Comunicación Sociológica

** EL TINTERO DE LAS MUSAS.

/ POR GILDA MONTAÑO /

Cada día las noticias me tienen más atónita que estupefacta. Estoy cansada de oír
como nota principal del día puros sinsabores: muerte, asesinatos, golpes,
capturas, secuestros, guerras anunciadas entre países de hermanos, y un Papa que
se está muriendo de tanto trabajar. Es por eso que prefiero darme a la tarea de
investigar para ustedes lo más importante de las ciencias, para compartirlo y que
después podamos platicarlo. Sigo pues en el rollo de las ciencias sociales, y de
uno de sus autores más importantes: Wright Mills que escribió “La imaginación
sociológica”, en el Fondo de Cultura Económica, en nuestro país, en el año de
1986.

Nuestra forma de incidir en la historia de la gente que nos rodea es
escribiéndola. Como consecuencia de la crisis de los grandes, y ampliamente
compartidos, paradigmas historiográficos del siglo XX, el historiador –en los
años ochenta— ha venido replegando su voluntad –colectiva y crítica—de
progreso historiográfico a la aportación individual, y con frecuencia al
academicismo, retrocediendo en no pocos casos a las vetustas certezas
positivistas de que la historia se hace con documentos, y punto. Que estemos
aquí y ahora volviendo a planear, a finales del siglo de los extremos, el papel de la
voluntad en el devenir de la historia, es decir, la historia que queremos, no es más
que un síntoma-efecto del retorno del sujeto histórico e historiográfico, del
regreso del historiador como sujeto colectivo. Retorno que habremos de

impulsar al máximo sin olvidar la realidad historiográfica, que sin embargo se
mueve…

Nuestra propuesta es que hay que intervenir colectivamente en la
transformación de paradigmas que están en marcha, esto es, hacer más
consciente al proceso de transición de la historiografía del siglo XX a la
historiografía del siglo XXI. Estamos convencidos de que puede resultar de todo
ello un rearme de la historia como proyecto científico y como proyecto social,
una recuperación del compromiso del historiador con la disciplina y con la
sociedad.

Tres son los paradigmas, de la escuela de Annales y del materialismo
histórico, que –previa reformulación radical— el nuevo paradigma precisa, según
nuestro criterio, para constituirse como tal, para ser hegemónico –y no sólo
vanguardista—, para que a través suyo la historia renueve su credibilidad
científica y social:

Ciertamente una nueva historia social que asuma el rol de la mentalidad y
de la política, del género y del lenguaje, del acontecimiento y del individuo, y que
conecte con la historiografía marxista inglesa, sin duda alguna la aportación más
sobresaliente de la historia social a la historiografía del siglo XX, pasó obligado
para algo tan indispensable hoy como volver a estudiar los protagonistas
colectivos de la historia.

Sigue siendo imprescindible por consiguiente la historia social, una historia
social renovada que, por lo demás, ya está en marcha, a partir de la mejor

tradición angloamericana (…) y, últimamente, de los propios resultados del
tournant critique de Annales.

Frente al fenómeno de la super especialización y del desmigajamiento de
métodos y de temas, estamos asistiendo a un movimiento en sentido contrario
–aunque todavía débil— de reunificación de géneros, como ya hemos comentado
arriba, al hablar de la propensión de la historia social más que de la historia
económica.

El presentismo ambiental, la idea de que el mañana será igual al presente, y
que el pasado no interesa, de que la historia llegó a su fin, nos obliga a variar el
orden de los factores en la vieja relación pasado/presente/futuro: hay que
estudiar el pasado para conquistar el futuro y comprender así mejor el presente, a
fin de transformarlo. La crítica esencial al presente es demostrar aquí y ahora,
como historiadores, que existe el futuro. Y no se trata de que los historiadores
tengamos que ser profetas o adivinos, ni siquiera de coadyuvar en una
transformación social, sino de algo mucho más simple: ayudar a que el hombre y
la mujer de hoy en día vean claro que hay futuros alternativos, que el futuro
existe porque existe el pasado, y nosotros lo sabemos mejor que nadie.
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