*Apatía o valemadrismo .
/ Gabriela Warkentin /
No me refiero a los polarizados ni a los militantes. Ellos seguro sí, porque ya están movilizados en la política partidista. Pero qué harán los millones de jóvenes, muchos primo votantes, que también están convocados a las urnas el 2 de junio y sobre quienes zopilotearán todos los candidatos que prometen el cambio anhelado, la democracia verdadera, una patria segura, oportunidades increíbles para todes y el campeonato de futbol para los Pumas.
(Bueno, si me cumplen esta última les movilizamos hasta a los descendientes de Goyo).
Los jóvenes ¿saldrán a votar? ¿Lo harán emocionados? ¿Por inercia? ¿Acaso solo acompañando a sus mayores? ¿O todo esto les valdrá y les vale tres kilómetros de pepino?
Senda carcajada de por medio, cuando le pregunté esto al doctor Claudio Flores de Altazor Intelligence, me dijo que no hay aliciente para que los jóvenes voten porque nadie está conectando con sus conversaciones, sus emociones y sus necesidades. Nadie, ni los que se presentan como lo nuevo de la política desde estadios con cervezas y zapatos fosforescentes. Menos, quienes hablan desde la supuesta verdad que emana de una autoridad moral del deber ser. O lo que es lo mismo: ni los tenis ni el reglazo. La matria, para los que emergen a la vida pública, parece estar en otra parte. Y la democracia se ha anquilosado en un juego de exclusiones para ideas nuevas y otras narrativas.
Neta, si ustedes tuvieran 18, 19, 20 años de edad, ¿estarían emocionados con el proceso electoral en curso? ¿Una oportunidad única de vivir la fiesta de la democracia? ¿Cuál fiesta? ¿Cuál democracia?
Hace rato se viene hablando del puente roto. De la inconexión entre generaciones jóvenes y de causas con una adultocracia de respuestas arrogantes. Pero, ante la incomprensión del pulso de los tiempos, cñoros y cñoras de buenas conciencias siguen regañando a los “no implicados” acusándolos de apáticos. ¡Salgan a votar! ¡La democracia está en peligro! ¡Háganse responsables! ¡Que no les valga un comino! ¡Está en juego el futuro!
¿Cuál futuro y de quién?
Les tengo una noticia: la juventud no es apática. Solo que las batallas de los adultos les son irrelevantes. Los más añosos estamos tan ensimismados en nuestras afirmaciones que no miramos las preguntas que parten de otras realidades, de sus realidades. Irrelevante es muy diferente a apatía. No me regañes por no salir a votar. Mejor pregunta por qué no quiero salir a votar por estos candidatos en este México para estos relatos que me excluyen. Porque eso, en lo que tú crees, a mí me vale madres.
Vivienda digna. Combate a la precarización laboral. Atención a las emergencias climáticas. Libertad de ser. Derecho a no terminar reclutado por el crimen organizado, a no ser desaparecidos y a no ser asesinados. Alto a la violencia de género. Como mínimo.
Y podemos seguirle.
Me topo por la calle con unos repartidores de plataforma. Uber, Rappi, la que sea. Están en el parque del barrio conectados a los enchufes disponibles para cargar sus teléfonos. Porque, claro, viven de que el teléfono tenga pila para cachar a los clientes. Tienen entre 30 y 40 años, algunos con estudios universitarios. Su horizonte es sobrevivir el día, cansados y sudorosos. Pocas ilusiones de cambio, porque qué puede cambiar cuando tu realidad es el enchufe del parque. ¿Irán a votar?, les pregunto. Y sí, se carcajean.
(Solo recordar que los trabajadores de plataformas auparon a Milei a la Presidencia de Argentina. Porque el hartazgo tiene sus límites. Y las cegueras electoral y social los alimentan).
Estoy segura de que escucharemos mucho, de aquí al 2 de junio, los regaños de adultos a quienes decidan no participar en el proceso electoral o hacerlo desde la rebeldía del silencio. Y oiremos mucho eso de que ¡son unos apáticos! ¡Ustedes son los culpables de que México no avance! ¡No sean flojos, salgan a votar! ¡En mis tiempos las cosas eran diferentes!
Una y otra y otra vez.
Y me río, con mi colega Claudio Flores, de la inercia adultocéntrica. Calificar al joven de apático es no reconocer que no supimos cómo entusiasmarlo, entusiasmarla. Ni entender lo que sí les mueve y cómo.
Chance, quienes aspiran a gobernar, todavía estén a tiempo de mirar a los jóvenes de frente. No solo de zopilotearlos.
Ya veremos.
@warkentin