“Nos hacen ver que más rápido de lo que se congela un T-bone, ahora algunas feministas replicaron la toma de las oficinas de la CNDH, ahora en Ecatepec. Resulta que una de las sedes estatales fue tomada y lo mismo se pretendía hacer con una en Morelia, con la idea de “dialogar con Rosario Piedra”. Por lo pronto, en las oficinas del Centro Histórico, avanza la configuración del mismo modus operandi con el que grupos externos a la UNAM se apoderaron, al parecer para siempre, del auditorio Justo Sierra, mejor conocido como Che Guevara. Hay quien supone que una vez hechos y aceptados los pliegos petitorios seguirá conceder todo, aunque se irán ampliando ad infinitum las peticiones. Uf, mejor tocar bisteces, perdón, madera”, se comenta en Rozones de la Razón.
Una táctica de guerrilla urbana, que conoce bien -desde las entrañas- el ahora Presidente López Obrador, ya que es y fue, parte de la resistencia, de la oposición sistemática al “estatus quo”, que paradójicamente preside en una de las tantas contradicciones que hoy lo envuelve.
Grupos, que no forman parte del fenómeno social “tribu urbana”, y que se cuelan en las acciones feministas cuyo movimiento nacional -legítimo y válido- deben estar atento a no tolerar tal infiltración que busca utilizarlas con fines políticos.
Nada tienen que ver estos grupos entrenados () con las mujeres feministas de la 4a. Ola, cuya rabia extrema emana de la injusticia que provoca la indolencia y la creciente violencia contra mujeres y niñas.
Tampoco, el comentario exime a la represión policial que, aprovechando la infiltración, agreden a mujeres que ocupan espacios en su legítimo derecho de protesta contra las omisiones de un deber legal por parte de autoridades mexicanas. #Opinión
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