Sin tacto.
Por Sergio González Levet
Alfredo Espinosa era tan buen fotógrafo y tan buen ser humano que todas las personas salían guapas en las fotos que tomaba.
Decente, profesional, amable, risueño, era un amigo al que siempre daba gusto ver.
Por eso y por tanto afecto nos dolió tan en el alma la noticia de que falleció ayer, un lunes negro para la prensa veracruzana que se suma a tantos días en que estamos padeciendo que se vayan colegas buenos, como Leopoldo Rivera apenas el domingo y a todos los que ha cobrado el maldito bicho que nos volteó el mundo de cabeza y se está llevando a amistades verdaderas, a periodistas reales, a reporteras y reporteros que han tenido que entrarle al arriesgue de la vida para poder llevar un mendrugo a sus casas y a sus familias… para sobrevivir como tales.
Alfredo trabajó muchos, muchos, muchos años en la Coordinación de Comunicación Social del Gobierno del Estado, donde había empezado allá por 1974, a las órdenes del gobernador Rafael Hernández Ochoa, y de ahí fotografió diariamente a otros seis mandatarios veracruzanos: Agustín Acosta Lagunes, don Fernando Gutiérrez Barrios, Dante Delgado Rannauro, Patricio Chirinos Calero, Miguel Alemán Velasco y Fidel Herrera Beltrán.
Un día, nuestro amigo vio que ya llevaba más de treinta años trabajando todos los días y decidió que ya era tiempo de la jubilación, pero nuestros programas de protección social son tan vanos que tuvo que seguir trabajando por su cuenta para completar la exigua e injusta quincena que recibía, como premio desairado para su carrera de empleado leal y honesto.
Alfredo Espinosa fue fundador del Grupo de los Diez, una reunión de amigos periodistas que desde hace casi ocho años nos reunimos a comer periódicamente con políticos, con funcionarios, con personajes púbicos, para hacer con ellos lo que mejor sabemos hacer: peguntarles sobre su desempeño, sobre sus actividades, con el fin de desentrañar lo claro y lo oculto que hacen, y cómo lo hacen.
Y Alfredo fue el más fiel, pues durante esas más de 300 comidas estuvo con su cámara en ristre y tomó las gráficas para la historia que todos aprovechábamos para publicar en nuestros medios, en nuestras tribunas.
Hace dos comidas Alfredo ya no llegó. Poco después nos enteramos por su esposa y sus hijos (nuestra más sentida condolencia en esta hora de dolor) que había contraído la maldita Covid-19 y que estaba dando una gran batalla para imponerse sobre el mal del siglo.
Y casi lo logró el buen Alfredo, porque era todo un guerrero, pro finalmente el virus pudo vencer a un organismo que se había minado en la lucha.
Hoy lloramos a Alfredo Espinosa, y recordaremos siempre al cumplido profesional de la lente, al colega, al amigo.
Descansa en paz.
sglevet@gmail.com