*Es un mal degenerativo e incurable. A nivel mundial, es la causa más frecuente de demencia en las personas mayores.
Considerada la nueva epidemia del siglo XXI, la enfermedad de Alzheimer es un padecimiento mental incurable que va degenerando las células nerviosas del cerebro y disminuyendo la masa cerebral, de forma que los pacientes muestran un importante deterioro cognitivo (en el pensar, recordar y razonar) que se manifiesta en dificultades en el lenguaje, pérdida de la memoria y del sentido de la orientación, así como dificultades para la resolución de problemas sencillos de la vida cotidiana.
Aunque un porcentaje reducido de casos de alzhéimer se debe a causas genéticas y hereditarias, en la mayoría de ellos participan padecimientos como obesidad, diabetes e hipertensión, así como hábitos de vida en los que podemos incidir, como el sedentarismo y un alto consumo de grasas y azúcares refinadas (que también se convierten en lípidos), señaló Ana Brígida Clorinda Arias Álvarez, investigadora del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm), quien desde hace 25 años trabaja con temas de envejecimiento cerebral y enfermedades asociadas.
Por ello, investiga qué causas bioquímicas están involucradas en el mecanismo básico que produce algunas lesiones en el cerebro de las personas con alzhéimer, y ha encontrado que el consumo de dietas altas en grasas podría participar.
A propósito del Día Mundial del Alzhéimer, que se celebró el 21 de septiembre y fue proclamado por la Organización Mundial de la Salud y auspiciado por Alzheimer’s Disease International (ADI, por sus siglas en inglés), dichas instituciones estiman que para el año 2050 el número de personas con esta enfermedad ascenderá a 131.5 millones en el mundo. Se trata de la causa más frecuente de demencia en las personas mayores.
Arias Álvarez consideró que en México existen al menos un millón de casos de alzhéimer registrados en hospitales, aunque podrían ser todavía más, pues muchas personas son cuidadas en casa.
Una vez que aparecen los primeros síntomas, aseveró, los pacientes van degenerando y se van volviendo más dependientes, de forma que hay que ayudarles para actividades cotidianas como vestirse, asearse y comer. Poco a poco se harán imprescindibles las atenciones permanentes de un cuidador. El alzhéimer no sólo afecta al enfermo, sino también a sus familiares y entorno, ya que es muy duro ver el deterioro de alguien querido, y las personas cercanas con frecuencia padecen ansiedad y depresión.
SE CALCULA QUE 131.5 MILLONES de personas en el orbe tendrán esta enfermedad para el año 2050.
Su descubrimiento
Esta enfermedad lleva el nombre del doctor Alois Alzheimer, quien en 1906 notó cambios en el tejido cerebral de una mujer que había muerto de un padecimiento mental extraño. Sus síntomas incluían pérdida de memoria, problemas de lenguaje y comportamiento impredecible. Después de su muerte, el médico examinó su cerebro y encontró muchas agrupaciones anormales (llamadas placas amiloides) y conjuntos de fibras enredadas (nombradas ovillos neurofibrilares u ovillos de tau). “Estas dos lesiones son proteínas que sufren un cambio bioquímico que permite que se empiecen a autoagregar entre sí.
Arias Álvarez detalló que las lesiones cerebrales se comienzan a producir 15 o 20 años antes de la manifestación del padecimiento. “Cuando empiezan los primeros síntomas de alarma como pérdida de memoria a corto plazo, desorientación en tiempo y espacio, problemas de lenguaje, algunas alteraciones del juicio y depresión, pasan uno o dos años para que se haga el diagnóstico, y de ahí la progresión de la enfermedad va siendo cada vez más rápida, en cuatro o cinco años”.
En su laboratorio del IIBm, Arias y sus colaboradores estudian modelos de ratones transgénicos que sobreexpresan la proteína beta-amiloide y que producen la proteína tau anormal. “Nos interesa saber en la progresión del padecimiento qué otros elementos aparecen asociados al envejecimiento que pueden agravarlo”, explicó.
Especificó que se han centrado en estudiar la bioenergética de la neurona, porque algunos de los factores de riesgo que se han descrito son de estilo de vida: obesidad, hipertensión, diabetes.
En el laboratorio, finalizó, “nos hemos dedicado a estudiar algunos de estos marcadores, cómo afectan las dietas altas en grasa a la función neuronal y se relacionan con situaciones bioenergéticas neuronales. Queremos saber qué mecanismos desencadenan la aparición de estos marcadores que son las placas y ovillos”.
El Comité de Médicos por una Medicina Responsable publicó un estudio en el que se presentan hábitos que podrían disminuir entre 70 y 80 por ciento la presencia del alzhéimer:
Reducir el consumo de grasas saturadas.
Hacer de las verduras, frutas y legumbres la base de la pirámide alimenticia.
Consumir alimentos con vitaminas E y B12.
Evitar los multivitamínicos con hierro y cobre (a menos que lo indique un médico).
Mantenerse activo físicamente.
Gaceta Unam.