/ Eduardo Sadot /
La constante del gobierno de Andrés Manuel López Obrador desde que llegó ha sido el capricho la improvisación, ocurrencias, palabrería apantallante de primera impresión, pero sin sustancia, populismo puro a cualquier precio.
Desde el momento que los mexicanos dejamos pasar la cancelación del NAIM, sin estudios de factibilidad sin diagnóstico que evaluara costo beneficio de la decisión que tercamente tomaba, supimos que ésa es su especialidad, cuando en una mañanera declaró que consultó a los expertos sobre la conveniencia de cancelar el NAIM o continuar su construcción y él mismo declaro que los expertos consultados le aconsejaron por mayoría no cancelarlo, pero que “el pueblo bueno y sabio” salió a su rescate – al rescate de quién – de su capricho y decidió cancelarlo, todos los mexicanos debimos comprender que comenzábamos a transitar en la ruta del capricho, la improvisación, la sin razón, el autoritarismo disfrazado de democracia, las ocurrencias y la simulación, había comenzado, no una reforma, no un cambio hacia adelante, había comenzado el retroceso al autoritarismo y el gobierno de un ignorante, arrogante, burlón y pagado de sí mismo que ponía de pretexto “al pueblo bueno y sabio” para imponer su capricho su voluntad sin diagnóstico, es decir sin medir las consecuencias de sus acciones, pero tampoco importándole ese pueblo bueno y sabio en el que se escudaba y esgrimía como argumento para imponer su autoritarismo.
La cancelación de un aeropuerto para 70 millones de pasajeros anuales y más de 160 posiciones para aviones con tres pistas, la cambió por uno de cuarenta, que además se encontraba impedido por los amparos de los ejidatarios y que marulleramente con chicanadas leguleyas desde Palacio Nacional dijo que era un tema de “seguridad nacional” embarrando a los militares en un proyecto de “seguridad” cuando todos sabemos que era un capricho, en un país en tiempos de paz, pero pronto nos daríamos cuenta también, que así México entró en una fase de guerra por la intervención de la delincuencia organizada.
Un gobernante honesto comenzaría por respetar las leyes, si no está de acuerdo intentar cambiarlas, ah pero no a capricho sino privilegiando el interés de la ciudadanía y de la Patria.
Andrés Manuel si fueras realmente honesto ni lo dirías – alabanza en boca propia es vituperio – en lugar de comportarte como candidato en campaña, pudiste ser honesto y dejar – como en el caso del presidente Cárdenas – que fuera el pueblo quien calificara tus actos de honestidad si fuera el caso, pero no, eres tú quien se autocalifica y autoevalúa, sosteniendo que eres honesto, no puedo creer que de verdad te lo creas y pienses que todos te lo creamos, no eres honesto desde el momento en que tu egoísmo te hace pensar solo en ti, en el bienestar de tu familia, de tus cómplices y en tu imagen y no en México. Pudiste pasar a la historia como un estadista, pero como presidente no sirves Andrés la historia, como a Santa Ana, te lo va a reprochar para toda la eternidad, los muertos de Acapulco se habrían evitado si tu hubieras conservado al FONDEN, si hubieras hecho un diagnóstico antes de atropellar con tu voluntarismo errática y abusivo, ciego de resentimiento y ambición, sediento de poder. El FONDEN nunca fue nada más dinero, era infraestructura de prevención, ya te lo he escrito Andrés. Dónde están los diagnósticos de todo lo que tu ignorancia ha desmantelado, dónde el costo beneficio de tus acciones, nada, Andrés nada. Si a esa gente hoy muerta la hubieras llevado a refugios, si les hubieras avisado estarían vivas, ¿no te avergüenza lo que les hiciste? Igual que en el COVID qué vas a decir, que murieron de pulmonía atípica ¿para no engrosar tus estadísticas? no Andrés no tienes vergüenza, no eres honesto, no eres ético, no mereces ser mexicano, no sirves para la presidencia, no pudiste ser un estadista, resultaste un fisco, una caricatura mal dibujada de Magú – considerando que él dice que no sabe dibujar – pero que es genial dibujándote de cuerpo entero, no solo de tu físico, sino de tu maldad y perversidad, de la que el mismo Magú se avergonzaría. Al menos el tiempo que te queda escucha a los expertos, haz análisis objetivos, realiza diagnósticos de cada decisión que tomes fundaméntala con argumentos, al menos en lo que te queda, deja claras, las razones, los argumentos, los motivos por los que te pronuncias en cualquier decisión, salva a México de ti y de tus instintos e impulsos, trata de demostrarnos que no eres un mal nacido, que al menos haz sido bien intencionado, ojalá, pero creo que es demasiado tarde, no puedes dejar de ser quién eres.
De eso platiqué contigo la última vez que te vi, en el homenaje a Enrique González Pedrero en la Facultad de Ciencias Políticas, ¿te acuerdas? Seguro que no, ahí estaba ese día Don Pablo González Casanova también, Francisco Casanova Álvarez , pobre de nuestra Patria Andrés, en lo que la convertiste.
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