A Prueba: el Chauvinismo, la xenofobía y hasta la patriotería

 

/ NIDIA MARÍN /

Con el santo de espaldas, ante necedades propias y realidades ajenas, navegan en lo que fue el gran lago y hoy no es ni un remedo de pileta, donde el elefántico dedo corre con mala suerte y está en entredicho tras la guerra de Israel Contra Hamás.

Sí, porque tras la decisión caprichosa del índice palaciego en México, en las próximas elecciones se pondrán a prueba desde el chauvinismo y la xenofobia, hasta la patriotería, el nacionalismo y el jingoísmo (nacionalismo exaltado), en un proceso electoral donde existe la posibilidad de que, por vez primera en su historia, no solamente sea gobernado por una mujer, sino por alguien con apellido ajeno a la ascendencia mexicana y española.

Sí, la competencia por la Silla del Águila será distinta, pero también la contienda por el asiento de los antiguos mexicas y aztecas de la capital del país, por lo cual quedarán completamente olvidados los dioses del antepasado, desde Tláloc, como Huixtocíhuatl, Mixcóatl, Huitzilopochtli e Ixcozauhqui. Pero, ahí no será la primera vez que mande alguien con apellido extranjero, porque ya estuvieron Siurob, Hank y Ebrard, por ejemplo.

El asunto es que si se salen con la suya, sobreviene un gran cambio en el país, no tanto en el caso de la religión católica que en Palacio Nacional ya no profesan, porque militan en el evangelismo (Iglesia Adventista del Séptimo Día), sino en cuanto a posiciones políticas con respecto a las confrontaciones entre árabes y judíos, específicamente palestinos, en lo cual México siempre actuó inteligentemente.

Y es que en la historia de nuestro país todos los presidentes habían sido católicos (ciertamente muchos de ellos anticlericales y guardaban su distancia), hasta que llegó el tabasqueño.

Pero en la trayectoria de la capital mexicana se podría decir que todos han profesado la religión católica,  lo cual no cambiaría si arriba García Harfuch o Brugada, o bien Lía Limón, o cualquiera de los aspirantes del Frente Amplio por México.

¿Se atreverán a llamar a López Obrador, antinacionalista por haber colocado en la Silla del Águila (si llega) a una mujer con apellido extranjero?

Eso puede suceder. Y lo que actualmente se presenta en México, ante los sucesos en Israel y la Franja de Gaza, no es cualquier cosa para el Presidente y tampoco para Mario Delgado, aunque habrá que señalar que el segundo es un buen títere del primero.

Por otra parte, las preguntas que hoy se hacen en las reuniones giran en torno a que, si llega Sheinbaum a la Silla, la política de México con respecto a Israel y Hamás no será la misma… mucho menos la de neutralidad alabada por el mandatario hace unas semanas.

Además, respecto a ese tema, en los corrillos se habla de que, tras la guerra en marcha entre Israel y Palestina (o sólo Hamás) y el involucramiento electoral involuntario del mandamás, de Palacio Nacional llamaron a don Adán Augusto López. ¿Pretenderían darle oportunidad? No lo sabremos, pero por lo pronto el dijo un rotundo “NO”.

En esta severa situación por la que cruza otra parte del mundo en guerra, el México político-electoral está en el ojo del huracán, en medio del conflicto y el odio.

Desde luego, específicamente Morena, donde Claudia Sheinbaum, de apellido judío, como también su religión, aspira a ser la primera presidenta de México, mientras que Omar García Harfuch pretende alcanzar la Jefatura de Gobierno de la capital de la República Mexicana.

¿Y los demás contendientes?

Tienen una oportunidad de oro para que Xóchitl Gálvez, con rumbo a la presidencia y cualquiera de los aspirantes a la titularidad del gobierno en la Ciudad de México alcancen su meta.

Para ello, la Alianza por México debe colocarse las pilas… preferible de litio doble AA las cuales almacenan casi tres veces más energía que las respectivas alcalinas.

Hasta ahora sus dirigentes han exhibido un gran egoísmo, escasa sensatez, enorme ambición y que no dan para mucho…

El triunfo no llegará del cielo, sino de los votantes, hombres y mujeres, de los cuales (de acuerdo al INEGI), 9,224,559 personas son católicas y 67,400 son judías, además de que protestantes y evangélicos eran hasta 2020, un porcentaje de 11.2.

Posibilidades hay… traiciones… también.