Casas incómodas

**Números Rojos /
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/ Brenda Caballero

Ya lo dice el viejo y conocido refrán: el dinero y el amor no pueden ocultarse, aunque le agregaría que en tiempos de redes sociales, con un simple celular, empiezan a viralizarse, al grado de que la noticia corre como reguero de pólvora, ocasionando malestares, preguntas, chistes y hasta memes.

Así amanecimos este viernes, cuando la investigación de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad en coordinación con LatinUs mostró la “austeridad” con la que supuestamente vivió José Ramón López Beltrán y su esposa Carolyn Adams en Houston, Texas, entre el 2019 y 2020 al ocupar una residencia propiedad de Keith L. Schilling, alto ejecutivo de Baker Hughes, compañía que tiene contratos petroleros por más de 151 millones de dólares con Pemex, y que actualmente es proveedor de la refinería Dos Bocas.

¿Por qué ocuparon esa lujosa vivienda? ¿Fue acaso pago de favores por los contratos adquiridos? Sin duda más que pensar en que haya una incongruencia con el discurso presidencial que pregona todos los días el Presidente, por la “austeridad” en la que vive su hijo, llama la atención la existencia de un posible conflicto de interés. Seguramente no veremos que la Función Pública investigue, tal y como sucedió con la famosa Casa Blanca, misma que surgió también de una investigación periodística de Carmen Aristegui, que marcó de corrupto e impune el sexenio de Enrique Peña Nieto, quien crucificó a la entonces esposa del Presidente, Angélica Rivera, a pesar de la explicación que diera a través de los medios de comunicación con bolitas y palitos.

Dudo mucho que hoy en día, veamos a un Roberto Salcedo Aquino iniciando una investigación desde la secretaría de la Función Pública, como en su momento Virgilio Andrade simuló con la Casa Blanca, pero sí existe una gran probabilidad de que la empresa Baker Hughes investigue a su empleado. Ese sí sería otro rollo.

Por lo pronto, José Ramón puede presumir que su esposa lo mantiene, y que hasta le levantó una casa de lujo en tiempo récord, también valuada en varios milloncitos de pesos.

Si bien Carlos Loret de Mola viralizó la investigación, el trabajo lleva el sello de los periodistas de investigación, especialistas en hurgar las redes de corrupción: Raúl Olmos, Verónica Anaya y Mario Gutiérrez Vega. Recordemos que Raúl ha colaborado profundamente en el caso #Odebrecht con pruebas documentales que hoy tienen preso a Lozoya.

Pero no es la única casa incómoda de la 4T. La semana pasada también salió a relucir el nombre de Santiago Nieto Castillo, ex titular de la Unidad de Inteligencia Financiera y del empresario Ricardo Salinas Pliego, dueño del Banco Azteca, por el crédito que supuestamente dio a Santiago Nieto para adquirir una casa de 28 millones 500 mil pesos y no de 24 millones como había dicho. Así lo declaró el mismo Santiago, aunque nunca dijo qué banco le había otorgado ese crédito.

Fue el Diario Reforma, el que dio a conocer al Banco Azteca como el prestamista. Sin embargo, el Banco Azteca no otorga ese producto a sus clientes: el crédito hipotecario… solo créditos al consumo, de nómina y en efectivo, hasta por 70 mil pesos. ¿Otro pago de favores? ¿Conflicto de interés? Y la pregunta que viene a la cabeza de inmediato es: ¿cómo paga ese crédito millonario una persona que está desempleada?

¿Cuántos más caerán por sus casas? Todo esto nos deja una enseñanza: “En tiempos de la 4T, más vale tener casa chica”.

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