Tres en Raya
Verónica Malo Guzman.
Elon Musk compró Twitter. Después de un largo proceso se hizo de la red social más importante del planeta centrada en el debate político. Y como parte de su impronta, ya empezó a realizar cambios que impactarán la forma en que el pajarito azul seguirá “volando” —o no—. Musk es un genio por lo que a cuestiones de desarrollo de tecnología se refiere; desde sus coches eléctricos, hasta el lanzamiento de cohetes al espacio (trabaja de la mano con la NASA). No olvidar que fue fundador de Space X y de PayPal (si bien esta compañía ya no es de él), entre otros varios proyectos.
Uno de los hombres más ricos y poderosos del mundo, ahora acrecenta este hecho de forma exponencial al tener una red social conocida por su poder de influencia en las cúpulas de todos los ámbitos del quehacer social del mundo.
Pues bien, con una de las herramientas de comunicación más influyentes del planeta, Musk le está abriendo de par en par el escenario virtual a Donald Trump, y con ello volverá a permitir que su voz sea amplificada. Esto es, un hombre sin escrúpulos está por poner la presidencia de Estados Unidos en manos de otro hombre sin escrúpulos. No exagero.
Argumentando ‘libertad de expresión’ —y que ya es dueño de la red y puede hacer con ella lo que le plazca—, Musk ya permitió el reingreso de Trump y sus cuentas. El rey de las “fake news”, Trump tendrá ahora a su servicio un medio para desperdigarlas sin ningún control. Por así convenir a sus intereses económicos y sus preferencias políticas, el magnate hace de lado un hecho muy importante: fue desde Twitter que ‘el copete naranja’ azuzó a sus seguidores para intentar el golpe de Estado en EU aquel 6 de enero. Sí, convenientemente olvida —y quiere que los usuarios de la red hagamos lo mismo— que Trump fue el primer instigador de la toma del Capitolio y quien no reconoció el resultado de las elecciones donde perdió la presidencia estadounidense.
El regreso de Trump a Twitter, patrocinado por Musk, muestra también la incongruencia de lo que este último personaje más se ufana. Quien presume ser un defensor del medio ambiente y de las energías renovables, apoya a uno de los peores defenestradores del medio ambiente que existen. Trump fue quien sacó a Estados Unidos del Acuerdo de París, marco de negociaciones internacionales que tienen por objeto alentar la disminución de las emisiones contaminantes entre sus naciones firmantes.
Fue también Trump quien permitió la construcción de un oleoducto por zonas consideradas reservas naturales y también en aguas dulces limpias, que en caso de contaminación tendrían implicaciones mortales para una buena parte de la población estadounidense. Donald Trump jura que el cambio climático no existe (no importando la evidencia) e impulsa la quema de carbón, petróleo y pone en jaque grandes reservas de agua y de bosques.
Musk, siendo emigrante (nació en Sudáfrica, después obtuvo la nacionalidad canadiense por su progenitora y posteriormente la estadounidense por conveniencia), apoya a Trump y sus ideas de prohibir la migración a Estados Unidos. Ya conocemos cómo trata el ex mandatario estadounidense a quienes intentan cruzar el Río Bravo.
Sus comentarios en contra de los migrantes y de separar a los padres de sus hijos menores de edad, dan una idea del error que es abrirle de par en par la reja para comunicar tanto horror en la mencionada red. Twitter se convertirá en una vía de comunicación política para individuos de terrible catadura como lo es Trump. El futuro de esta red no es halagüeño.
Aun cumpliendo con la normatividad europea para redes sociales (Estados Unidos carece de las mismas), Elon Musk hará su propio reglamento para Twitter. Diseminará sus ideas con su propio megáfono (basta ver su propuesta para la guerra ruso-ucraniana) y callará a quien él considere.
El boicot del que no pocos usuarios ya hablan pudiera llegar al abandono masivo de la red, pero existen otros tipos de boicots como sería el no seguir a la amenaza naranja o inclusive bloquearlo.
Hay mucho más en juego que el orgullo y presunción de un genio millonario con malas cataduras políticas. Estados Unidos puede volver a caer en las garras de un hombre terrible.