alzheimer.

Beber alcohol en exceso

Una cantidad moderada de vino tinto al día puede ayudarte a combatir enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, pero no el consumo de alcohol hasta emborracharte.

El mismo análisis divulgado por Nature, revela que el vino puede aumentar la presencia de un marcador molecular que regula el sistema glifático y hace que el cerebro elimine desechos como las proteínas relacionadas con el Alzheimer. Pero, a su vez, destaca que el exceso del mismo contribuye al riesgo de demencia detectado en “bebedores empedernidos”.

De hecho, otra indagación de la Universidad de Oxford y la University College de Londres, con más de 500 adultos, los que bebían entre 15 y 20 bebidas alcohólicas a la semana, tenían 3 veces más probabilidades de sufrir atrofia del hipocampo, recoge BestLife.