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/ Por: Zaira Rosas /
Hay un antiguo refrán que dice “cada quien habla como le va en la feria”, estamos viviendo una situación global que abre el panorama a múltiples perspectivas y opiniones. Las organizaciones de cultos que antaño solían ser respetadas por sus vínculos con Dios hoy en día se han vuelto instituciones cuyo poder no asusta a los gobiernos. La sociedad comienza a despertar, las mayorías han dejado de considerarse inferiores y saben el poder que tienen para decidir sobre el futuro de la nación. La inflación y el cambio climático son fenómenos globales que sin embargo afectan a los que menor responsabilidad tienen en estos hechos.
Ante múltiples panoramas llegan también diversos puntos de vista. Podemos hablar del tema más común: los conservadores o la izquierda, un tema que se está expandiendo no sólo en México sino también en América Latina, lo cual no es casualidad, pues después de años bajo gobiernos donde el capitalismo era el sistema preponderante, las mayorías han elegido escuchar a las propuestas distintas, esas que prometen ver primero por todos los pobres, aunque en los resultados algunos podrían considerar que las crisis que enfrentamos son consecuencia de un mal gobierno.
México ha aumentado índices de pobreza, de inseguridad, probablemente pronto se incrementen los Estados que tengan que hacer frente a las sequías y ni hablar del aprovechamiento escolar, si bien podríamos hablar de las estadísticas en comparación con otros gobiernos, la realidad es que nuestro país al igual que otros está enfrentando un deterioro que responde no sólo a las decisiones del interior, sino de todo el mundo. Sin duda en este como en otros gobiernos se han presentado múltiples errores, pero también hay aciertos, todo dependerá bajo qué óptica hagamos el análisis.
Si bien el crecimiento económico no ha sido el mejor y ahora nos vemos en la necesidad de implementar una “pobreza franciscana” lo cierto es que por primera vez el sur del país ha recibido mayor atención, se ha buscado frenar el movimiento constante de quienes buscan mejores oportunidades en el norte, desarrollando nuevos espacios de empleo y crecimiento.
Hay propuestas como los programas de “jóvenes construyendo el futuro” que en teoría son sumamente buenas, el problema es que en la práctica las ideas de grandes dirigentes no se aplican igual mediante el común de los empleados. La rectitud y honestidad que tanto se menciona como estandartes de la transformación no son valores que se compartan en todos los niveles. Pero esa visión depende de quien narra la historia.
Cuando fue la colonización de nuestra nación hay quien pudo hablar de un avance y desarrollo para los pueblos, pero también estaba la visión de los vencidos, la perspectiva de quienes fueron obligados a dejar su cultura y poner en segundo plano las raíces que hoy nos brindan un México plural y cargado de historia.
Lo mismo ocurre en la actualidad, si hablamos con empresarios dirán que el crecimiento del país depende del aporte que el gobierno pueda hacer a sus negocios. Las organizaciones civiles en busca de desaparecidos tendrán justa razón en señalar la negligencia de autoridades donde sus casos sin importar cuán mediáticos sean aún siguen sin respuesta.
Para identificar realmente cuál es la situación del país hemos de incentivar el diálogo, cruzar panoramas y perspectivas para poder decidir cuál es el mejor camino de México. Sólo porque el privilegio nos libre de padecer ciertos sucesos no significa que estos no estén ocurriendo. El panorama queda más claro cuando escuchamos a todos los actores involucrados cuyas perspectivas son reales, pero son únicamente una parcialidad de todo el entorno.
Estamos próximos a nuevos cambios y retos, para poder ser resilientes es necesario comenzar a visualizarnos como entes globales, entendiendo que nuestra realidad es una fracción del mundo y aprendiendo a sumar la visión de otros. Sólo mediante un diálogo real podremos superar las crisis que de momento cada día avanzan más.
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