Ahora libelos contra Carmen. Aparecen cada que el Presidente veja a periodistas

Miradas de reportero

/ Por Rogelio Hernández López /

— Si escriben así contra Carmen después de las acusaciones del Presidente, ¿qué harán cuando la vean en la calle?.. Parece que Andrés Manuel no se da cuenta que él pierde más cuando descalifica a los periodistas en lugar de aclarar la información – escuchó este reportero en su casa y de inmediato le asaltó el temor de que alguien agrediera físicamente a Carmen Aristegui.

El temor tiene sustento porque tras la vejación pública que hizo el Presidente de la República a la periodista el 29 de noviembre se desataron por cientos los denuestos en los hilos y muros de las redes sociales en contra de ella y, peor aún, como en otros casos, alguien le dirigió un libelo, tal como les ocurrió a los colegas Raymundo Riva Palacio el 30 de mayo y el 2 de junio y a Julio Hernández López el 21 de julio.

La práctica de los libelos en México es común entre políticos, pero ahora ya parece tendencia que se enfoquen contra periodistas profesionales que incomodan al gobernante principal.

Los libelos son textos más elaborados y calculados para demeritar trayectorias, degradar en lo personal y hasta familiar; para vulnerabilizar a supuestos enemigos; para colocarlos como objetivos de daños mayores. Son para fomentar linchamientos mediáticos y crear atmósferas de odio. Normalmente los hacen sujetos de identidad encubierta, como habitantes de los pantanos de la descomposición ética. Son previos a otro tipo de agresiones.

En 1968, por ejemplo, se conocieron también decenas de libelos contra líderes del Movimiento Estudiantil, el más famoso fue firmado por “El Móndrigo”. Y todos fueron antes de la gran represión.

El Presidente y el zorro

Causó sorpresas que el 29 de noviembre, el Presidente López Obrador cambiara radicalmente su opinión que había expresado públicamente de Carmen Aristegui y pasó de felicitarla por “hacer periodismo libre para bien de la libertad de expresión” (octubre de 2018) a señalarla acremente de “engañar como paladina de la libre expresión y ser parte del grupo conservador.”

Luego, entre los textos agresivos posteriores contra Carmen, resaltó uno más elaborado en Facebook, muy parecido a una ficha policiaca, donde un supuesto Don Diego de la Vega la adjetiva como “escandalosa” y “negociante”.

Ese muro digital no ofrece información de su autor, ni de sus actividades, ni personales ni fotos para identificarse; sus textos los rubrica con una Z. Don Diego de la Vega, el original, era aristócrata en los Ángeles de la california mexicana que con antifaz actuaba como el Zorro y con la espada labraba una Z como identificación. Pero en el caso del “zorro” mexicano no obstante su anonimato, le siguen casi 5 mil “amigos” en Facebook, casi todos simpatizantes de AMLO.

Tras las acusaciones, “el zorro” termina su libelo acosando a quienes defienden a Carmen y dice: “para los morbosos, (que) sigan a Aristegui Noticias, confirmaran que la titular de ese espacio empresarial de comunicación capitalizara su exitoso escándalo por los siguientes días. Así es ella, siempre fue así.” (y firma) Don Diego de la Vega con una Z al final.

El “zorro”, nos informó un periodista más joven, “es egresado de estudios de comunicación, es buena persona y se convirtió en activista pro-AMLO”. No sabemos más de él. Su libelo consiguió el mismo día más de 800 reacciones en esta red social, en su mayoría de asentimiento con lo escrito y con añadidos de ofensas de todo tipo contra la mujer periodista.

Este reportero preguntó su opinión sobre ese texto en el espacio de Facebook que comparte solo con periodistas profesionales. En un día 46 mujeres y hombres, colegas de trayectoria comprobada, se pronunciaron en defensa del profesionalismo de Carmen Aristegui. Hubo quien adjetivó el texto del “zorro” como deleznable y otros reprocharon a este reportero por haber colocado el libelo en una área de pares.

Otros líbelos

Antes de la vejación presidencial a Carmen se conocieron al menos otros dos libelos harto difundidos, también contra periodistas profesionales que incomodan a los poderes.

Uno apareció el 12 de agosto de 2018 en el semanario Proceso con el título El top ten del chayote firmado por Julio C Roa, quien asegura ser “periodista internacional.

Su “trabajo” consistió en entresacar datos de un estudio académico y sesgarlos para poder acusar. Del informe Dinero bajo la mesa elaborado por la académica María Amparo Casar y Luis Carlos Ugalde, ese supuesto periodista internacional señaló como beneficiario de recibir dinero sucio a Raymundo Riva Palacio, entre otros periodistas; sin pruebas documentales específicas les acusó de “vividores”. La mayoría ya habían sido vejados por la palabra del entonces presidente electo.

Riva Palacio demandó al autor y a la revista por difamación. A mediados de 2021 ganó el juicio y Proceso ofreció una disculpa.

Otro caso de vejación pública, que se reforzó con libelo ocurrió el 21 de julio de 2021 cuando se acusó de “mentiroso” a Julio Hernández López, en la sección Quién es quién de la conferencia de prensa matutina presidencial.

Desde ese día varios anónimos “revivieron” en Twitter y otras redes sociales el libelo que antes había circulado el columnista Ricardo Alemán, quien a su vez lo había tomado de otro más antiguo de corte policiaco. Allí se enderezan adjetivos contra Julio Astillero como “porro”, corrupto, que “navega con banderas de izquierda”.

Julio Hernández López reaccionó de inmediato a los señalamientos que le hicieron en la tribuna presidencial para no dejar que creciera el clima de linchamiento y logró que le dieran acceso a la mañanera de Palacio Nacional el 28 de julio. Llevó documentos para probar que no mentía en la denuncia que había hecho de que “El gobierno (federal) engaña con la reserva rural de San Miguelito” y beneficia a grupos empresariales inmobiliarios.”

Los tres casos de Carmen, Raymundo y Julio vejados por descalificaciones presidenciales tienen otro hilo de coincidencia con esos libelos que intencionalmente crean climas de linchamiento mediático en su contra.

Este reportero no tiene evidencias de que tales libelos provengan de una sola fuente intelectual, pero sí que han descascarado la credibilidad de los periodistas ante segmentos de población, les han estigmatizado como enemigos del proyecto presidencial y además posibilitan agresiones más violentas que las verbales. Los tres hoy hacen el periodismo profesional que hacían desde hace más de 4 regímenes presidenciales y que incomoda a los poderes.

Finalmente, este reportero coincide con lo que escuchó en su casa y en otros ámbitos: En sus batallas políticas, el Presidente comete un error táctico al vejar, acusar de adversarios y, en consecuencia, alejar a periodistas profesionales con credibilidad, en lugar de refutar la críticas con información suficiente y mostrar así que se puede tener otro tipo de relación, distinta a la del pasado. Una relación con más inteligencia.

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