Erika Rivadeneyra Solano
A veces el estrés de la vida diaria hace que perdamos los estribos, pero puede tener repercusiones más graves de lo que podría parecer.
Un estudio de la Universidad de Michigan, publicado en las revistas Early Childhood Research Quarterly e Infant and Child Development encontró que hay una relación muy fuerte entre el estado de ánimo de los papás y el desarrollo de los niños.
Los niños pueden resultar afectados de forma negativa: “El enojo relacionado con la crianza, por parte del papá, produce un daño en las capacidades cognitivas y de lenguaje de los niños entre los dos a tres años de edad», describe la investigación, que se realizó en 730 familias que participaron.
Además de problemas cognitivos, el mal humor del padre afecta más a los hijos varones que a las mujeres, y en algunos casos puede ocasionar depresión en los niños.
Aunque esta conducta es más común en los hombres, resulta igual de perjudicial si la realizan las madres, peor aún si aparece en ambos.
La mayor etapa de vulnerabilidad de los niños frente a esta clase de conductas va de los 0 a los 3 años, claro que si son mayores también pueden verse afectados.
¿Cómo se traduce el mal humor de los padres?
En la mayoría de las ocasiones se manifiesta como un sentimiento de culpa en los hijos, y es posible que se sientan responsables por la falta de control emocional de sus padres. También desarrollan problemas de inseguridad, angustia y estrés, lo que afecta la evolución cognitiva, emocional y lingüística, así como las habilidades para socializar.
Mal humor como epidemia
La ansiedad no facilita el aprendizaje, así que la atención del niño suele ser dispersa. Esta especie de “exceso” de emociones impide enfocar la energía psicológica en otros aspectos y quien padece de ansiedad se vuelve inestable frente a las responsabilidades.
Además de las exigencias académicas, el niño tiene que lidiar con la tensión del mal humor que genera el papá, lo que impone una demanda más.
Por un lado, el niño entra en conflicto de culpa y confusión originado por el mal humor paterno, por otro, siente la necesidad de responder a sus obligaciones. Si para los adultos es difícil, para un pequeño lo es más, y es probable que termine sin poder controlar sus emociones.
Un padre que se involucra de manera positiva en la educación de sus hijos crea las condiciones para que ellos desarrollen su autoestima, que se traduce en mejores habilidades sociales y resultados académicos.
Algunas recomendaciones
Toma en cuenta estos consejos para mejorar el ambiente en tu hogar:
- Pon atención a cualquier signo que desestabilice tu ánimo, como el estrés, la asniedad, el enojo, la angustia. Ponte límites y ve mejorando el autocontrol. Actúa a tiempo y no dejes que escalen los conflictos, así no habrá nada que lamentar después.
- Busca a un profesional, psicólogo, terapeuta, psiquiatra, con el que te sientas mejor. Ellos te darán consejos para controlar tu estado de ánimo.
- Fortalece tu relación de pareja, comunica cómo te sientes, no lo que piensas. Habla sobre tus emociones, lo que te gusta, lo que te molesta, lleguen a un acuerdo sobre los cambios que pueden llegar a hacer.
- Las responsabilidades del trabajo y de la familia no son lo único. Hazte un espacio y date un tiempo para ti; realiza actividades que disfrutes. Descansa y aprende a liberar tu mente de presiones.
- Ofrece tiempo de calidad. Todos los padres tratamos de que nuestros hijos sean felices. Acércate a ellos, comunícate, pregúntales cómo se sienten, qué les gusta… conócelos.
- Discúlpate si te rebasó la situación. Pedir disculpas es un comportamiento muy positivo con el que le enseñarás más de lo que crees. Coméntales que quien lo haga debe disculparse y procurar no repetirlo. ¡Corta ese ciclo!