Periodista de Sinaloa narra lo sucedido en Culiacán

Y POR PRIMERA VEZ ME DIÓ MIEDO SER REPORTERA…

Por Bárbara Obeso

Apenas el 15 de octubre pasado cumplí 32 años de ser reportera, 32 años de cubrir todo tipo de información para radio y TV, pero como he sido más reportera de nota policíaca, en estos años, no sé si fui del todo consciente de las veces que puse en riesgo mi vida e incluso la de mis hijos, hasta sobrinos y hermanos, que en más de una ocasión me los lleve a reportear conmigo…

Siempre he disfrutado de mi oficio de reportera, pero este jueves 17 de octubre tengo que confesar que es la primera vez que realmente me dio miedo hacer mi trabajo…

Eran las 3:30 de la tarde cuando note que de nuevo el malecón viejo estaba extrañamente con el tráfico atorado, pero lo más extraño fue que la glorieta de Cuauhtémoc y cruzar el puente negro estaba prácticamente sólito para mí, por lo que iba a llegar a tiempo al banco frente al Salón 53 a depositar; me estacione a media cuadra y no me percaté del tráfico atorado ni del trailer atravesando enfrente de bancomer, ingrese al área de cajeros automáticos donde había mucha gente, pero las puertas de cristal para accesar al banco a depositar estaban cerradas con muchos clientes al interior y entre ellos mi paisana y amiga Nora Castro Meza, me saludaba desde adentro muy asustada y yo no tenía muy claro que pasaba, ella me dijo de una balacera, le llamé a algunos colegas que me alertaban sobre un enfrentamiento a balazos frente a la Fiscalía por el Blvd Enrique Sánchez Alonso.

Sin pensarlo salí del área de cajeros, subí a mi carro y ahí caí en cuenta que el trailer y otros camiones estaban bloqueando el tráfico, entonces me reporte a una agencia de noticias para la que trabajo como freelance y le comenté lo que sucedía, la orden fue que tomará video de los vehículos abandonados y lo que pudiera grabar y así lo hice, me tomé el tiempo para grabar desde todos los ángulos posibles el trailer abandonado, dos camiones materialistas también atravesados en el crucero del Salón 53 y una pickup aún encendida y con las puertas abiertas, las calles vacías y personas que me gritaban y alertaba desde el interior de algunos negocios para que me resguardara, me advertían del peligro y yo no no lo entendía aún, sabía que la persecución ya era a la altura del malecon nuevo y según yo, no había peligro, aunque se escuchaban explosiones no muy lejos.

Seguí rumbo al estadio de Los Dorados, pretendía seguir hacia el City Club y recorrer todo el Sánchez Alonso y grabar lo que al parecer era el “tiradero” de la persecución entre los policías y los delincuentes…
Pero al llegar al estadio de fútbol, zas! un camión urbano y una camioneta atravesados, ahí fue cuando caí en cuenta que eran narcobloqueos!

No veía a nadie alrededor y detrás de unos carros se asomaron dos jardineros que se veían asustados y yo parada fte al camión urbano seguía escuchando largos ráfagazos y fuertes detonaciones, intentando hacer una llamada a colegas para seguir la nota, no me percate que a un ladito de mi llegó un vehículo de donde con voz fuerte me ordenaron dejar de tomar fotos y que me fuera a mi casa, al voltear los tenía a escazos uno o dos pasos de mi, baje el celular y aunque nunca me amenazaron, ni me apuntaron, eran 4 chicos encapuchados, vestidos con ropa negra y equipo táctico, cada uno traía arma larga entre sus piernas – así de cerquita estaban de mi- el tono imperioso de sus voces no dejaban ninguna duda de que yo tenia que obedecer…

Solo alcance a decirles que estaba bien, que ya me iba, que solo hacía mi trabajo, les di la espalda y con precaución caminé hacia mi carro y me fui de ahí, conduciendo en sentido contrario, para agarrar el Blvd Mojolo rumbo a mi casa, pero oh sorpresa! Fte al Oxxo del estadio había un Jeep Cheroke blanco con otros morros encapuchados y con cuernos de chivo disparando al aire y me ordenaban que me fuera hacia otro lado y como pude me escabullí por las callecitas del la colonia STASE y por el boulevard Santa Fe, por fin pude llegar a mi casa donde me esperaba mi hijo menor que afortunadamente por la lluvia temprana, se suspendieron las clases en la prepa y no corría peligro gracias a Dios.

Desde mi casa seguí todo el periplo de esta guerra del Cártel de Sinaloa contra el Ejército y la Guardia Nacional, pero como buena reportera policíaca yo quería irme a grabar al lugar de los hechos, pero al salir de mi privada oh, oh!!! Justo aquí afuera estaba repleto de camionetas con docenas de hombres encapuchados unos y otros no, pero todos armados con rifles y fusiles cuerno de chivo, pecheras y dispuestos a todo!

Como que aquí en la esquina de mi privada, frente a un gimnasio por el camino a Mojolo, era el punto de encuentro de todas las células de pistoleros que recorrían la ciudad y se preparaban para explotar las instalaciones de la 9na Zona militar y las unidades habitacionales donde viven los soldados y sus familias, mujeres, niños a los que amenazaban con acabar y masacrar si no liberaba al “patrón” según sus palabras. Que susto! Opté mejor por ya quedarme en mi casa encerrada a piedra y lodo, porque nomas de imaginarme que los soldados y la Guardia Nacional se acercaran por mi privada y se enfrentarán aquí afuerita, casi muero de susto.
Desde mi sala se escuchaban cerquita la tracatera y las fuertes detonaciones, supongo que eran bazucazos o granadas, no sé, en momentos duraban rato y era un sonido ensordecedor y desde mi ventana se veían columnas de humo que comenzaban a oscurecer el cielo de tantas que eran; a través de las redes sociales seguimos mi hijo y yo informandonos de todo lo que estaba pasando, luego me llegaron videos de los trailers, camiones y vehículos abandonados que yo había grabado aún funcionando, que fueron incendiados por los sicarios, pero ya me fue imposible salir a reportear, incluso salir de mi casa, hasta asomarnos por la ventana era de terror, porque detrás de la barda de donde vivo, al parecer era como un centro de operaciones, ahí se reagrupaban y se organizaban para atacar, ahí duraron horas y seguían disparando con sus rifles y fusiles al aire supongo.

Casi desde el principio los reporteros policíacos teníamos información de parte de nuestros contactos del “bajo mundo” sobre el motivo de esta cruenta guerra entre el cartel de Sinaloa: sabíamos que el Ejército y la Guardia Nacional habían detenido a uno de “Los Chapitos” hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, sabíamos de manera extraoficial que Ovidio “el ratón” medio hermano de Iván Archivaldo, estaba detenido, no estábamos seguros si también Iván lo estaba, en un momento si lo creímos, porque nunca en estos 32 años de cubrir nota policíaca me había tocado ver una guerra así, ni a todo Culiacán prácticamente en estado de sitio, ni cuando la guerra entre el Chapo Guzmán y los Beltrán Leyva que casi se matan entre ellos. Ni con los Ántrax, ni con Nacho Coronel, ni siquiera aquel ataque de los Chapitos y su tío una madrugada, donde incendiaron hasta carbonizar a un grupo de soldados en la entrada norte de la capital sinaloense…

Me ha tocado cubrir operativos fuertes y riesgosos, estar pecho tierra en la cobertura de balaceras o rescates de secuestros, asaltos y decenas de eventos peligrosos de nota roja, pero nunca al grado de sentirme y sentir mi ciudad vulnerable y desvalida a toda su gente, abandonada la ciudad, mi familia, mis amigos, mis vecinos, todo Culiacán y yo a nuestra suerte…

Negocios, restaurantes, oficinas, edificios cerrados con clientes y empleados adentro, calles llenas de vehículos vacíos, los camiones urbanos dejaron de circular y las personas abandonadas en las calles sin poder trasladarse a sus casas, sin saber de sus familias, las autoridades locales apoyando al Ejército y a la Guardia Nacional y nadie se ocupaba de la población abandonada a su suerte y enmedio del fuego cruzado de una guerra de terror y sangre que aún nos mantiene en zozobra.

Por la tele nos enteramos que el gobierno federal había detenido (de pura casualidad según ellos) a Ovidio Guzmán López, uno de los hijos del Chapo Guzmán, pero ante la superioridad en la fuerza y, agregaría yo, falta de capacidad para enfrentar la violenta reacción de los grupos del crimen organizado que pretendían rescatar al prisionero, anunciado muy orondo en televisión nacional por Alfonso Durazo el graaaan Secretario de Seguridad Pública del gobierno federal, el gabinete de seguridad del gobierno de la República decidió cancelar el operativo…

Durazo, el brazo derecho del presidente en el área de seguridad, anunció que habían detenido a un hijo del Chapo pero luego, de manera increíble, se dió a conocer que lo habían liberado por orden del presidente, para evitar poner en riesgo a los culiacanenses! Háganme ustedes el chingadisimo favor: una sarta de imbéciles con traje y corbata y uniformes sin una arruga, muy agusto desde la Ciudad de México anunciando primero: como trofeo de guerra, que habían detenido a uno de los hijos del Chapo, y minutos después que dice mi mamá que siempre no!!! Que lo dejaron libre pues, ahora si, muy preocupados por nuestra seguridad, eso hubieran pensado antes de venir a Culiacán a meterse a la cueva del lobo, pendejos!!! que no saben que aquí nacieron y aún viven los descendientes de los grandes capos mexicanos? Como que se les olvida que desde Sinaloa salió mucho del negocio de lo que ahora son beneficiarios estos pinches políticos, que al parecer ahora el socio favorito de este gobierno de 4ta es otro Cártel y no sinaloense por cierto…

En eso hubieran pensando antes de venir y dejar a los culichis vulnerables y aterrorizados en medio del fuego cruzado pinches estúpidos!
En fin ese es asunto del gobierno federal y no mio, pero no quería quedarme callada, como dicen por ahi: se tenía que decir y se dijo!

Y así terminamos este largo, larguísimo, terrorífico, difícil y durísimo jueves 17 de octubre del 2019 que nunca olvidaré, que en Culiacán siempre tendremos el triste y doloroso recuerdo de cuando tuve -tuvimos creo- muchísimo miedo, terror, incertidumbre y una terrible sensación de orfandad, de abandono y soledad, sin autoridad, donde por primera vez en mi carrera de reportera tuve muchas ganas de llorar…

Bárbara Obeso