Qué digan misa.- Annie Pardo Cemo .

 

/Israel Sánchez /

Ante los reflectores que suelen acompañar a los premios, y enfrentada a la pregunta de qué la llevó a ser bióloga como quizás no le habían cuestionado tanto antes, Annie Pardo Cemo dice no tener clara la razón.

En todo caso, lo que la científica de 83 años recién cumplidos aún tiene muy presente al día de hoy es que la carrera de biología, a la que entró a los 16 en la Facultad de Ciencias de la UNAM, y que en ese entonces era demasiado descriptiva y taxonómica, no llenó sus expectativas.

“De hecho, dudé si no dedicarme a otra carrera. Me gustaban mucho las matemáticas en aquella época, o la filosofía; entonces, estaba dudosa. Pero empezaron a llegar los hijos, y ya era más complicado pensar en un cambio de carrera”, comparte Pardo Cemo en entrevista desde su casa en Coyoacán.

“Y, además, yo soy una persona muy terca, en el sentido de que me gusta concluir lo que empiezo y trabajar en eso”, continúa.

A la postre, tal obstinación le valió a la bióloga y bioquímica convertirse en una respetada científica y un referente mundial por sus investigaciones sobre las enfermedades fibrosantes del pulmón. Notable trayectoria que ahora es reconocida con el Premio Nacional de Ciencias 2022 en la categoría de Ciencias Físico-Matemáticas y Naturales.

“Me siento muy orgullosa, muy contenta. Considero que en el País este es el máximo premio, y es un honor recibirlo”, expresa la Profesora Emérita del Departamento de Biología Celular de la Facultad de Ciencias, en su alma mater.

Con su esfuerzo, la joven Annie —nombrada así en honor a su abuela materna, Annushka— se encargaría de disipar el escepticismo y la sorpresa de sus padres, un matrimonio que migró a México desde Bulgaria huyendo del nazismo; “a lo mejor fui hecha en el camino, pero no lo sé”, bromea.

Y es que si bien habían tomado con gusto que la mayor de sus hijas entrara a una carrera en la casi recién inaugurada Ciudad Universitaria, no podían evitar preguntarle: “¿Y qué vas a hacer?”.

“No entendían muy bien qué es lo que iba a hacer, y desde luego una de las expectativas era que me casara y tuviera mis niños”, cuenta la científica, madre de Julio, Andrea y Claudia Sheinbaum Pardo, esta última Jefa de Gobierno de la Ciudad de México hasta hace unos días.

“Pero no tuve que luchar en casa para poder estudiar”, remarca, agradecida.

Su idilio con la biología vendría luego, de manera casi fortuita, cuando en los 60 concursó por una plaza de profesora en la Escuela Vocacional Número 7 del Instituto Politécnico Nacional (IPN), debiendo preparar un tema asignado por sorteo.

“Fíjese qué cosa tan serendípica, por sorteo. Me tocó por azar el tema de ácidos nucleicos; en ese momento apenas estaba en sus inicios lo que es la biología molecular.

“Yo recuerdo la emoción que me produjo descubrir que había una molécula que podía informar al sistema biológico cómo se hacían las proteínas, que esto era la base de la genética”, apunta Pardo Cemo. “Debo decir que preparé ese examen con un gran placer, y eso definió en gran parte mi amor por la biología”.

Lo más cercano en la academia a aquello que tanto la había fascinado era la bioquímica, por lo que ingresó a un posgrado en dicha materia en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del IPN, que realizaba a la par que ofrecía clases de biología en esta misma instancia.

“Casi, casi concluí mi doctorado”, recuerda la científica, de quien se ha contado que fue expulsada a raíz de su participación en el movimiento estudiantil de 1968, específicamente como representante de su plantel en la Coalición de Profesores de Enseñanza Media y Superior.

Aquel trágico 2 de octubre, rememora, sí acudió a Tlatelolco, aunque brevemente porque ese día su hermana más chica cumplía 15 años. Aprovechando que su amigo el astrónomo Manuel Peimbert, representante de la Facultad de Ciencias ante dicha Coalición, se sentía afiebrado, ambos se retiraron del lugar antes de la masacre.

“Nos enteramos de la tragedia horas después. Nosotros corrimos con esa suerte, pero muchos de los compañeros o cayeron presos o, algunos, muertos”, lamenta Pardo Cemo, que con tres hijos y casi 30 años se quedó sin trabajo ni beca estudiantil, pese a que colegas profesores intentaron interceder por ella.

“Siempre es difícil compaginar la vida familiar, sobre todo la crianza de los hijos, con la carrera académica”, reconoce.

Fue entonces cuando alguien le sugirió acercarse con el médico patólogo e inmunólogo Ruy Pérez Tamayo (1924-2022), que estaba formando un laboratorio en el Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM. Algo que la bióloga considera como otro de los venturosos giros de su trayectoria.

“Eso fue una gran suerte, porque de él aprendí no sólo parte de los aspectos básicos a los que me dedico, sino que también era un hombre con un (gran) pensamiento. Entonces uno, además de conceptos científicos, aprendía a pensar; yo aprendí a preguntar.

“Me alucinaron sus explicaciones. Él se dedicaba a la patología experimental, y a mí en el fondo siempre me interesó la base biológica de la patología, de las enfermedades”, refiere Pardo Cemo, que luego de un año trabajando en el laboratorio de Pérez Tamayo emprendió nuevamente la maestría y el doctorado desde cero, pues en la UNAM no le revalidaron materias.

En el llamado “Club de la fibrosis”, como denominaban al seminario del doctor Pérez Tamayo, Pardo Cemo conoció al médico chileno Moisés Selman, con quien terminaría haciendo una dupla académica y personal de provechosos frutos.

“El doctor Moisés Selman es ahora un experto mundial en la fibrosis pulmonar idiopática. Fuimos construyendo juntos un grupo que yo diría que es bastante reconocido en el País y en el extranjero”, destaca la bióloga.

“Y, además, el doctor Selman y yo no sólo somos una pareja científica, sino que también somos una pareja familiar”, agrega sobre su colega y compañero, ahora ambos reconocidos con el Premio Nacional de Ciencias. Ante lo cual insiste: “Me siento muy contenta”.

Rompiendo dogmas

Desde su tesis del doctorado, Annie Pardo Cemo trataba de encontrar, mediante un modelo experimental, una enzima que fuera capaz de degradar las fibras responsables de la fibrosis, que la científica define como un proceso de cicatrización exagerada.

Ello la llevó a hacer una estancia en San Luis, Misuri, interesada en cultivar células de lesiones fibróticas. De vuelta en México, buscando con quien colaborar para trabajar con células extraídas de biopsias, fue como hizo mancuerna con Moisés Selman y crearon la Unidad de Biopatología Ciencias-INER.

La labor de ambos investigadores fue tal, que eventualmente consiguieron proponer una nueva hipótesis que cambió de manera radical la concepción que durante 60 años prevaleció sobre la fibrosis pulmonar idiopática, la más agresiva de las enfermedades fibrosantes del pulmón.

“Nosotros en realidad, como yo digo, rompimos un dogma”, celebra la bióloga a propósito del famoso trabajo publicado en el Annals of Internal Medicine de 2001 —junto con el doctor Talmadge King—, en el que propusieron que el desarrollo de la fibrosis pulmonar idiopática tiene una base celular y molecular diferente a la de otras fibrosis provocadas por una inflamación crónica.

“Propusimos que había otra vía además de la inflamatoria, y que las células responsables no eran los macrófagos o los neutrófilos, que son las células inflamatorias, sino las células epiteliales. Propusimos que había una vía epitelial”, refrenda Pardo Cemo.

Y aunque la reacción inicial no fue un aplauso unánime, sino que hubo cierta resistencia —”cuando una cosa es nueva la gente dice: ‘No es cierto'”, señala la científica”—, al día de hoy ya está plenamente aceptado.

Junto a esto, que constituye uno de sus mayores aportes científicos, Pardo Cemo continuó con su inquietud original: “¿Y qué las enzimas responsables de degradar esas fibras no están presentes, o qué pasa? ¿Por qué no podemos degradar esa matriz?”, se preguntaba la bióloga.

En este tema, y como parte de una colaboración internacional, destaca el primer análisis de expresión múltiple de genes en fibrosis pulmonar idiopática a través de microarreglos de oligonucleótidos, el cual reveló a la enzima MMP7 como una molécula de central importancia.

Esto además de buscar comprender el papel que jugaban las enzimas “más cercanas a su corazón”, dice entre risas Pardo Cemo: las metaloproteasas de matriz; así como descifrar la senescencia celular. Investigaciones que a mayores resultados obtenidos, más incógnitas van revelando.

“Entre más va uno avanzando van surgiendo nuevas preguntas y nuevas dudas”, subraya la bióloga, que actualmente funge más como guía y asesora que como investigadora principal. “Yo ya no me puedo comprometer a proyectos a largo plazo, por razones obvias, entonces eso ya lo hacen los jóvenes investigadores, pero discutimos”.

‘Al que quiera le mando mi currículum’

Aunque Annie Pardo Cemo anuncia, con todas sus letras, su casi irrestricto apoyo al régimen del Presidente Andrés Manuel López Obrador, un ápice de criticismo asoma al preguntarle su opinión sobre la política científica actual.

En particular, sobre la recién aprobada y expedida Ley General de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación (HCTI), que algunos miembros del gremio científico han acuñado como “Ley Buylla” en referencia a su principal autora: María Elena Álvarez-Buylla, titular de Conahcyt y alguna vez alumna de bioquímica de Pardo Cemo; “extraordinaria alumna”, la define la bióloga.

“De las pocas cosas que he leído, (la Ley HCTI) tiene algunas que están bien; el hecho de incorporar las humanidades me parece un acierto. Y hay cosas, que han señalado varios, que creo que no están bien”, confiesa la científica, refiriendo la necesidad de mayor representación de universidades en una Junta de Gobierno en la que ahora tienen voz y voto los militares.

“Faltan algunos y sobran otros”, prosigue con disimulo Pardo Cemo, que luego sentencia: “De gran parte de estas cosas no se ha podido dar una buena discusión porque hay entremezcladas muchas visiones de lo que debe ser este País. (…) El clima actual es muy malo para las discusiones”.

Tan enrarecido, acaso, que en cuanto se dio a conocer que ella era parte de los galardonados con el Premio Nacional de Ciencias —por el que concursó por segunda ocasión—, no pocas personas pasaron de largo sus décadas de quehacer científico y atribuyeron el reconocimiento a la posición de su hija como Jefa de Gobierno de la CDMX.

“Yo, la verdad, no los pelo. Porque mi historia lo dice, o sea, mi currículum, que lo lean; he sido premiada en el extranjero, y ahí no porque sea mamá de Claudia (Sheinbaum), ni la conocen.

“Yo nunca haría eso con un académico, ¿entiendes?, decir que lo están premiando por su hija o su hijo. Eso sí me parece, verdaderamente, de una calidad moral (cuestionable); entonces, qué digan misa. Al que quiera le mando mi currículum”, ofrece Pardo Cemo.

Para quienes, reconociendo los méritos y trayectoria de la bióloga, tan solo consideraron que la situación no era más que una desafortunada coincidencia, ella revira: “¿Pero por qué desafortunada?”.

“Yo estoy muy orgullosa de mi hija; nada de ‘desafortunada’. O sea, que mi hija sea una mujer tan chingona, así, y que esté haciendo cosas tan importantes para esta Ciudad, a mí me produce un gran orgullo como madre, y como ciudadana le estoy agradecida”, sostiene la científica desde su estudio, donde entre las fotografías familiares se aprecia a una pequeña Claudia de entre 5 y 6 años con su ropa de ballet.

“Ahora, que no ha resuelto todos los problemas, pues se necesitan años. Que ahora tocó esta circunstancia (la coincidencia del premio), pues sí, yo me lo saqué demasiado tarde porque me he tardado muchos años, entre otras cosas, revalidando materias”, ríe Pardo Cemo.

¿México está preparado para tener a su primera Presidenta?
Sí está preparado. Tenemos mujeres en muchos de los puestos de decisión en nuestro País, en todos los ámbitos: hay Gobernadoras, hay Secretarias de Estado, etcétera, y han desarrollado —gran parte de ellas— muy buen papel. Y las que no, pues igual que los hombres: hay algunos buenos, algunos malos. Pero sí, sí estamos preparados.

¿Será Claudia Sheinbaum la primera Presidenta?
Absolutamente. Estoy convencido de que va a ser ella.

*

Científica laureada

Algunos de los premios y distinciones que Annie Pardo Cemo ha obtenido por su trabajo científico y académico son:
– Premio Anual de Investigación Fundación Glaxo (1992)

– Premio de Investigación Fundación Glaxo Wellcome (1995)

– Premio Canifarma en Investigación Básica (2001)

– Premio Nacional de Investigación de la Fundación GlaxoSmithKline (2005)

– Medalla Heberto Castillo en Ciencias Básicas (2008)

– Premio Scopus México (2009)

– Reconocimiento Sor Juana Inés de la Cruz de la UNAM (2012)

– Recognition Award for Scientific Achievment of the American Thoracic Society (2015)

– Premio Universidad Nacional en Investigación en el Área de Ciencias Naturales (2018)

Sociedades científicas a las que pertenece:

– Sociedad Mexicana de Bioquímica

– Sociedad Iberoamericana de Neumología

– Academia Mexicana de Ciencias

– American Thoracic Society

– American Society for Cell Biology

– American Society for Matrix Biology

– American Physiological Society

– European Respiratory Society