/ Por: Zaira Rosas /
Las niñas y niños deberían ser siempre nuestra mayor prioridad, porque en ellos depositamos nuestro futuro. La niñez es sinónimo de esperanza, si queremos una sociedad próspera, llena de paz, con proyectos y sueños, debemos depositar lo mismo en nuestras niñas y niños. Desde la niñez es dónde gestamos a los adultos del mañana y los adultos a los que nos enfrentamos hoy con frustraciones, miedos, violencia y otros elementos que preocupan en una sociedad, son el resultado de infancias infelices.
Considerando lo anterior hay dos temas que ilustran el papel que estamos dando a la infancia. El primero sumamente alarmante es la aparición de un bebé en un depósito de basura del penal de San Miguel en Puebla. ¡Sí un bebé en la basura de un penal!. Tras el suceso surgieron varias interrogantes, las más obvias fueron planteadas por Saskia Niño de Rivera, de Reinserta, quien a través de sus redes cuestionaba a las autoridades sobre este hecho, ¿cómo es que un bebé entra y nadie se percata de que no sale?, si el bebé fue “sembrado” ¿con qué seguridad cuenta el penal?
El bebé tenía una incisión abdominal, fue sustraído de un panteón y se cree que fue utilizado para pasar drogas. Actualmente la fiscalía ya tiene identificada a la persona que desechó el cuerpo del bebé, sin embargo, más explicaciones son necesarias y es urgente que la sociedad se sume a este llamado. No por tratarse del cadáver de un niño deja de tener derechos, y resulta aberrante que una historia de terror como ésta pase a ser una más de tantas estadísticas en las que gana la impunidad y no se aprende de lo sucedido.
México es uno de los países con más violencia infantil, desgraciadamente el 90% de las violaciones a niños y niñas se dan en el entorno familiar, en la edad de mayor inocencia también se vuelven blanco perfecto de depredadores que les utilizan para todo tipo de actos delictivos, les maltratan, abusan de ellos e incluso les explotan a través de pornografía infantil.
En medio de un panorama como ese resulta admirable que la esposa de un gobernador torne toda su atención hacia la niñez, así lo hizo Mariana Rodríguez, quien también es influencer y tiene cuentas con más de dos millones de seguidores que ven de cerca todo su trabajo con las niñas y niños de Nuevo León. A través de sus redes Mariana compartió un fin de semana con un niño del DIF Estatal, al cual se llevó a su casa y durante toda la estancia del infante lo expuso mediáticamente.
Por esta acción Mariana fue criticada a nivel internacional, distintas asociaciones le contactaron e incluso reclaman por “adoptar durante un fin de semana a un niño”, alegando que los derechos del menor fueron atacados.
A lo anterior Mariana responde que el menor pasó un fin de semana en un ambiente libre de violencia, habla del proceso necesario e incluso de términos que se emplean incorrectamente en medios de comunicación. Incluso alude al artículo 27 de la ley de protección de niños, niñas y adolescentes.
Respecto a la exposición mediática que sufrió el menor Mariana comenta que no fue para hacerle un daño y tacha de hipócritas a las organizaciones que buscan donaciones con imágenes de menores y ahora la señalan como oportunista por compartir historias de un fin de semana. Podríamos debatir con múltiples argumentos distintos puntos, pero la realidad es la siguiente:
La influencer ha visibilizado una realidad que nuestra sociedad se empeña en ignorar hipócritamente, miles de niños abandonados por sus familias, otros que han sido rescatados de entornos de violencia, buscando que al crecer no repliquen los mismos. Mariana ha cometido el error de exponer a un menor públicamente, pero este error no es tal si al final beneficia a su vida y desarrollo.
Después de la exposición mediática han aumentado las donaciones al DIF, el interés de muchas familias en ser un lugar seguro para los infantes que buscan un nuevo hogar, sí es necesario mantener los ojos en un cuidado adecuado de nuestras infancias, pero para ser congruentes con el cuidado de los derechos deberíamos dar la misma atención al maltrato, a la pornografía infantil y al caso de San Miguel en Puebla, no sólo aprovechar la fama de otra persona cuando se vale de su popularidad para ayudar.