Apoyos nulos y deficientes de autoridades para familias víctimas de feminicidio en Oaxaca: Tribunal Feminista

 

  • Miedo, tristeza y enojo, entre los impactos psicosociales en la búsqueda de verdad, justicia y reparación
  • Hijas e hijos en riesgo y alta vulnerabilidad, sin atención psicológica ni asistencia adecuada

Sara Lovera/enviada y Guadalupe López García

SemMéxico, Oaxaca de Juárez, 1 de diciembre de 2021.- Los apoyos a familiares de víctimas de feminicidio, sobre todo para sus hijas e hijos y de quienes dan seguimiento a las indagaciones, son nulos o deficientes para afrontar el dolor por las pérdidas, determinó en su Resolución el jurado del Tribunal Feminista contra el Feminicidio en Oaxaca, en el que se presentaron siete casos el 29 y 30 de noviembre, en esta ciudad.

Adicionalmente, ante el actuar indolente de las autoridades, la revictimización, el retardo injustificado en los procesos, la violencia institucional y la impunidad, los familiares, en especial, las madres de las víctimas, han referido sentimientos de rabia, desgaste emocional e indignación hacia el sistema de justicia, concluyeron las jueces María de la Luz Estrada Mendoza, Ruth Fierro Pineda, Norma González Benítez, Ana Yeli Pérez Garrido y Karla Micheel Salas Ramírez.

En cuanto a los impactos psicosociales en las familias en su búsqueda de verdad, justicia y reparación, el jurado del Tribunal —convocado por Consorcio para El Diálogo Parlamentario y la Equidad, Oaxaca, la Colectiva de Madres contra el Feminicidio y la Impunidad y el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF)— expresó su preocupación de sobremanera, ante el total abandono institucional a hermanos, hijas e hijos de las mujeres asesinadas, víctimas indirectas en estos delitos.

Se identificó que no hay atención psicológica ni de asistencia adecuada para las y los niños, sobre todo cuando presencian los hechos, como ocurrió con el feminicidio de Quedma Ramírez Torres (35 años), asesinada mientras dormía junto a su hija, por su concubino Erasmo Ramiro López Castaneira, el 22 de junio de 2013, y con el de María Carmen Paula Burgos Calvo (63 años), asesinada por su vecino Cirilo Raymundo Morán Morales, el 5 de mayo de 2021. Ambos casos fueron presentados en el Tribunal por Minerva, hermana de Quedma, y Norma Hernández, prima de María Carmen.

Entre los daños encontrados en las y los menores están cambios conductuales, vulnerabilidad y falta de atención para los procesos de guarda y custodia que garanticen el interés superior de la niñez, como en el caso de los hijos de Melisa Areli Rojas Pastrana, de 29 años, asesinada por su concubino Miguel Ángel Chávez Nieto, el 20 de diciembre de 2020, quienes se encuentran con la familia del feminicida, de acuerdo con el testimonio de Gerarda Pastrana, madre de Melisa.

En su Resolución, las juezas destacan que en los impactos psicosociales existen similitudes en todos los casos, en cuanto a los sentimientos de desconsuelo, tristeza, crisis cíclicas de llanto, depresión, estrés postraumático, ansiedad, incertidumbre, enojo, decepción, impotencia, fatalismo, miedo y a veces pérdida de confianza en la humanidad.

Las repercusiones en la salud son insomnio, sensación de asfixia, cansancio físico y emocional extremo, taquicardias, dolores físicos y enfermedades diversas. Algunas víctimas indirectas han perdido sus trabajos, afectando severamente su economía. Del mismo modo, hay distanciamientos, aislamiento social, ruptura del núcleo familiar o en algunos hombres el recurrir al alcohol, ante la falta de herramientas psicoemocionales necesarias para hacer frente al dolor.

“La atención psicológica sí me ayuda, pero siento que nada lo puede curar. Lo que necesito es justicia para mi hija”, puntualizó Luz del Carmen Cámara, quien narró lo sucedido a su hija Lizbeth Jiménez, de 19 años, asesinada por su concubino Guillermo José Medina Carrizosa, el 29 de abril de 2018. “No me gustaría que ninguna madre pasara por esto. Es algo que te deja vacía”, relató en el primer día del Tribunal.

Las madres de víctimas de feminicidio somos “mujeres rotas”, expresó Soledad Jarquín, quien expuso el caso de su hija María del Sol Cruz Jarquín (27 años), asesinada junto con Pamela Terán (27 años), por hombres no identificados, el 2 de junio de 2018. Para Elvira Camacho, madre de Ivón Jiménez Camacho (20 años), asesinada por su novio Kevin González Rojo Martínez, el 6 de agosto de 2013, ellas son “madres y familias destrozadas”.

Las juezas detallaron que la violencia feminicida y la impunidad han generado miedo en las sobrevivientes, en las familias y en la comunidad. “Ya no vivimos tranquilas. Tenemos más hijas y tememos que le pase a otra lo mismo”, señaló Minerva, en tanto que Luz del Carmen mencionó que, por miedo, a veces los testigos tampoco quieren aportar información sobre la violencia que presenciaron.

Norma apuntó que ese miedo puede transformarse cuando no están solas, cuando las familias de estas mujeres son acompañadas. Ante el asesinato de su prima, “al pueblo le dio coraje, indignación. Se unieron las mujeres, hicieron marchas”. Las juezas hicieron énfasis en que la respuesta de la comunidad es importante, pues forma parte de la justicia, implica dejar de ser cómplices, dejar de guardar silencio, para colocarse del lado de la dignidad, de la exigencia de justicia a partir de la indignación, como lo indicó Elvira: “Acabaron con nosotras y acabaron con el miedo”.

Soila Elizabeth, madre de Dafne Denisse Carreño Bengochea (21 años), asesinada por su novio Alejandro Enrique Rivera López, el 9 de abril de 2013, dijo que todas las mujeres, niñas y adolescentes que les han arrebatado son vidas que han dejado un vacío en su familia, pero también en la comunidad y la nuestra sociedad. Su hija era su amiga, su confidente, su compañera de vida. Era buena; “le gustaba ayudar a la gente que lo necesitaba”.

En el Tribunal causó indignación que las autoridades, con el ímpetu de obstruir la justicia, hayan afirmado con sus omisiones y negligencias que Lizbeth se haya suicidado, como lo dijo su asesino. Lizbeth “amaban la vida”, por eso no pudo quitarse la vida, de acuerdo con su madre.

Gerarda recordó a Melisa como una joven muy buena, trabajadora y siempre sonriente. Elvira mencionó que Ivón “quería mucho la vida, era una niña muy feliz, muy sociable, siempre sonriente”. Por su parte, Soledad describió a su hija como una joven “buena onda”, apegada a ella. Era la fotógrafa más pequeña cubriendo procesos electorales.

Después de escuchar los testimonios, efectuar preguntas adicionales, revisar expedientes, el Tribunal reiteró la importancia de los procesos de memoria, la indignación y el acompañamiento de la comunidad, como los rituales de duelo y los mensajes de aliento para continuar la búsqueda de justicia, como medida de no repetición y para que otras mujeres no sean violentadas.  Para el Tribunal, el silencio provoca impunidad y miedo y da poder al agresor.