CJNG RECLUTA HAITIANOS EN MEXICO

*Les han comenzado a enseñar parkour y manejo de drones para cometer robos a casas habitación en la CDMX.

*Sus entrenamientos los efectúan en las inmediaciones de Ciudad Universitaria, bajo la supervisión de entrenadores mexicanos e ingleses.

*Un integrante de la célula delictiva revela que “El Mencho” padece diabetes, está dializado y postrado en cama por lo deteriorado de su salud.

**PLUMA FUENTE.

/ JUAN BERMÚDEZ /

Por primera vez en la historia del periodismo mexicano, integrantes del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), revelaron su más novedoso “modus operandi” que emplean en la Ciudad de México para acrecentar los tentáculos de esta organización que encabeza desde hace una década, Rubén o “Nemesio” Oseguera Cervantes alias “El Mencho”, de 55 años de edad.

El autor de esta columna fue puesto en contacto con un sujeto identificado como “El Pato”, líder del CJNG en la capital del país, quien se encarga de mover a las demás agrupaciones delictivas dedicadas al narcomenudeo, el secuestro, la extorsión, trata de personas, cobro de piso, asesinato por encargo y robo a casa-habitación.

El encuentro –estimados lectores-, se dio el vienes 24 de septiembre a las 13:00 horas, frente a la estación Salto del Agua, de la línea 8 de Metro, que va de Garibaldi a Constitución de 1917 o viceversa, aunque para ello, hubo ciertas restricciones.

Una vez que se había pactado el encuentro vía telefónica, los sujetos que llamaron a mi teléfono celular, me pidieron que les dijera que tipo de ropa llevaría así como mi descripción física; además, que les indicara el lugar exacto donde les estaría esperando y sobre todo, que fuera solo.

Una vez que me encontraba en el lugar, frente a mí se estacionó una camioneta de color blanco, con vidrios polarizados, tipo suburban, muy lujosa. Uno de los cuatro tripulantes que iba como copiloto –a quien no describiré fisicamente- de inmediato bajó el cristal de la ventana y me dijo de manera muy amable: “súbase señor, ya el patrón lo está esperando”.

Una vez dentro del vehículo, aquel hombre ordenó a dos de los tripulantes que me revisaran “para no correr riesgos” y que apagara mi celular. Además me vendaron los ojos y me pidieron que me agachara para que no pudiera percatarme de la ruta que íbamos a tomar.

“No se asuste señor, pero entienda que es por nuestra propia seguridad y la de usted, por lo que tenemos que hacer esto”, dijo en un acento muy similar al que utilizan para hablar los habitantes del bello estado de Jalisco.

No supe realmente cuanto tiempo transcurrió para llegar al destino, ni donde diablos me encontraba, solamente sabía que estábamos en algún lugar de la CDMX. Cuando el vehículo se detuvo, me ayudaron a descender, me pidieron que no me quitara la venda hasta que ellos me lo indicaran.

Me condujeron a la entrada de un inmueble, al mismo tiempo que me guiaban por unas escaleras para que no tropezara y posteriormente me pidieron que me sentara en una silla. Transcurrieron varios minutos, nadie hablaba, solamente escuchaba que se retiraban de ahí y una voz me pidió que me quitara la venda.

Lo primero que alcance a ver era que me encontraba en un cuartucho con paredes cuarteadas, descarapeladas, que tenía una ventana con solamente una tela de color gris, vieja y rota que hacía las veces de cortina y que estaba iluminado con un foco que daba poca luz.

Frente a mí había una pequeña mesa de madera, de esas que se fabricaban en los años 50 y 60, así como un sujeto que se identificó amablemente conmigo como “El Pato”, y para no entrar tanto en detalles, confesó que actualmente el CJNG ha comenzado a reclutar a jóvenes migrantes haitianos que se encuentran varados en la frontera sur y norte del país a cambio de cinco mil pesos mensuales.

A quienes aceptan, de inmediato les ofrecen conseguirles con sus contactos, papeles originales como la credencial del Instituto Nacional Electoral (INE), actas de nacimiento, pasaporte nacional o de turista y la Clave Única de Registro de Población (CURP), aunque no sepan escribir ni hablar en español. Esto, para que no tengan ningún tipo de problema con las autoridades migratorias, en caso de que los detuviesen en las calles.

A varias de esas personas las utilizan para fabricar droga como el cristal y la cocaína en piedra y hacer entregas de paquetes del enervante en distintas direcciones; a otras más las entrenan en el arte del parkour y el manejo de drones con cámara para que se dediquen al robo de casas-habitación en distintas colonias capitalinas de media y alta plusvalía, ubicadas en alcaldías como Iztacalco, Iztapalapa, Venustiano Carranza, Miguel Hidalgo y Cuajimalpa.

“Por órdenes directas de nuestro patrón “El Mencho” los mandamos a cursos intensivos con instructores en Ciudad Universitaria, porque ahí el terreno es completamente apto para que practiquen Parkour sin mayor problema y ahí mismo otros vatos que vienen directamente de Londres, Inglaterra, les enseñan a manejar los drones BGL-DR60 que son muy fáciles de controlar y mantener estáticos”, relata el entrevistado.

Esta disciplina física conocida como Parkour la utilizan los nuevos integrantes de origen haitiano para escalar sin mayor problema las fachadas y moverse por techos y azoteas de las casas que van a robar y el dron lo emplean para sobrevolar y espiar dentro de los domicilios, antes de dar “el golpe”.

También ya los han comenzado a adiestrar en el manejo de las armas blancas y de fuego, para que las utilicen en cualquier situación de peligro.

De acuerdo con los informes de “El Pato”, varios de los migrantes haitianos ya han sido enviados también –sobre todo los que han concluido eficazmente con sus entrenamientos- a las filas de la “organización hermana” La Unión Tepito, donde sirven como sicarios y halcones.

Ahí, dice el informante, los comisionan en distintas colonias para que hagan su “nueva chamba”, se ganen unos centavitos y de paso tengan una casa provisional y comida segura. “Así no andarán pidiendo dinero en la calle ni causando lástimas en su intento de pasarse al gabacho”, resalta.

Y aclara: “por supuesto que ellos están aquí de manera provisional, aunque ninguno ha hecho el intento por darse a la fuga porque ya saben el riesgo que corren, o sea, se les da piso y ni sus restos van a aparecer”.

Todo este método, también lo emplea el CJNG con personas de origen colombiano, venezolano, peruano y de países como Honduras, El Salvador, Nicaragua y Guatemala, como una forma de expandirse rápidamente por la capital, bajo la sombra protectora de altos funcionarios adscritos a la Secretaría de Seguridad Ciudadana.

Su titular, Omar Hamid García Harfuch alias “El Papichulo” o “El Tigre” ha sido constantemente señalado como uno de los benefactores de esa peligrosa agrupación delictiva y amigo cercano de Nemesio Oseguera, pero al mismo tiempo como un traidor, por lo que asegura “El Pato”, ese fue el motivo que provocó el atentado en su contra el 28 de junio 2020, donde sobrevivió a 414 ráfagas.

En este encuentro, el “anfitrión” platicó a su manera sobre la historia de su patrón “El Mencho” y del Cartel al que pertenece, pero aquí amigos lectores, la tratamos de hacer más entendible para ustedes:

Nemesio Oseguera Cervantes, teniendo más de 50 años de edad, ha llegado a la cumbre de su carrera criminal. Identificado como líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, Oseguera, conocido como El Mencho se convirtió en el hombre más buscado de México y Estados Unidos.

Es el segundo mexicano más buscado por Estados Unidos. El primero es Rafael Caro Quintero, El Narco de Narcos, por el asesinato de Enrique Kiki Camarena, ex agente de la DEA (Administración de Control de Drogas, por sus siglas en inglés) de EEUU. Pero inmediatamente después, en la lista de los más buscados, figura el rostro de Nemesio Oseguera, El Mencho, líder del CJNG.

La historia de Oseguera Cervantes es extraordinaria porque la gran mayoría de narcos mexicanos de su generación han sido apresados o han muerto violentamente. Según la acusación del Departamento de Justicia de EEUU, El Mencho dirige el CJNG ―o su versión embrionaria― al menos desde el año 2000 y ha logrado expandirlo a la mayoría de los estados de México y a varias ciudades de los Estados Unidos. Sus primeros pasos en el narco los dio, sin embargo, bastante antes.

Pero, ¿quién es El Mencho y por qué el gobierno de Estados Unidos ofrece USD 10 millones de recompensa por información que conduzca a su captura?

En Naranjo de Chila ―un pueblo al sureste de Michoacán― nació el 17 de julio de 1966 Nemesio Oseguera Cervantes, uno de los seis hermanos de una familia de productores de aguacate.

Dicen que lo bautizaron con el nombre de Rubén y él se hizo llamar Nemesio en honor a su padrino. También dicen que su cuna es el municipio de Naranjo de Chila y otros que fue Uruapan o Aguililla. Tal vez fue este último porque allí, apenas siendo un niño que recién abandonaba la escuela en el quinto año de primaria, se contrató para cuidar los campos de aguacate, propiedad de los Valencia.

De esta familia, conocida primero como el Cártel del Aguacate (porque traficaba la marihuana escondida en los cargamentos de ese fruto), nació el Cártel del Milenio cuando saltaron a la siembra de marihuana y amapola. Tan poderosos eran en su tierra que uno de ellos, José, incluso llegó a alcalde en 1989, postulado por el PRD. Con ellos, apenas adolescente, “El Mencho” se hizo vigilante de los plantíos y traficante después.

Sin embargo, debió haber soñado con algo más que aguacates, porque en pocos años empacó y se mudó al norte de California, Estados Unidos.

A los 20 años, para 1986, –narra el entrevistado- ya había emigrado a Estados Unidos. Vivía en la bahía de San Francisco, en California, donde se involucró con una banda de tráfico de heroína y metanfetamina e intentó construir una red de clientes como dealer. El periodista estadounidense Josh Eells, en un reportaje publicado en la revista Rolling Stone y con base en información de autoridades de Estados Unidos, afirma que Abigael González Valencia, “El Cuini”, cuñado de Oseguera Cervantes, lo formó en el negocio de las drogas.

Fue detenido en 1986 cuando él y su hermano mayor, Abraham Oseguera, vendieron heroína a dos policías encubiertos; en 1992 fueron enviados a una prisión federal y luego deportados. Una foto de reserva del incidente muestra al Mencho, de 19 años, con una sudadera con capucha y con acné en la cara.

Dos meses después, nació su primer hija: Jessica Johanna Oseguera.

Al salir de prisión, en 1997, se enroló como policía municipal en Tomatlán, Jalisco. Allí se vinculó con los hermanos Nava Valencia del Cártel del Milenio, y con Nacho Coronel, del Cártel del Pacífico, como también llamaban a la organización criminal del Chapo Guzmán.

Con ellos, al dejar la policía, “El Mencho” se convirtió en una especie de consejero de seguridad y una pieza estratégica en el tráfico de drogas sintéticas a Estados Unidos gracias a su experiencia en aquel país.

Desde la formación del CJNG en 2011, Rubén “El Mencho” pronto logró expandirse en casi todo México y tiene presencia internacional en Estados Unidos, Colombia y, sin confirmar, en Canadá, Argentina, Holanda, Ghana, Nigeria, Marruecos, Rusia, China, Corea del Sur, Alemania, Perú, Centroamérica, Bolivia, Malasia, Indonesia, Vietnam, Polonia, Australia, y Camboya, con lo que habría superado en 2018 al Cártel de Sinaloa en el tráfico de alucinógenos, de acuerdo con diversos reportes.

Rubén Oseguera Cervantes –su verdadero nombre- se esconde en las montañas de Jalisco y, según confirma “El Pato” padece diabetes e insuficiencia renal, un mal que lo mantiene con diálisis y atado a una cama, por lo que en un futuro, la organización sería dirigida por sus lugartenientes.

Su presunto padecimiento lo ubica como persona vulnerable ante la pandemia de COVID-19.

Cabe recordar que en febrero de 2020, los gobiernos de México y de EEUU dieron un golpe al criminal cuando el hijo de “El Mencho”, Rubén Oseguera González, alias “El Menchito”, fue extraditado, y su hija, Jessica Johanna Oseguera González, fue detenida mientras acudía a una de las audiencias de su hermano.

Una vez que concluyó el encuentro, “El Pato” indicó al autor de esta columna que de nueva cuenta se pusiera la venda en los ojos, que el apodo era falso y que no lo describiera físicamente, al tiempo que llamó a los mismos colaboradores para que lo fueran a dejar al mismo sitio donde “lo levantaron”.

Estimados lectores, una vez que llegamos sobre el Eje Central Lázaro Cárdenas, frente a la entrada de la estación del Metro Salto del Agua, uno de los cuatro acompañantes me quitó la venda de los ojos, me pidieron que descendiera de la camioneta, se despidieron de mí y de inmediato se fueron con rumbo desconocido.

He de confesar que cuando ingresé al Metro para dirigirme a mi domicilio, durante el trayecto sentí que en todo momento me seguían, que me observaban, aunque traté de no mostrarme nervioso “por si las moscas”; al mismo tiempo que pensaba “vaya experiencia que acabo de vivir” y por fortuna, estoy aquí con ustedes para contársela.

En esta ocasión, no habrá sección APUNTES FIDEDIGNOS, porque considero que este tema es bueno y no amerita rematarse con datos completamente ajenos. Pero eso sí, mientras tanto, ¡¡¡seguiremos informando!!!

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