/Carolia Monroy /
Ojalá podamos tener el coraje de estar solos y la valentía de arriesgarnos a estar juntos”. – Eduardo Galeano
La valentía es la virtud que nos impulsa a enfrentar las dificultades con determinación, sin miedo y con coraje; es una actitud para abordar la vida aún con sus riesgos, incertidumbres y todo aquello que nos genera miedo.
Es tomar acción sabiendo que se requerirá esfuerzo y valor extraordinarios no solo para lograr sino para vencer. Ser mujer y ser valiente es casi una sola condición; todos los días salimos a dar la batalla por nuestros sueños y metas, venciendo al temor para abatir obstáculos y seguir adelante con fuerza y empeño.
Siempre he pensado que la Fuerza de Mujer es la valentía que entraña empeño, perseverancia, convicción y, ante la injusticia: coraje, reclamo, sororidad, decisión y firmeza. Tenemos que ser valientes porque la vara con que se miden nuestros éxitos siempre es más alta, porque sabemos competir y luchar, porque somos resilientes y porque abrir brecha siempre es una lucha con herramientas propias y, a veces, en soledad.
Por eso, los logros de una y de todas valen mucho; las mujeres siempre vamos por lo nuestro, pero lo nuestro es la familia, los hijos y las hijas, la comunidad y también los objetivos individuales, personales y profesionales, mediando el anhelo de desplegar alas, capacidades y talentos, con o sin reconocimiento y cada vez con menos necesidad de aprobación.
En política, la valentía es recibida aún con más violencia, esa que se alimenta de misoginia, de prejuicios de género y del desprecio normalizado hacia el poder de las mujeres y a su ambición de tomar decisiones para gobernar, legislar o servir a la sociedad desde la administración pública.
Es un gran equívoco creer que cuando una mujer quiere gobernar o destacar es porque va contra los hombres, contra la “naturaleza” de ser mujer o contra la familia… cuando en realidad se trata de un legítimo acto de libertad. En concreto, ser mujer, ser política y tener enfrente la ominosa figura de un adversario que se mueve como ave de presa entre la mentira, la malicia, el abuso y la prepotencia requiere valentía, así como trabajo en equipo, unidad y un sólido plan para llevar adelante un gran proyecto.
Así es como, en el Estado de México, Alejandra del Moral se mueve rodeada de una gran “ola valiente”, de un movimiento político y social al que cada vez se suman más sabiendo que en esta batalla la reflexión nos hace crecer ante la sólida convicción de servir de forma honesta y decente es la única para allanar el paso a un futuro mejor para todas y todos.
Carolina Monroy
https://www.milenio.com/opinion/carolina-monroy/la-balanza/ser-mujer-ser-valiente