¡Hola, candidatos! ¡Adiós, superdelegados!

TRES EN RAYA.
Verónica Malo Guzmán.  
Centrémonos, por lo pronto, en la figura de los superdelegados, creada hace dos años por Morena. El ejecutivo federal los puso en los estados para dinamitar la gestión de las gubernaturas de oposición
López Obrador es un político de la vieja guardia. De esos que no entienden la política como el arte de conciliar, sino tan solo de acaparar todo el poder y con ello ir en busca de más poder. Uno sin cortapisas, contrapesos y que no requiera cumplir normatividades o formalidades aplicables a los demás actores. Ejemplos de ello hay muchos; no vale la pena enumerarlos.
Centrémonos, por lo pronto, en la figura de los superdelegados, creada hace dos años por Morena. El ejecutivo federal los puso en los estados para dinamitar la gestión de las gubernaturas de oposición. No sorprende, entonces, cómo en las entidades que ya han pasado a estar encabezadas por la 4T, esta figura se ha desdibujado y pasa desapercibida.
En cambio, en los estados donde el PRI, PAN, PRD o MC gobierna, estos emisarios se volvieron una mezcla de cacique y virrey respaldados por el titular del ejecutivo federal, detentando el poder adquisitivo de la región a través de programas de corte clientelar. Y no, no digo que antes no existiera esa deformación; lo único es que durante la presente administración los programas han perdido su fin social y tienen como único objetivo la compra de adeptos de corte electoral.
Será curioso ver, también, que en este recién estrenado 2021, en estados donde Morena ya no será oposición sino gobierno, como Guerrero donde resultará victorioso Salgado Macedonio, los superdelegados del gobierno central serán diluidos y no buscarán entorpecer las gestiones locales de la Cuarta Transformación. ¿O ven ustedes a Pablo Amílcar Sandoval de delegado federal en dicho costeño estado una vez que esté comandado por Macedonio? No, yo tampoco.
Eso no ocurrirá y podemos apostarlo, pues ello solo sucedía para dificultar las gubernaturas de los contrarios a Morena. De hecho, en los estados donde no habrá elecciones en el 2021 y la oposición continuará gobernando, los superdelegados seguirán dinamitando la administración.
Otra cuestión que también se verá de inmediato es que los desplazados de Morena, es decir los que no obtuvieron las candidaturas a gobernador, recibirán jugosos premios de consolación.
Todo para evitar que los conflictos post definición de candidaturas despedacen a Regeneración Nacional. Y es que si bien fueron ocho los superdelegados que buscaron contender por Morena en sus estados en estas elecciones locales que ocurrirán en seis meses, “solo” lo lograron: Lorena Cuellar por Tlaxcala, Indira Vizcaíno por Colima y Juan Carlos Loera por Chihuahua. Por San Luis Potosí, la candidatura de Morena aún no se define, por lo que también podría ser el caso.
Ahora bien, la verdad es que más allá del berrinche montado en redes sociales por John Ackerman, dado que su cuñadito no quedó como candidato a gobernador en Guerrero, hablar de un quiebre en la 4T me parece una exageración.
Supongo que Sandoval ha pasado a representar al gobierno de López Obrador y así será independientemente de dónde lo terminen colocando. Más cuando hay poder acumulado y es notoria la importancia de su hermana en la 4T.
Así que Amílcar no sufrirá el ostracismo de Morena; al revés, será premiado con algo mayor. Lo cual será metafórico, ya que después de ser el gobernante sin título de Guerrero, cualquier otro puesto significará una completa subordinación al poder central.
Por si a alguien le restaba alguna duda, con lo sucedido con los superdelegados se evidenció una vez más que las acciones de la administración comandada por el presidente López Obrador no se suscitan con el ánimo de ahorrar dinero como fue anunciado en un principio. Se dan muchas veces para consolidar el poder de Morena en los territorios o funciones que no controla.
Probablemente seguirá existiendo esta figura, pero más como ornamento o para crear futuras candidaturas, pero sin que lastimen la gestión de los gobernadores morenistas.
Y muy posiblemente la nueva realidad de los mismos ayude a volver a la institucionalidad conocida. En pocas palabras, ante la probabilidad de nuevas entidades pintadas de guinda, solo se dirá cada vez más frecuentemente: ¡Adiós, superdelegados!
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