El cubrebocas de la solidaridad

Alvaro Cueva/

Una vez más, los mexicanos estamos sacando la casta. Y no, no hablo de las autoridades, hablo del pueblo, de la sociedad, de la gente como usted y como yo. ¿A qué me estoy refiriendo? Al peculiar giro que ha tomado la pandemia en nuestro país, potencia mundial en contagios y muertes por COVID-19.

Le explico: ante el pésimo manejo de la emergencia y ante el escándalo de muchos otros factores como la crisis económica y el paso del tiempo, las familias se cansaron de confiar, de esperar. ¿Y qué están haciendo? Están promoviendo el uso de cubrebocas para que disminuya el número de muertes y de contagios, para que esto termine lo antes posible.

¿A qué me refiero cuando le digo que están promoviendo el uso de cubrebocas? No sólo a que los están usando, a que se están convirtiendo en vigilantes de su uso.

Cada vez son más comunes los casos de gente regañando o denunciando tanto a las personas que no se ponen cubrebocas como a las que los usan mal. Ya no importa si los políticos se lo ponen o no, ahora importa que nos lo pongamos nosotros, que nos cuidemos nosotros.

Esto viene del pueblo e inmediatamente remite a los fenómenos de solidaridad que vimos durante los terremotos de 1985 y 2017. La solidaridad ya no se expresa levantando escombros. Ahora se expresa usando y vigilando el uso del cubrebocas.

¿Sí entiende el mensaje? Cuando la autoridad no puede, nosotros podemos. Los únicos que vamos a poder parar el efecto del COVID-19 vamos a ser nosotros.

Si hubiéramos reaccionado así desde el principio, no tendríamos los muertos que tenemos ahora, no tendríamos los contagios que tenemos ahora, no seríamos el hazmerreír del mundo. Pero muchos políticos, muchos empresarios y muchos comunicadores nos dijeron lo que quisieron hasta que se cansaron y aquí están los resultados.

¡“Gracias” por tantos mensajes contradictorios! ¡“Gracias” por hacernos perder tantas vidas, tanto tiempo y tanto dinero! El cubrebocas es hoy lo que el puño levantado en septiembre de 2017, una señal.

Es un símbolo de vida, de fuerza, de respeto. Por eso las mujeres y los hombres de este país los estamos luciendo con orgullo.

Por eso nos esmeramos en usar los diseños más efectivos, los más bonitos, los más nuestros. Por eso cada vez más empresas mandan a hacer más cubrebocas con sus logotipos. Del lado izquierdo, del lado derecho y hasta con frases motivacionales.

¿Usted ha visto cubrebocas con Susana Distancia? ¿Caretas con los rostros de Fe, Esperanza y Caridad, o como se llamen las monas ésas infames que se inventaron para entretenernos bajo el concepto del Escuadrón de la Salud? No, ¿verdad? Ahí está el resultado de sus pésimas ocurrencias.

¡Ahora resulta que la culpa de los contagios la tienen los refrescos! ¡Ahora resulta que la culpa de los muertos la tienen las grandes marcas de pan, dulces y botanas!

Eso es tan absurdo como decir que la gente que perdió su patrimonio durante los terremotos de 2017 se quedó sin nada porque sus edificios estaban llenos de muebles pesados.

¿Por qué no los llenaron con muebles ligeros? Una vez más, los mexicanos estamos sacando la casta.

¡Bien por esta nueva solidaridad expresada en el uso del cubrebocas! ¡Bien por tomar las riendas de la situación! ¿O usted qué opina?}

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