Ni guerra contra el narco, ni paz, ni seguridad… ¡ni nada!

La Política Me da Risa

/ Yazmin Alessandrini /

* En Estados Unidos ya están hartos de la ‘estrategia’ de los abrazos y no balazos

* El secuestro de ciudadanos estadounidenses puede ser la gota que desborde el vaso

* Desde el obradorismo se han negado sistemáticamente a combatir al narco

NO HAY PAZ, NO HAY SEGURIDAD… ¡NO HAY NADA!- El Presidente López Obrador prácticamente ya está en la recta final de su gestión y no quiere entender que no se puede tapar el sol con un dedo (entendamos que, en este caso, el sol es la realidad y el dedo es su desgastadísima narrativa del “vamos requetebién”). Diga lo que diga, insulte a quien insulte, se burle de quien se burle, sus distractores mañaneros son tan eficaces como una aspirina para un enfermo de cáncer. México vive el peor momento de su historia en materia de violencia e inseguridad y aunque al Primer Mandatario le enojen las palabras de los funcionarios del gobierno estadounidense, el crimen organizado es el amo y señor de casi todo el territorio nacional. Ahí están los datos, ahí están los números, ahí están las estadísticas: Homicidios dolosos, masacres, feminicidios, hechos de sangre por aquí y por allá, los narcotraficantes mostrando su poderío a cualquier hora del día (en muchos de los casos están mejor armados y capacitados que el Ejército, la Marina y la Guardia Nacional) y burlándose permanentemente de la ineficaz estrategia de los abrazos y no balazos. Y de la corrupción, la impunidad, el nepotismo y la opacidad mejor ni hablemos… El Presidente falló enormemente en su promesa de campaña de pacificar al país y, como él mismo lo dijo, la 4ª Transformación no podrá ser si no hay paz ni tranquilidad.

GRAVE AFRENTA A LOS ESTADOS UNIDOS.- Y los resultados ahí están, a la vista de todos. Mientras el Presidente se enerva y vocifera contra los estadounidenses que levantan la voz para que la administración de Joe Biden clasifique a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, lo que les permitiría combatirlos frontalmente hasta el último rincón en donde se encuentren ocultos (bueno, ni tan ocultos, porque todos sabemos dónde están), aquí en territorio mexicano, en Matamoros, Tamaulipas para ser más exactos, el viernes pasado, integrantes del Cártel del Noreste levantaron a cuatro ciudadanos de Estados Unidos procedentes de Carolina del Sur –Tay McGee, Shaeaed Woodward, Eric Williams y Zindell Brown- quienes cruzaron la frontera con México para comprar medicinas o para tomar un tratamiento médico (eso todavía no está esclarecido del todo, aunque la verdad ese dato es totalmente irrelevante). Con lujo de violencia, los delincuentes los subieron a la charola de una camioneta pick-up y se los llevaron, sin que nadie hiciera nada por impedirlo. Y así, transcurrió la noche del viernes, el sabado, el domingo y hasta el lunes autoridades de ambos países informaron escuetamente que estaban “trabajando arduamente” para localizarlos. Hasta el Buró Federal de Investigaciones (FBI por sus siglas en inglés) anunció que pagarían una ridícula recompensa de 50 mil dólares (¿eso es lo que valen cuatro de sus connacionales?, ¡¡¡50 mil dólares!!!) a quien diera información que les permitiera dar con el paradero de estas personas. Menos mal que ya se ahorraron esos centavos, porque los cuatro estadounidenses secuestrados el viernes aparecieron hace unas horas: Dos muertos (Brown y Woodward) un herido (Williams) y una ilesa (McGee). ¡Terrible!

EVADEN EL PROBLEMA.- Decir que López Obrador ya perdió la guerra contra la delincuencia sería caer en una garrafal imprecisión. No se puede perder algo que jamás te atreviste a pelear, esa es la realidad. Y, desde el día uno de su administración, el Primer Mandatario se negó a enfrentar al crimen organizado, principalmente a los narcotraficantes, vayan ustedes a saber por qué razones y esa es la razón por la cual en la Casa Blanca y en el Capitolio están más que dispuestos a militarizar la frontera con México e incluso a incursionar en nuestro país. El Presidente Biden está desesperado por la crisis del fentanilo, droga que entra a la Unión Americana procedente de nuestro país. Ese químico maldito está matando a miles de ciudadanos estadounidenses y los políticos de aquella nación (principalmente los republicanos, sí, los correligionarios del señor Trun, el gran amigo de AMLO), literal, ya están hartos de la inacción de las autoridades mexicanas. Y las posturas de personajes como William Barr (no Bart… ¿Simpson?), el ex fiscal de Donald Trump; y los congresistas Dan Crenshaw y Mike Waltz son tan sólo la punta del iceberg de un enorme problema que se nos podría venir en el futuro inmediato. Y sí, la verdad es que al Presidente López Obrador le asiste la razón cuando asegura que se trata de intervencionismo puro; pero al mismo tiempo tiene que reconocer que él está haciendo lo mismo con el Perú y que, tristemente, al día de hoy, no le ha querido tocar un solo cabello a los cárteles de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, del Golfo, Los Zetas, del Noreste, de Juárez, de Tijuana, de los Beltrán Leyva, de La Familia Michoacana y de Los Caballeros Templarios. Pero, mucho ojo, AMLO no es el único responsable, hay muchísimas cabezas en su gabinete que deben ser señaladas por esta repugnante espiral de violencia que estamos padeciendo todos.

¿Pero qué tal el finísimo Gastón Arriaga Lacorte, el líder morenista que llevó a Américo Villarreal a la gubernatura de Tamaulipas en los más recientes comicios?, celebrando a todo pulmón y vulgarmente con el grito de “¡Arriba el Cártel del Golfo, putos!”

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