Tiempos idos, el CCH…

**ENTRESEMANA.

*A mí amado Moy que fue cecehachero; a la banda cecehachera de Naucalpan*

/ MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN /

Me gana la nostalgia.

Y usted lo sabe y coincidirá porque nadie está a salvo del suspiro extraviado y de perder la mirada en la nada cuando de recordar los tiempos idos se trata. ¡Ah!, esos días…

Y más en tratándose de quienes, ¿a poco no?, pertenecemos a una generación privilegiada, la llamada baby boomer que califico sándwich y hoy avanza al séptimo piso y se empalmó entre los que transitaban rumbo a los que identificábamos rucos y esa generación “X” que, irreverente, irrumpió con la modernidad, la chaviza.

Le cuento que hoy, 12 de abril de 2022, el Colegio de Ciencias y Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México cumple 51 años de haber inaugurado cursos y, pléyade que en aquellos días vivíamos plena época hippie, rockera que fuimos a Avándaro, somos parte de la Primera Generación, orgullo Puma, orgullo cecehachero.

Estrenamos el plantel Naucalpan, literal: estrenamos ese campus erigido en medio de una porción oriente del bosque de Los Remedios con olor a eucalipto, encino y pirul.

Le comparto el texto que escribí hace seis años; entonces cumplía 45 años el CCH. Hoy hemos superado el medio siglo.

Acompáñeme, por favor; es homenaje a mi hijo Moy, mi amigo, hermano, cómplice que el 13 de mayo del año pasado cedió el paso al destino. También en memoria de colegas hermanos como Daniel Jesús Benítez Gordillo y David Tarango Buchacras, que se adelantaron a jugar tochito en ese espacio inmaterial.

Lea usted.

“Este lunes 11 de abril Moy no va a la escuela porque está enfermo y me pidió platicarle de este día en nuestra escuela. Y es que, él egresó del CCH Naucalpan en 1997; quiso estudiar en el mismo plantel de cuya primera generación fui parte, éste al que hoy retorno en la apuesta del reencuentro con quienes, concluido el bachillerato en 1974, nos fuimos en la diáspora cecehachera en cumplimiento de nuestros destinos.

“Los días que corren, los años que han pasado bajo el puente, experiencias de quienes hemos presenciado –testigos privilegiados– los cambios en todos los ámbitos de la vida nacional –aunque suena a comercial de la Hora Nacional–, hoy acudimos a los 45 años de vida del Colegio de Ciencias y Humanidades, especialmente el plantel Naucalpan, en las faldas del santuario de la Virgen de los Remedios, en el Estado de México.

“Hace cuatro décadas y media, 12 de abril de 1971 formalmente, llegamos adolescentes que atisbaban a la mayoría de edad. Ellas recién dejaban las calcetas y se pintaban los labios y ellos habían colgado el uniforme que los delataba en los días de pintar venado.

“¡Vaya tiempos! Los beatniks eran hippies y la música de los tríos tenía en el rock pesado a la competencia que se llevaba a los jóvenes de pelo largo y collares a los cafés cantantes o los hoyos funky, alejándolos del bullicio y de la falsa sociedad, paráfrasis de una línea en la rola cantada por Pedro Infante y luego como ola que rompe en la costa desahuciada, depositó en el bosque que acunaba al enorme llano de Avándaro, a lo que quedaba de la resistencia del Pop y rock ácido. ¡Cámara, maestro!

“En 1971 nuestros maestros eran casi de nuestra edad, jóvenes académicos que nos compartieron herencia del Movimiento del 68 en el CCH, plantel Naucalpan del que varios estuvimos a punto de renunciar porque estaba lejísimos y apenas la maquinaria abría camino y los Huixquilucan-Armas nos dejaban abajo, en Bayón, la tienda de telas.

“Llegábamos a clase en los turnos 01, 02, 03 y 04 como si fuéramos de día de campo, sorprendidos y asustados porque esperábamos la prepa de siempre. Nelazo.

“Los edificios desparramados se perdían entre los árboles adultos y las jardineras parecían islas de descanso entre las largas y amplias escalinatas, por los rumbos de las canchas de basquetbol y un espacio que hasta la prohibición académica ocuparon de vez en cuando grupos de rock como Last Soul Division y la Tinta Blanca.

“En esos días nadie imaginaba el endemoniado futuro que deparaba a la incipiente tecnología de la informática; las computadoras eran máquinas enormes con pequeñas pantallas y destinadas a sectores privilegiados de la investigación y las empresas trasnacionales. La IBM se imaginaba una de esas compañías estadunidenses en cuyas entrañas había gestación permanente de espías en conflicto.

“No había, sea por Dios, los aparatitos en los que hoy, llamados celulares, podemos platicar con quien se conecte en uno similar y quedó en la anécdota de lo fantástico, muy a la mexicana por supuesto, la llamada de “Santo llamando a Blue Demon”, en esos relojes imitación de James Bond.

“Y no imaginábamos que, a la vuelta de unos cuantos años, ya no centurias, los relatos de Julio Verne serían superados por encima de las premoniciones de la llegada del hombre a la Luna, el uso elemental del helicóptero y el submarino. No falta mucho, y no por ganas, que el ser humano visite a Marte, en un viaje que se prepara en la estación espacial coordinada por dos naciones que dejaron atrás a la Guerra Fría.

“México caminó a paso veloz y, cuando el nuevo milenio lo pilló en la transición política, su sociedad se sacudía atavismos y transitaba en la modernidad, nuevos partidos políticos con las mismas mañas de siempre, pero frente a una ciudadanía más participativa y demandante. Ya nada será igual, dicen los que tienen tantos años como nosotros, los de la primera generación del CCH Naucalpan, pero igual muchos de los nuestros que, cosas de la vida, hoy son los rucos que cuestionaban cuando eran chavos. Nel, maestro.

“Y mis compañeros de esos antieres, del tochito y luego el juego en forma, con nuestro coach Ramón Gálvez, DT de Los Leñadores de Naucalpan. Ese fue el primer equipazo que se deshizo por obra y gracia de quien decidió, en esos días desde Rectoría, que el equipo, la vestimenta, se entregara al plantel Vallejo. ¡Vaya días! ¡Cámara!

“En cuatro décadas y media México cambió. Y sin entrar en discusiones barrocas de los buenos y los malos, de filias y fobias, el Partido Comunista desapareció y de sus raíces nacieron otras tendencias que nada tienen de comunistas. Pero, vaya, esos asuntos tienen espacio en otros decires, hoy nos ocupa recordarnos en el 45 aniversario del CCH Naucalpan.

“Qué padre sería encontrar por esos rumbos de los pasillos del plantel a Daniel Benítez Gordillo (qpd), a Francisco Canalizo, a Mota que no se apellida Mota y se llama Óscar, a Vicky Herrera Vega de la mano de su amor de toda la vida el maese Jorge Cázares Castillo, El Chivo; a David Tarango Buchacras (se nos adelantó, como Daniel, sin despedirse), a Hendrix y a Lupita y a Germán Barrón Sámano, mi cuaderno de doble raya; a La Odiosa, a Yoko y mi siempre amiga Ana María Sánchez Lujano, María Eugenia Gómez Ríos, Cristina, Mercedes Carpio y mi maestra Lucía Ramírez Corona, Mari Toni, Violeta y la inolvidable Jazmín, Edith, Martha Pacheco, Rebeka, Joaquín Ulloa Ponce, los hermanos Terrez Romay, el maestro Alfredo Pantoja. El Bueno y El Papaya, que responde al alias de Víctor Manuel Delgado Girard, El Célula Juan Manuel Bastida, a Manuel Ávila “El Divino” Chávez; Jorge Tamayo y, en fin… A toda la banda.

“Hace 45 años. Hoy nos reuniremos a festejar y recordar y, por qué no, a soltar la lágrima por esos encanijados recuerdos de esos días. Volvió la minifalda junto con los pantalones acampanados y se volvieron a ir. Aquí andamos (…)”.

Y mire usted cómo nos encontró la modernidad, hermanados y en uso de la tecnología que era sueño hace medio siglo: citados para una reunión vía Zoom.

¡Sopas! En esos días nos reuníamos en La Covadonga y el café frente al CCH y las bancas del bosque de Los Remedios para platicar y echar desmadre, rendir honores a Baco y de vez en vez quemarle la cola al demonio, íbamos al cine en bola o en pareja de manita sudada, nos escapábamos al partido de americano en Ciudad Universitaria y bailábamos como desquiciados al ritmo del rock pesado. ¡Avándarooo!

¿Usted estudió en el CCH? ¿Y es de esa primera generación del CCH Naucalpan o de Vallejo, de Azcapotzalco, del Oriente o del Sur? Presúmalo a sus hijos, nietos y biznietos, a sus conocidos y compadres y comadres. Somos una generación sin parangón; por el orgullo de ser cecehacheros, hace medio siglo. Conste.

WHO ARE YOU?, I’M AMLO!

Ser o no ser. Su Alteza Serenísima Andrés Manuel I ejerce el poder con el libreto de la ocurrencia y el desprecio por la Constitución y las leyes que de ella emanan. La revocación de mandato cumplió con el objetivo de dividir más a los mexicanos; ilegal su aplicación, en estricto sentido es aplicable hasta 2026 al Presidente en turno.

¿De qué se ríe licenciado presidente?

Insultó a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, es decir, al Poder Judicial de la Federación, uno de los tres pilares del Estado mexicano, columna fundamental en la impartición de justicia. Y cuando cuatro de ellos cumplieron la instrucción de declarar constitucional a la “Ley Bartlett”, los calificó patriotas.

Y a legisladores de oposición los lanza a la arena del linchamiento público calificándolos enemigos de la patria si se atreven a votar contra su reforma eléctrica.

Al INE lo estigmatiza y culpa de boicotear la consulta para la revocación de mandato, cuando el oficialismo legislativo en Cámara de Diputados le cortó presupuesto.

Y no me vengan que la ley es la ley, advierte con ese desprecio impune desde el poder que le dieron 30 millones de ciudadanos pero el domingo último, 10 de abril, refrendó menos de la mitad. Who are you?, preguntaron al héroe del cómic cuya respuesta fue: I´m Batman. De historieta la 4T y el Duce. ¿A poco no? Digo.

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