Cuestionamiento de la cultura patriarcal de casi tres mil años

*Propuesta escénica transdisciplinar.

*Contra Ilíada. Cantos apócrifos se presenta en el Museo del Chopo hasta el 4 de abril.

04/0472002/ El 722 a.C. está más cerca de lo que algunos creen. ¿Cuántas mujeres viajaron con Agamenón que no fueran raptadas, que no fueran esclavas?, preguntan las mujeres de Contra Ilíada. Cantos apócrifos, propuesta escénica que tuvo su estreno en el Museo Universitario del Chopo.

Contra Ilíada es una obra de mujeres. Una pieza transdisciplinar bajo la dirección de Violeta Luna que revisa el discurso patriarcal de la cultura hegemónica, tomando como punto de partida la antigua Grecia, y lo trae al presente de México, uno de los países con más feminicidios del mundo. Fue concebida y creada por mujeres de TeatroSinParedes, colectivo encabezado por David Psalmon, quien en esta ocasión se ha mantenido al margen del proceso creativo.

“¿Cuál sería tu nombre si llevaras los apellidos maternos de tus abuelas maternas? ¿Alguien sabe?”, se interpela al público desde el escenario del Foro del Dinosaurio. “La historia y los mitos sólo escriben patronímicos”.

Diez cantos

Con idea original de Beatriz Luna, la estructura dramática concebida por Sara Pinedo se despliega en 10 cantos. La mitad de ellos aborda el relato de cinco personajes que llevan nombres de mujeres del poema homérico; el resto representa los coros femeninos, esas voces testigas de la tragedia, la cuerpa del acompañamiento colectivo. Es la cuerpa, justamente, a la que estos textos buscan dar voz, desde la boca femenina. “Con digna rabia”, se repite. La necesidad de nombrar la dignidad de la vagina, la vulva y la sangre menstrual se ha vuelto recurrente en escenarios, cubos blancos y mesas redondas contemporáneos. Y el afán didáctico: hay que explicar al público –a la pública, quizá– que parte de la herida de la vergüenza femenina se cultiva desde la infancia mediante prácticas como, por ejemplo, enseñar a las niñas a sentarse con las piernas cerradas.

“Contrarrelatamos La Ilíada como una postura artística y política, como una exigencia de nuestro presente, hastiado de los héroes violadores y de cuerpos femeninos tomados por una guerra que no es nuestra. Los cantos apócrifos siempre estuvieron ahí, entre los pliegues de la palabra masculina, había sólo que leer lo que se omite, seguir el silencio hasta la habitación de las esclavas sin nombre, o de las mujeres mal nombradas libres”, se explica en las notas de la compañía.

Es así que Contra Ilíada. Cantos apócrifos entreteje el relato ancestral con las historias de mujeres mexicanas. Más precisamente, las ultrajadas, desaparecidas, asesinadas. Y también las historias de las artistas de disciplinas diversas que crean este contrarrelato, que se lleva a cabo a través de un periplo por diversos espacios del museo.

Aquí la palabra de Casandra tiene oídos, Briseida se ve liberada, Marisela Escobedo –la activista asesinada durante una protesta por el feminicidio de su hija ocurrido en 2008– camina al lado de Hécuba… En la propuesta visual de Juana Inés Luna, imágenes de las marchas de mujeres en México también forma parte, en un pasaje, del discurso multimedia que dialoga con la acción sonora en vivo de Sarmen Almond.

El texto somete a juicio el simbolismo de aquellas mujeres míticas, a la luz de una narrativa surgida milenios más tarde contra la normalidad patriarcal que le ha negado derechos a la mujer hasta la fecha –a la salud reproductiva, por ejemplo–, que la ha invisibilizado y relegado a un papel secundario en la vida política, el quehacer de la historia y del hogar, bajo el rol de madre abnegada, desposada virgen, esposa fiel u objeto sexual de cuatro letras. “Esto fue en el 722. ¡No: en 2022!”, reza el leit motif de uno de los cantos.

Funciones hasta el domingo 3 de abril, los jueves y viernes a las 20 horas, sábados 7 pm y domingos 18 horas. Cupo limitado a 35 personas.