Benditas remesas .

** HACERLO MEJOR .

/ Verónica Baz /

En varias ocasiones López Obrador se ha referido a las remesas como una “bendición”, y lo son pues representan el 4 por ciento del PIB en un sexenio donde el crecimiento económico será muy bajo. La dependencia de estos ingresos es enorme y por eso las remesas son tan relevantes.

Muchos analistas pronosticaron hace unos años que las remesas caerían, pero sucedió todo lo contrario. Este año se han roto máximos históricos, volviéndose México en el segundo receptor de remesas a nivel mundial, sólo superado por India.

Explicaciones hay muchas. Se trata de más mexicanos cruzando la frontera, un dólar fuerte que alcanza para comprar más, mayor inflación, que pone en problemas a muchas familias en México, migrantes que acabaron quedándose más tiempo del que pronosticaron, transferencias del gobierno estadounidense a sectores de la población y tecnología que permite enviar recursos con menor esfuerzo.

Las remesas distan de ser un fenómeno homogéneo. Por ejemplo, en el año 2000 la mayoría de los mexicanos del otro lado de la frontera trabajaban en actividades relacionadas con comercio y manufacturas, mientras que ahora están principalmente en el sector de la construcción. Asimismo, no todas las entidades en México reciben remesas en la misma proporción ni tienen el mismo nivel de dependencia. Sólo siete entidades concentran el 50 por ciento de las remesas, siendo las de mayor dependencia Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Zacatecas, Nayarit y Guanajuato.

 

A lo largo de los años hay fenómenos que han cambiado y otros que no tanto. Mientras que en el año 2000 habría un predominio de hombres haciendo las transferencias y el costo de envío era de 12 dólares por una cantidad de 300 dólares, hoy el 32 por ciento de las remesas son transferidas por mujeres y la tecnología ha permitido reducir los costos de envío a casi la mitad.

Sin embargo, uno de los focos rojos indica que, durante décadas, las remesas se han destinado a comprar comida y vestido, seguido de gastos en salud y pago de deudas. Muchas personas no salen del ciclo de recibir remesas comprar algún producto a plazos y luego depender de envíos futuros de dinero para pagar capital pero, sobre todo, altas tasas de interés. Así, estos recursos, están destinados a actividades de “sobrevivencia” y poco se invierte en actividades productivas.

En cuanto al análisis de las remesas, muchos estudios de pobreza no las han considerado en el pasado, dejando a un lado la posibilidad de poder entender más sobre su impacto. Asimismo, cada vez más personas y autoridades en Estados Unidos levantan la mano para señalar que se dé mayor seguimiento a las alertas acerca del uso indebido de los mecanismos para enviar dinero, ya que el crimen organizado las utiliza también para lavar dinero.

Al respecto, especialistas han hecho notar que, algunos de los municipios que reciben una mayor cantidad de remesas, no son municipios expulsores de migrantes. Así, de las transferencias que llegan de Estados Unidos, no queda claro que todo sea producto de migrantes ayudando a sus familias.

Llevar estas sospechas a sus últimas consecuencias está lejos de ser uno de los principales objetivos de este gobierno, más cuando se aproximan tiempos electorales. Pero lo que sí se requiere es alertar sobre los riesgos y los costos ocultos pues hoy, más que nunca, el riesgo de morir, desaparecer, o ser engañado es alto. En este, como en muchos otros rubros, queda claro que cada sector que no esté regulado y supervisado por las autoridades, caerá fácilmente en manos de quienes operan al margen de la ley.