**Sin tacto.
/ Por Sergio González Levet/
Se me echó a perder toda la disquisición que me aventé en el “Sin tacto” de ayer sobre los oídos sordos del presidente Andrés Manuel López Obrador ante cualquier opinión o propuesta que no va de acuerdo con lo que él piensa.
Y es que el entecado patriarca de la Cuatroté pasó de la intención de solamente hablar él en la reunión que sostendría con los artistas y ambientalistas que están en contra del nuevo trazo del tren Maya, a la táctica definitiva de mejor suspender la reunión.
Parece que a AMLO le enojó que Eugenio Derbez hubiera informado que no asistiría a la junta en Palacio Nacional y mandó el mensaje de que los demás participantes en el video de “Sélvame del tren” no le importan. Hay una opinión soterrada que dice que a sus hijos les encantaba ver los programas peluchones del afamado cómico y que sus personajes eran modelo para ellos, tan cultos e inteligentes que son. Por eso, aseguran, el macho y sus cachorros tienen tanto presente al hijo de doña Silvia Derbez y por eso la desilusión de que no fuera a tomarse la foto a Palacio.
En este asunto, como en todos los demás en que se mete el actual titular del Ejecutivo, lo que le importa no es hacer que triunfe la cordura, sino ganar la discusión a como dé lugar, como le hacía Pepe el Toro en los pleitos de su barrio.
Y, como siempre también, nuestro protagónico personaje desvió la litis de la polémica hacia asuntos que no tienen que ver con lo que se está argumentando.
Que si el nuevo trazo del Tren Maya está afectando la selva y el sistema de acuíferos de los cenotes, ¡nada! La respuesta presidencial es que Eugenio Derbez fue a inaugurar un hotel en Xcaret (se pronuncia “Ishcaret). De esa manera, todos nos quedamos sin saber si el Presidente está o no de acuerdo con lo que se le planteó respecto de la conservación de los recursos naturales de la zona maya de la Península.
Sucede lo mismo que con Loret: Andrés Manuel se ha dedicado a insultar y calumniar al periodista de Latinus, a hacer públicas varias presuntas propiedades y a exigirle que diga cuánto gana, cuando en realidad debería contestar por qué su hijo José Ramón vive a todo lujo, cuando él pregona y exige que todos los mexicanos vivan de manera muy austera, a riesgo de ser llamados “aspiracionistas”.
Ése es el diálogo de sordos al que me refería ayer. Si se le hace una observación, el Presidente se enoja, se sulfura, acusa y difama… ¡pero nunca contesta lo que se le observó!
Y sus seguidores y fanáticos caen en el mismo jueguito, así que el grupo en el poder ha coartado toda forma de comunicación con el pueblo…
…porque no me digan que escuchar alabanzas gratuitas y elogios zalameros es una forma posible de diálogo.
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