El primer tercero…

De memoria

Carlos Ferreyra Carrasco

Dejo este extraño ejercicio de rendición de cuentas, no ante la Soberanía Legislativa, que cómicamente marca la Constitución, texto asímismo repleto de gracejadas, para destazamiento de sesudos politólogos y comentócratas devenidos arúspices y chamanes de ocasión.

Mientras desmenuzan los lugares comunes y las seis mentiras del documento (dicen periodistas gringos), me quedaré con ciertas dudas. Una de ellas el escándalo inclusive internacional, por el asesinato de ocho paisanos en un acto cotidiano en Estados Unidos, la masacre contra personas indefensas en centros de alta concentración humana.

Patriotas y presas de furia incontenible, reclamamos la elevación del crimen al nivel de terrorismo contra nuestros paisanos y, con ilusorio derecho, exigimos la entrega del adolescente asesino para ser juzgado en México. El eco de las carcajadas provenientes del norte no se apagan.

Localmente reaccionamos. El inútil detentador de las glorias (buenas o malas, cada quien califique) del legendario general de diversión, Arturo Durazo, anuncia prontamente la decidida ley de amnistía.

Lo hace con la certeza que da la ruptura de un trámite legislativo, que debe reponerse por órdenes partidarias, en la mente las célebres expresiones el Estado soy yo, y el Partido soy yo o, más claro, es mío.

Así y ante el embate cada vez más virulento y letal de los grupos en abierta rebelión contra las fuerzas gubernamentales, el temeroso y siempre acomodaticio Alfonso Durazo, advierte que no habrá amnistía para los grandes jefes del crimen organizado, habrá sólo para los medianos y pequeños.

Entendamos, pues, perdón para los ejecutantes, los pozoleros o los carniceros que en videos vistos tiempo ha en la red, hacen trozos con hachas a enemigos todavía vivos. Y que mueren pero cuando terminan de drenar sangre; mientras, aseguran, es tal el bloqueo que se mantienen insensibles ante el troceo de sus miembros.

La indignación de los ocho paisas no dejó suficiente para los casos de Veracruz, 15 muertos en uno, 30 más en otro. Se dejaron pasar y, antes bien, el presidente mostró su apoyo y solidaridad con el insensible gobernador que en el esfuerzo de deshacerse de su fiscal, lo culpa y con el a sus enemigos, de usar esos episodios para cuestionar su administración.

En ambos episodios más otros coincidentes aunque en distintas entidades y con menos cadáveres, pudo detectarse la ausencia de la esperanzadora Guardia Nacional. Ocupada, se sabe, en corretear centroamericanos para impedirles que se acerquen a la frontera norte.

Los malos, impunes, se pasean en trocas y camionetas con armas de grueso calibre, uniformados y con brazaletes que los identifican como parte de determinado grupo, digámoslo como es, rebelde.

El más importante y con acción en todo el territorio nacional, es el Cártel Jalisco Nueva Generación que de hecho desalojo de sus plazas a los Chapos. Mencionan al Mencho, enfermo, sujeto a diálisis pero las autoridades saben tanto y a la vez ignoran todo. No actúan.

El heredero, Menchito, detenido, juzgado, exonerado, libre, y es que no puede ser amnistiado. Sustituye al padre y está muy ocupado dirigiendo una guerra abierta de la que el ausente Ponchito Durazo se mantiene al margen. El miedo no anda en burros, dicen y además es mejor nadar de muertito, la meta es Sonora y su Palacio de Gobierno.

Una información fresquecita que a nadie en el gobierno conmueve: el CJNG anunció con muchos días de anticipación que atacaría Tepalcatepec, en la Tierra Caliente Michoacana, donde operan los guardias rurales, comunitarios como los llamen, liderados el El Abuelo también motejado como Papá Pitufo.

Los esperaron y llegaron montados en vehículos blindados. Atacaron con todo e incluso se dieron el lujo de mostrar a sus artilleros con Armas que arrastran larguísimas cintas con balas. El calibre, aseguran ellos mismos, es .60 y es apto para penetrar blindajes y bajar helicópteros. El video es interesante, porque el operador del arma es un joven tranquilo que descarga los tiros al parecer a lo idiota y a la vez dialoga con quien manejó su vehículo y con el que graba.

A pesar del anuncio y de que un elemental sistema de inteligencia hubiese sabido del ataque, tres horas de balazos no fueron suficientes para que los uniformados de cualquier nivel, incluyendo verdes, se hicieran presentes.

Terminó el choque, atenidos a los comentarios de los michoacanos, orgullosos de su lucha, murieron veinte sicarios o criminales amnistiables, según Durazo, y para satisfacción de los defensores no reportaron una sola baja ciudadana.
Se recuperaron armas abandonadas por los delincuentes, varios vehículos y equipos de radiocomunicación. Todo bien, pero resulta sospechosa esta actividad narca que, debemos insistir, parece más bien un alzamiento con alcances políticos o de ocupación de territorios más allá del comercio de drogas.
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