**Sin tacto.-
/ Por Sergio González Levet
Lo dijo en una de sus mañaneras, que quedarán para el anecdotario en nuestra historia política a la mexicana, y no se midió una vez más: el jefe del Departamento de Estado de USA, Anthony Blinken, está mal informado.
Es conocida la exuberancia declarativa del primer mandatario, sobre todo en la tribuna en la que se siente rey -como José Alfredo-, pero con eso de decirle a Blinken que está mal informado, en verdad que se salió de todo control, porque es sabido que el hombre que posee la mejor información en el mundo es, precisamente, el Jefe de Estado de los Estados Unidos, que tiene rango de Secretario y ocupa el tercer cargo en importancia, después del Presidente y la Vicepresidenta.
Su función principal es encargarse de las relaciones internacionales del Gobierno yanqui, y entre ellas está, textual: “Proteger a los ciudadanos, empresas e instituciones estadounidenses en el exterior”.
Por ese motivo, al Departamento de Estado se le proporciona permanentemente toda la información que se genera en el mundo. Incluso, muchas agencias informativas internacionales tienen como costumbre manejar como fuente al DoS (por sus siglas en inglés) para dar noticias sobre conflictos a lo largo de todo el orbe.
Y nuestro Presidente dice que está mal informado el señor Blinken cuando muestra su preocupación por las muertes y la violencia en contra de los periodistas en México.
Se está haciendo fuera de ya saben dónde, y no es lo mismo bacín que jarro (aunque sean del mismo barro).
Y el que parece serlo es el Gobernador de Veracruz, hecho todo un clon de las peores versiones del mesías tabasqueño. Cuitláhuac en Dios cree y en Andrés Manuel adora, y todas todas todas sus acciones y expresiones tratan de ser las mismas de su tlatoani, como su acento tropical a medias (de repente se le olvida y habla como xalapeño de barrio, no como pejcadito) o su hablar lento tapizado de la muletilla eeeeeh (que también se le escapa y de repente se lanza como tarabilla).
Para no ser menos que su modelo, su factótum, su bienhechor, Cuitláhuac se lanzó el domingo a querer darle clases de Derecho a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y casi les dijo también que estaban mal informados y por eso iban a declarar inconstitucional el artículo referente a los Ultrajes a la autoridad.
Ahí tienen otro que no le encuentra la cuadratura al círculo.
En lo que sí es igualito Cuitláhuac a su mentor -justo es decirlo- es en su necedad de querer ganar todas y de no reconocer sus garrafales errores, lo que lo lleva a cometer otros peores. Por eso se atrevió a declarar públicamente que va a mandar una nueva iniciativa de ley para que el delito inconstitucional siga vigente, aunque con otro nombre. En una de ésas nuestro folklórico gobernante termina siendo reo de la justicia por no acatar las órdenes judiciales.
Mi maestro Jorge Ruffinelli, que era uruguayo, tenía una expresión que usaba en ocasiones muy precisas:
¡Pero qué pelotudo!
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