¿Qué es el sistema nacional de cuidados?: una perspectiva feminista.

  • Escrito por Arantza Díaz .

11.07.2024 /Cimac Noticias.com/ Ciudad de México.- En los últimos años el Sistema Nacional de Cuidados se ha convertido en una de las conversaciones más reiteradas por parte de los ejes políticos; Claudia Sheinbaum, en conjunto con la recién nombrada secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, apuestan de manera articulada para que este sistema se consolide como una de las acciones primarias en esta llamada «República de las Mujeres».

Ante tantos conversatorios que hablan de cuidados, diversidad de discursos políticos orientados a la implementación de este sistema nacional y resistencias bajo el escudo de que es un beneficio exclusivo de mujeres, se abre una puerta a tergiversaciones y desinformación sobre el sentido verdadero de una política de cuidados que, de hecho, se ha gestado en las posturas feministas desde hace años, pero antes hay que plantearnos; ¿qué es y qué pretende el sistema nacional de cuidados?

Fuente: Cimac Foto

Una realidad cercana: México se sostiene en las mujeres

El sistema nacional de cuidados se entiende como una serie de políticas encaminadas a reconocer, reducir y distribuir el trabajo de cuidados, no sólo son acciones inmediatas para que los hombres participen más activamente en el hogar, sino que el Estado también tome parte de su responsabilidad, asegurando así el apoyo y la asistencia de las personas que lo requieran.

Esto último, es referido por ONU Mujeres que, además, refiere que al igual que la salud, la educación y la seguridad, el cuidado compone la cuarta función social de todas las vidas, pues nos acompaña desde nuestra primera infancia hasta la vejez, por ello, la implementación de este sistema clave en el desarrollo de todas las sociedades.

El sistema nacional de cuidados no sólo promete mejorar la calidad de tiempo del que disponen las mujeres, su autocuidado, el combatir la precarización que las atraviesa al permitirles tener más libertad para su profesionalización y búsqueda del empleo, sino que además, constituirá un futuro mejor donde las próximas infancias recibirán cuidados integrales y de calidad por parte del Estado, sus madre/ padre y también, en espacios comunitarios, asegurando así, un desarrollo cognitivo óptimo.

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Paralelamente, el Instituto de las Mujeres (Inmujeres) define que, en caso de consolidarse un sistema de cuidados, debemos entenderlo a través de estos preceptos;

  • La responsabilidad del Estado como principal garante de los cuidados
  • El cuidado como bien público
  • El cuidado como derecho
  • Disponibilidad, accesibilidad, asequibilidad y calidad de los servicios de cuidado

Nadine Gasman, de Inmujeres, ha referido en entrevista con El Economista, que el sistema de cuidados no debe ser entendida como una serie de clínicas que van a abrir y recibirá las personas, porque no se trata de los servicios que se ofrecerán, sino de un proceso sistémico, donde toda estructura -incluso colectiva- deberá poner en marcha la reconfiguración de lo que implica el cuidado.

Algo que Inmujeres ha referido con anterioridad a través de campañas y estudios que tienen por eje rector, las «Tres R»: Reconocer, Reducir y Redistribuir de manera igualitaria el trabajo de cuidados.

Desde una perspectiva del Congreso, se refiere que el Sistema Nacional de Cuidados (SNC) es:

«Entramado institucional que facilite la prestación de servicios de cuidados para personas que así lo requieran, que libere a las mujeres de esa carga, a través de expertos en las diferentes especialidades» (Documento oficial del Congreso: «Estudio sobre sistemas de cuidados»)

Dentro del panorama internacional, nos encontramos que el SNC ha sido una conversación reiterada en órganos globales como la Organización Internacional del Trabajo que refiere la implementación de esta política como un urgente para mejorar la participación laboral y con ello, la economía.

Si aterrizamos en México, la adición igualitaria de mujeres al mercado laboral tendría un impacto tan positivo, que el PIB podría aumentar hasta un 22%, mejorando el desarrollo de nuestro país en demasía y con ello, la calidad de vida poblacional, advierte el Banco Mundial (BM).

Paralelamente, a la OIT, es la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) que refirió durante la Conferencia Regional sobre la Mujer que un SNC consta de lo siguiente:

Diseñar sistemas integrales de cuidado desde una perspectiva de género, interseccionalidad e interculturalidad y de derechos humanos que promuevan la corresponsabilidad entre mujeres y hombres, Estado, mercado, familias y comunidad, e incluyan políticas articuladas sobre el tiempo, los recursos, las prestaciones y los servicios públicos universales y de calidad, para satisfacer las distintas necesidades de cuidado de la población como parte de sistemas de protección civil.

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Con este acercamiento general y desde diferentes ópticas, sabemos que   al abordar la idea SNC en México apuesta por una serie de esfuerzos por parte del Estado que no sólo pone el acento en implementar guarderías para infancias, sino que busca instituir el cuidado como un derecho humano, tomando tajada de este trabajo que las mujeres han sostenido por su parte. pues sólo basta con echar ojo a las estadísticas oficiales sobre dónde estamos en materia de igualdad de género en el trabajo no remunerado.

De acuerdo con la Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados (ENASIC) 2022, aproximadamente 32 millones de personas mayores de 15 años ejercieron el trabajo de cuidados en sus hogares, de este universo, el 75% fueron mujeres.

Es así, que las mexicanas, desde su adolescencia, pueden llegar a dedicar hasta 40 horas semanales al cuidado de su hogar, mientras que los hombres dedican casi la mitad de este tiempo; 25 horas.

Un sistema de cuidados; un debate feminista de años

Una de las bases de la economía feminista, es colocar al centro la sostenibilidad y el cuidado de la vida, no así, la extrema producción capitalista de la misma. Se puede apuntar a que las políticas alrededor del sistema nacional de cuidados tiene, de hecho,  sus cimientos en los debates del trabajo doméstico.

Según documenta el libro Gender, Care and Economics de Gardiner Jean, el trabajo doméstico y de cuidados no remunerados, son parte del proceso de acumulación y enriquecimiento del Estado, implicando así, una subordinación de las mujeres atándolas a la explotación de sus cuerpos bajo el yugo del sistema.

Es así, que una de las luchas feministas más importantes es darle peso a que, es gracias a todas esas actividades no remuneradas que ejercen mayoritariamente las mujeres, como la gestión del cuidado, preparación de alimentos, compra de insumos, limpieza del hogar, viajes de cuidado, cuidado de infancias, personas mayores y con discapacidad, entre muchas más actividades, el sistema sigue avanzando y funcionando como es debido… a costillas de horas de trabajo no reconocido y por supuesto, no remunerado.

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Las capacidades y la salud de las mujeres se han visto seriamente rezagadas; el trabajo de cuidado desproporcional en los hogares ha sido un factor oxidativo que no sólo lucra con la bandera del extractivismo sobre los cuerpos de las mujeres, sino además, las limita a incorporarse al mercado laboral formal, perpetúa la división sexual del trabajo y dificulta su acceso a la profesionalización, al no poder conciliar sus horarios entre cuidar y asistir a clases.

En un inmenso entramado de desigualdad y desvalorización histórica, las mujeres han cargado con este rol y es momento de señalar: Ya es insostenible. Por ello, hablar de un Sistema Nacional de Cuidados no debería ser sólo un discurso político, esta es una deuda de siglos que el Estado le debe a sus mujeres que han sido un engranaje clave para la correcta funcionalidad de la sociedad.

«El cuerpo de la mujer empieza a ser visto como una máquina para la producción de fuerza de trabajo. Siempre digo que el cuerpo de la mujer es la última frontera del capitalismo. Quieren conquistar el cuerpo de la mujer porque el capitalismo depende de él” (Silvia Federici,  filósofa, teórica feminista y autora de «Revolución en punto cero. Trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas)

 

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