DESDE A JANELA
FELIPE DE JESÚS FERNÁNDEZ BASILIO
Se acaba de cumplir un año de la caída de un tramo de la línea 12 del metro de la Ciudad de México, tragedia que no debió de haber ocurrido y que costó muchas vidas y a pesar del tiempo transcurrido, no existe hasta la fecha una sola explicación creíble de lo ocurrido ni mucho menos un fincamiento serio de responsabilidades.
Eso no quiere decir que el gobierno de la Ciudad de México, a cargo de la cada vez menos eficiente Claudia Sheinbaum, se haya quedado cruzado de brazos; ya que para explicar la situación y tratar de librar responsabilidades, encargó un peritaje a una empresa noruega de nombre DNV, empresa que a decir de la misma Sheinbaum era una certificadora independiente con más de 150 años de experiencia en la administración de riesgos, análisis forense y de causa-raíz de fallas catastróficas en instalaciones estratégicas; en pocas palabras, una empresa que es lo mejor de lo mejor en la materia.
Dicha empresa entregó un peritaje preliminar en junio de 2021 en el que mencionaba diversas fallas técnicas y la vez exponía las líneas de investigación que iba a seguir para descubrir lo que había sucedido, entre las que se incluía una posible falta de mantenimiento y para septiembre de ese mismo año, entregó el dictamen técnico final en el cual se estableció que la tragedia se debió al pandeo de vigas por falta de pernos adecuados y fue en ese momento cuando la “regenta” suspiró aliviada, porque parecía que la responsabilidad de lo acontecido recayó únicamente en los constructores de la obra y como bien reza el dicho “lo que no fue en tu año, no te causa daño”.
Sin embargo, el pasado 2 de mayo (un día antes del aniversario de la tragedia) DNV entregó el informe final sobre la totalidad de los peritajes que le fueron encargados y ¡Oh sorpresa!, algo sucedió que de la noche a la mañana la señora Claudia cambió radicalmente de opinión y dijo que los informes no cumplieron con lo estipulado en el contrato, mismo que se va a rescindir y además dijo que la empresa, antes para ella muy prestigiosa, había incurrido en un conflicto de intereses al tener como uno de sus abogados a alguien que había trabajado en el sistema anticorrupción de Peña y por último amenazó a DNV con iniciar procesos civiles y penales si osa publicar o difundir el contenido de ese informe final.
Y bueno, aquí es en donde viene a colación la antigua canción republicana de la guerra civil española con la que le puse título a este texto, ya que ante la incógnita del contenido del informe final que presentó DNV al gobierno capitalino y la reacción de su titular, el estribillo de esa canción puede adaptarse así: “¿Qué será, ay qué pasará?, ¿qué habrá sucedido? Que ruge Sheinbaum, suspira Ebrard, suspira Ebrard” y es que lo único que puede anticiparse con seguridad es que las conclusiones presentadas por la empresa noruega, no dejan para nada bien parada a la Jefe de Gobierno de la Ciudad de México.
Y es que tanto la repentina descalificación de la otrora empresa especializada en tragedias de este tipo, como el incluir la muy trillada descalificación consistente en gritar a los cuatro vientos que la empresa de la nada tiene conflictos de interés debido a que alguno de sus trabajadores laboró en un gobierno pasado y para colmo el prohibir con todo tipo de amenazas la difusión de los resultados finales de los peritajes; de los que por cierto, tienen los capitalinos el derecho de conocer ya que fueron pagados con sus impuestos, son lugares comunes a los que recurren los gobiernos de la auto mal llamada 4t cuando las cosas no les salen como quieren y es por ello que se genera la creencia bastante fundada de que en dicho informe existen muchos datos que responsabilizan a la actual administración de la Ciudad de México de la tragedia.
Y es que esta anécdota sería chusca si es que no hubiera habido pérdidas de vidas, lesiones irreversibles y cuantiosos daños materiales, ya que el hecho de buscar en el fin del mundo a una empresa muy prestigiosa en la materia, naturalmente genera la percepción pública de que se están investigando con seriedad los hechos y las causas de la tragedia, pero que el resultado final consista en lo que ya se sabía y que el gobierno actual de la Ciudad es tan responsable como los demás señalados por no haber dado el mantenimiento adecuado al sistema del metro por no querer gastar dinero y así destinarlo para mantener las clientelas electorales.
Hace un año se dijo en este mismo espacio que la responsabilidad de la caída de la vía del metro era compartida por tres administraciones capitalinas, la de Ebrard que la construyó a través de corruptelas y prisas, la de Mancera que se limitó a medio reparar las fallas que fueron apareciendo sin denunciar la gravedad de la situación y la de Sheinbaum por no invertir un solo peso en el mantenimiento del metro a pesar de conocer perfectamente la situación.
Obviamente, aunque a la auto mal llamada 4t no le faltan ganas de responsabilizar a Mancera por todo, actualmente es legislador del bloque opositor, es prácticamente imposible que se lancen en una aventura así, ya que implicaría hacer un escándalo que de un plumazo dejaría al presidente sin sus dos principales herederos o como despectivamente les llama “corcholatas”.
Lo que sí es un hecho es que la empresa noruega cumplió con su cometido y le informó a Claudia Sheinbaum los resultados de sus peritajes y en ellos resultó con alguna responsabilidad por la tragedia y por ello podemos concluir la adaptación del estribillo de la canción así: “¿Qué será, ay qué pasará?, ¿qué habrá sucedido? Que el informe de los noruegos, te ha responsabilizado, te ha responsabilizado”.