Bienvenido paisano

Por Yamiri Rodríguez Madrid

La semana pasada, en un vuelo proveniente de la Ciudad de México con destino al Puerto de Veracruz, varios migrantes viajaban emocionados porque, en unas horas más, por fin verían los rostros de sus seres queridos, después de tantos años sin abrazarlos.

Junto a mi viajaba Leo, un hombre de menos de 40 años, originario de la comunidad El Águila, en el sureño municipio de Playa Vicente. Es la primera vez, en 18 años, que pasará la Navidad con su madre, una mujer ya de 82 años.

Leo vive ahora en un pequeño poblado de Carolina del Norte, muy cerca de Raleigh, la capital. Ahí es jardinero, paisajista. Después de muchos años de pasar por diversos oficios, como el de la construcción en Florida, decidió echar raíces en una tierra donde se cultivan tabaco, pepinos, manzanas, pimientos y hasta árboles de Navidad. Hoy no solo tiene su propia pequeña compañía, sino que se casó con una dominicana y tienen una niña de nueve años.

Sin embargo, en esta ocasión, viajó solo. Su madre, su familia en Playa Vicente, no las conocen. No pudieron acompañarlo no solo por el costo (Raleigh-Atlanta-Ciudad de México-Veracruz y un taxi que cobra 2, 500 pesos por llevarlo hasta su comunidad), sino porque una prima de su esposa murió y tuvo que llevar el cuerpo hasta la isla, ausentándose de sus dos trabajos, por la emergencia familiar.

Este veracruzano, con un dejo de nostalgia, contó que ya padeció el Covid19, pero la enfermedad se llevó a muchos de sus compañeros, principalmente a los más grandes, la mayoría de ellos originarios de Oaxaca, Guerrero y, por supuesto, Veracruz. Reflexionó también en el futuro que les depara. Donald Trump, dijo, sembraba el odio, la discriminación al migrante, pero no los perseguía, mientras pagaran sus impuestos, podían trabajar sin problema. Con Barack Obama las redadas eran una constante, por lo que Joe Biden es una interrogante.

A unas horas de la tierra que lo vio nacer, piensa en todo lo que hará en el mes que estará en su comunidad junto al río, en los tamales, la comida y, sobre todo, en los brazos amorosos que anhelan abrazarlo luego de 18 años. La historia de millones de migrantes.

@YamiriRodriguez