Adiós, Dinamarca .

/ Xavier Tello /

El martes pasado, en el marco de “El Pulso de la Salud”, el Presidente volvió a su añeja promesa de tener un sistema de salud “como los mejores del mundo”.

Aunque mencionó que fue un compromiso de hace un año, la realidad es que llevamos casi cuatro de simplemente escuchar la misma historia; de hecho, fue muy enfático al decir que aceptaba “el desafío” de sus adversarios que apostaban a que esto no será posible y, enumerando los cuatro estados del país que están afiliándose a IMSS-Bienestar, así como los que lo harán el año entrante, repitió por enésima vez las características que tendrá este sistema de salud: gratuidad, cobertura universal y medicamentos.

Sin embargo, a lo que el Presidente ha apostado es solamente a un cambio cosmético, centralista e innecesario. Eso no es un sistema de salud.

Pero analicemos objetivamente por qué no tendremos el mejor sistema del mundo antes de septiembre de 2024:

1.- Ni siquiera hay un modelo, comenzando porque no hay una visión; solo hay una ambición. La concepción del nuevo sistema de salud es tan solo un amasijo de supuestas buenas intenciones y un plan utilitario para usar a discreción los recursos existentes, federales y estatales, originalmente destinados a la salud. No es un proyecto encaminado a resolver El problema, de hecho, está encaminado a resolver Su problema.

2.- No hay un presupuesto adecuado ni un plan de financiamiento. Para muestra, asomémonos a la partida del “Ramo 12” del proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2023.

Un sistema de salud como los mejores del mundo requiere un presupuesto como los mejores del mundo, pero cuando la media de inversión en salud entre los países de la OCDE es ya superior al 9% del PIB, en México se destina poco más del 6.2%, con tan solo 3% de inversión gubernamental, pero con el porcentaje de gasto de bolsillo más alto de todos.

Con esta paupérrima inversión y sin fuentes de financiamiento sólido, lo que México tendrá es un sistema de salud miserable.

3.- Se ignoran aspectos elementales, como indicadores de salud. No existen metas claras en disminución de morbimortalidad y prácticamente todos los programas de los pasados 40 años fueron desechados. El ejemplo más claro podemos verlo en el abandono del esquema básico de vacunación infantil, de lo cual escuchamos cualquier cantidad de pretextos y que finalmente se retomó hasta apenas el mes pasado.

En México, hoy en día, no existe un programa para diagnosticar y dar seguimiento al Covid largo y sus complicaciones.

4.- El Presidente no está pensando en los pacientes. Simplemente no le interesan.

Un modelo de salud como el de los verdaderos Estados de Bienestar se caracteriza por pensar en cómo resolver los problemas de salud de la manera más fácil posible y con una gran experiencia a los usuarios.

El sistema de salud que supuestamente se construye da prioridad a la agenda política y a la construcción de instituciones (IMSS-Bienestar) y no a facilitar la vida de los pacientes, sus familiares o de los profesionales de la salud; si fuera así, el modelo daría atención rápida, conveniente y sobre todo cercana. El síntoma más importante de esta falla es que los derechohabientes prefieren acudir a los consultorios adyacentes a farmacias que a las clínicas que “les corresponden”.

Este gobierno no construye un sistema de salud. Lo que está creando es un enorme parche y, al final, lo que tendremos será un IMSS-Bienestar obeso, centralizado y burocrático, con muchas carencias y millones de usuarios inconformes.

Un sistema de salud no se crea en un sexenio y no es posible contar con algo de mediana calidad en los 23 meses que quedan de este gobierno. Se requieren décadas y, en ocasiones, generaciones de planeación y trabajo centrado en el bienestar de los pacientes.

El autor es Médico Cirujano y analista en políticas de salud.

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