Martha Anaya
A como se están acomodando las calabazas rumbo a la renovación de la dirigencia de Morena –prevista para noviembre próximo-, en la recta final nos encontraremos con los candidatos del Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador y del vicepresidente en funciones Marcelo Ebrard.
A Bertha Luján, como es bien sabido en las filas morenas, la impulsa el jefe del Ejecutivo. Le tiene mucha confianza.
Desde hace muchos años que la chihuahuense trabaja a su lado: fue su contralora en el Gobierno del DF a lo largo de todo el sexenio (2000-2006); en 2012, se convirtió en la primera secretaria general del Movimiento de Regeneración Nacional, y actualmente funge como presidenta del Consejo Nacional del partido.
Mario Delgado es el delfín del titular de Relaciones Exteriores. Su carrera política la desempeñó en el Gobierno del DF, comenzando por la secretaría de Seguridad Pública, pasando por Desarrollo Social, Finanzas y Educación.
Ebrard buscó convertirlo en su sucesor en el GDF, pero el colimense no logró los apoyos para convertirse en candidato. Hoy es su principal alfil en la Cámara de Diputados. Lograr que Delgado se convierta en el próximo dirigente de Morena, significaría para Ebrard poner un pie en la puerta hacia la candidatura presidencial. Algo así como cuando Luis Videgaray y Aurelio Nuño llevaron a Enrique Ochoa a la presidencia del PRI para hacerse del control de la candidatura presidencial.
Aún cuando algunos piensen que es muy anticipado el movimiento en el tablero político, lo cierto es que el juego sucesorio ya comenzó –se ve claramente en las filas del PRI, de Movimiento Ciudadano y de Morena- y que si bien las elecciones de 2021 serán el punto de arranque, las posiciones que desde ahora se tomen en las trincheras desbrozarán el camino para unos u otros.
De por sí, Morena requiere urgentemente de nuevos cuadros, pues, como ha comentado Bertha Luján, la mayor parte de sus dirigentes se fueron a ocupar distintas posiciones en el gobierno de AMLO, o son diputados y senadores.
Por lo pronto, en el caso de Morena, Luján y Delgado ya manifestaron su deseo de sustituir a Yeidckol Polevnsky.
Bertha inició un recorrido por todo el país en busca del consenso para lanzar su candidatura. Hasta ahora no se ha topado con mayores dificultades. Las condiciones, por lo que refiere ella misma, parecen propicias.
Mario ha dejado correr la idea –su propia gente la lanzó- de que él pudiera ser un buen candidato para dirigir a Morena. Como quien dice, asomó el rostro, levantó la mano y ahora dice estar a la espera de la Convocatoria.
Sea quien sea su próximo dirigente, el reto será el mismo: hacer un partido de ese gran movimiento obradorista que logró la Presidencia de la República y defender la 4T.
GEMAS: Obsequio de Manuel Bartlett ante los arbitrajes solicitados por las empresas gaseras: “Se nos adelantaron, pero no nos enojamos…”.