Por Yamiri Rodríguez Madrid
Año con año, desafortunadamente, nuestras tradiciones son desplazadas por costumbres foráneas. Cada vez, por ejemplo, se ven menos nacimientos en las casas, pero si hay una competencia por quién coloca más series navideñas en su fachada, como escena de película navideña de Hollywood.
En los mercados ya casi no hay vendedores de las figuras de yeso con las que se recreaban los pasajes bíblicos, en su lugar se venden muñecos de nieve, siluetas de Santa Claus, bastones navideños. Y en la mayoría de las plazas públicas de los 212 ayuntamientos veracruzanos, las autoridades municipales prefieren colocar monumentales pinos, que los pesebres.
Xico y Orizaba, por ejemplo, han invertido varios miles de pesos en sus sendas navideñas, con llenos totales de ciudadanos, pero los nacimientos están confinados. Es mucho más atractivo para los visitantes retratarse junto a un montón de luces, que junto a una monumental recreación del nacimiento de Jesús.
No solo es el tema de la crisis económica y lo costoso que resulta para las familias poner un nacimiento en su casa, también ha influido la falta de promoción por el orgullo de nuestras tradiciones.
No estaría mal que los ayuntamientos comenzaran por ponerlos dentro de sus recintos, hacer concursos, dar talleres infantiles y juveniles sobre la rama, la cual, también, se ha ido diluyendo y hoy, en los pocos lugares donde aún salen a cantarla, se ha deformado tanto que ya hasta El Chavo del Ocho sale a relucir en los cánticos.
Si de algo se puede jactar Veracruz es de su riqueza histórica y cultural y, aunque el Instituto Veracruzano de la Cultura (IVEC) está haciendo un esfuerzo para preservar la rama, se necesita la suma de los ayuntamientos y, por supuesto, de la ciudadanía.
No sólo es por la pandemia, hace años que esto inició; aún estamos a tiempo de recuperar nuestras bellas tradiciones.
@YamiriRodríguez