Alma Grande.
Ángel Alvaro Peña
Cuando la gente de poder desconoce su nivel de popularidad en algunos espacios suele aparecer una sorpresa desagradable. Así le sucedió a Enrique Peña Nieto, cuando fue a la universidad Iberoamericana, ya anteriormente a Luis Echeverría en la UNAM.
Recientemente le sucedió algo similar al excandidato del PAN a la Presidencia de la República Ricardo Anaya, cuya conferencia rechazaron de inmediato miles de estudiantes y miembros de la máxima casa de Estudios.
El poder alejado del pueblo se convirtió en una tradición priista y panista que felizmente concluye en esta administración, motivo por el cual, desde luego, es muy criticado nuestro presidente, precisamente por aquellos que abusaron del poder hasta la desvergüenza.
Ahora, desde el Olimpo en el que vive, Felipe Calderón se sorprendió al ver el rechazo que le hicieron nada menos que en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, precisamente en el campus donde nace esta institución y de la que egresaron muchos de sus amigos.
La institución educativa, en un desliz de desmemoria histórica, había invitado al expresidente Felipe Calderón, a dar una conferencia el 9 de octubre, a la XXXI edición del Simposium Internacional de Derecho “En Juicio”, con la ponencia “La nueva economía del clima”. De inmediato la indignación comenzó a hacer efervescencia en el Tec de Monterrey primero, luego en la Ciudad del mismo nombre, hasta extenderse por todo el país, principalmente por los planteles de dicha institución en varios estados.
La indignación llegó a grado tal que más de 14 mil personas firmaron la petición para cancelar la conferencia del expresidente Felipe Calderón Hinojosa.
La petición, en la plataforma change.org, recuerda que el exmandatario mexicano criminalizó a dos estudiantes de posgrado, quienes fueron víctimas de un crimen extrajudicial, perpetrado por el Ejército, el 19 de marzo de 2010.
Ese día, elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional ingresaron al campus y asesinaron a Jorge Antonio Mercado Alonso y Javier Francisco Arredondo Verdugo, alumnos acusados de ser sicarios y de estar armados “hasta los dientes” en una versión que fue respaldada por el entonces presidente Felipe Calderón.
Calderón no se siente responsable de haber enviado a los militares a iniciar una guerra unilateral sin más consenso político que su propia voluntad. En todo país del mundo iniciar una guerra implica una consulta al Congreso, pero la guerra del expresidente panista fue autoritaria y voluntariosa. Nadie estaba preparado para una contienda de ese tipo.
El Ejército mexicano está dedicado a la paz y la población no está capacitada para escapar del fuego en una batalla; de ahí que las consecuencias colaterales hayan significado tantas muertes de mexicanos inocentes durante todo el sexenio de Felipe Calderón.
Pero no sólo esto, el régimen de Calderón también utilizó a las fuerzas armadas para imponer el terror en todos los rincones del país, de ahí que una parte de los uniformados pudiera actuar con toda libertad contra la población, sin importar su culpabilidad o inocencia.
Ese fue el caso de los amigos Jorge Antonio y Javier, alumnos de dicha institución y estudiantes de postgrado de dicho plantel, a quienes al denunciar su desaparición fueron señalados como narcotraficantes, sin la mínima averiguación de por medio.
La desaparición de los dos estudiantes sirvió para que se les imputara una serie de responsabilidades, mientras sus familias no sólo tenían que buscar los cuerpos de los alumnos sino pruebas contra las versiones oficiales que los calificaban de delincuentes.
Finalmente se les reivindicó como estudiantes de doctorado; pero ni Calderón ni el Ejército aceptaron su culpabilidad. De ahí que la comunidad del Tecnológico rechazara, desde el primer minuto, que Calderón pusiera un pie en su escuela.
Ante esta situación, el expresidente Felipe Calderón canceló la conferencia en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, luego de las críticas de la madre de Jorge Antonio, Rosa Elvia Mercado, quien manifestó no estar de acuerdo con su visita.
En una carta dirigida al rector, David Garza, Calderón aseguró que aunque hay muchos puntos de vista atendibles, también “hay versiones imprecisas y verdades a medias” en los señalamientos en su contra sobre lo ocurrido en marzo de 2010 cuando los dos jóvenes fueron asesinados.
Detalló haber escuchado a la señora Rosa Elvia Mercado, quien manifestó no estar de acuerdo con su visita, lo que consideró una razón más que suficiente para no hacerlo, y ofreció reunirse con los familiares para escucharlos de viva voz.
La desmemoria de Calderón, su desconocimiento de la historia, su divorcio del pueblo, su autoritarismo, su negligencia y su incapacidad para gobernar lo exhiben ahora como alguien que nunca debió tener poder.
Esto podría convertirse en la muerte política de un panista que nunca debio pasar de su terruño, ni de un nivel de burócrata de medio pelo.
angelalvarop@hotmail.com