Fernando y la alcaldía.

Sin tacto.

Por Sergio González Levet.

Si usted es de las personas que acostumbran criticar al alcalde en turno de la ciudad de Veracruz por la calidad de los servicios que presta la comuna o por ciertos manejos presupuestales… si usted se ha quejado a través de los años de los alcaldes jarochos por lo que considera faltas de capacidad y de honestidad… si usted ahora critica al actual presidente municipal, Fernando Yunes Márquez, y tiene la percepción de que no está cumpliendo adecuadamente su función…
Si usted entra en cualquiera de esas suposiciones o simplemente hay algunas acciones que no le parecen de la autoridad municipal del Puerto, lo invito a que se dé una vuelta por Xalapa o por Coatzacoalcos. Estos municipios son gobernados por sendos presidentes emergidos de Morena, y ganaron solamente por el efecto López Obrador, no precisamente por su carisma personal.
Bueno, pues si en Veracruz hay algunos ciudadanos inconformes con la actuación de su comuna, en Xalapa y Coatza la población está en el colmo del hartazgo, puesto que Hipólito Rodríguez Herrero y Víctor Manuel Carranza Rosaldo están haciendo un pésimo papel, tanto por su desconocimiento de la administración pública como por su profunda soberbia -un mal del que están infectados todos los morenistas, empezando por su patriarca-, que les impide escuchar las voces de la razón y la lógica (no hay peor sordo que el que no quiere oír, ni peor ciego que el que no quiere ver).
Y más que decir que están haciendo un pésimo papel, habría que afirmar que no están haciendo ningún papel. Como muchos otros gobernantes morenistas, se quedan estupefactos, varados, inmóviles cando se trata de emprender políticas públicas en bien de la población.
(Al alcalde xalapeño, sus sufridos gobernados lo conocen como el estreñido: porque se sienta ¡y no hace nada!).
Comparado con Hipólito y con Víctor, Fernando Yunes es un presidente municipal maravilloso. Y resulta así porque su administración sigue un plan (de desarrollo) y lo va cumpliendo de acuerdo con los tiempos, las condiciones y los dineros públicos.
Como siempre, no hay recurso que alcance para recuperar el tiempo perdido en obras durante los años de la corrupción galopante, pero se puede advertir que la actual administración jarocha hace un esfuerzo para emplear de la mejor manera los escasos recursos, para poner orden en la administración y para orientar el esfuerzo comunal con la mejor inteligencia.
Eso no sucede en la capital del estado y menos en el antiguo Puerto México, hoy capturado por la delincuencia.
La historia hará su juicio cuando las actuales comunas culminen su mandato, pero de mientras los porteños se pueden dar por afortunados al tener un alcalde que le sabe al asunto de mandar y por eso no está cometiendo los estropicios de sus iguales en el puesto, aunque no en el partido.
Eso se va a reflejar en las elecciones de 2021… y en las de 2024.

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