Crónica. Buscar en el Ajusco a Ana Ameli, su hija desaparecida.

*Han pasado más de quince días sin que Vanessa Gámez y Ricardo García tengan noticias del paradero de su hija Ana Ameli, pero han logrado convocar este mega operativo de búsqueda el cual es una excepción en un país donde la prontitud es casi inexistente.

/Escrito por Wendy Rayón Garay /

05.08.2025 /CimacNoticias.com/ Ciudad de México.- A lo lejos, se divisa al tercer grupo de búsqueda quiene regresan al punto de encuentro, Vanessa Gámez, madre de Ana Ameli, llega con una pala en la mano y con el rostro marcado por la incertidumbre. Durante el día, emprendió lo que fue la mayor búsqueda de una persona desaparecida en la Ciudad de México en ámbito abierto.

El tiempo para localizarla con vida se agota, hay un despliego de personal impresionante que llega quince días tarde, ya que los primeros cuatro días después de una desaparición son los más importantes. Con el paso de los días, la segunda hipótesis de la Fiscalía, donde se determina que logró salir del Pico del Águila, cobra mayor fuerza.

-Señora, ¿qué sigue?– preguntó una reportera.

-¿Qué sigue? Seguir buscando

Con el sol en su punto más alto, dos de los tres grupos solidarios junto con elementos del Ejército mexicano, la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (CORENADR), la Fiscalía de la Ciudad de México y la Comisión de Búsqueda de Personas de la Ciudad de México, descansan bajo la sombra de los árboles. Se han convocado a más de 300 personas en el Ajusco con un mismo objetivo: ubicar a Ana Ameli desaparecida el pasado 12 julio, sus padres son quienes lideran la expedición.

Este copioso grupo de personas que se sumaron a la búsqueda de Ana Ameli en el Ajusco que incluyó a las autoridades, grupos solidarios, así como prensa, convocó desde las 6 de la mañana en el metro Chabacano, de ahí en conjunto subirían a la zona serrana. El terreno es inhóspito en las zonas más altas donde la desolación del sitio estremece y requiere un equipo especializado.

Han pasado más de quince días sin que Vanessa Gámez y Ricardo García tengan noticias del paradero de su hija Ana Ameli, pero han logrado convocar este mega operativo de búsqueda el cual es una excepción en un país donde la prontitud es casi inexistente y donde las madres buscadoras emprenden acciones completamente lejos del Estado mexicano para localizar a su hija desaparecida.

La esperanza está entre las y los presentes. Todas las personas ahí reunidas miran con sagacidad, afinan los sentidos para contribuir con alguna pista, para dar indicios que permitan ubicar a Ana Ameli. En el centro de las miradas está Vanessa, su madre quien en ese día de frío serrano y atípicamente exento de lluvia en la capital del país porta una blusa blanca a rallas azules con un chaleco impermeable que le permite tener libertad de movimiento para sostener el altavoz, papeles, una pala o lo que necesiten sus brazos para tenerlos libres y rasgar la tierra cuando así se requiriera.

Ahora, Vanessa va acompañada de un séquito de más de 300 personas, confía en que alguna de ellas así como los binomios caninos entrenados para detectar por el olfato a personas desaparecidas, puedan hacer la diferencia.

Han transcurrido tres horas desde que recorrieron y rastrearon dos zonas del paraje conocido como el Tianguillo. El resultado fue escaso: apenas cuatro prendas desgastadas por el tiempo y el cráneo de un animal, pero ningún indicio sobre el paradero de Ana Ameli.

El silencio pesa en los presentes, entre quienes se encuentran familiares y algunas compañeras y compañeros de carrera de la joven, como Daniela, Miguel y Santiago, estudiantes de Biología en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Se sumaron a la búsqueda por solidaridad y también porque conocen el terreno y la vegetación del Ajusco.

Durante la espera, las y los universitarios conversan entre sí. Hablan sobre los hallazgos de la jornada, conscientes de que fueron ellos, y no las autoridades, quienes localizaron las prendas deterioradas y el resto óseo. Uno de los líderes del grupo de solidarios, con más de diez años de experiencia acompañando a colectivos de búsqueda, les comenta, con tono sereno pero firme, que es necesario exigir a las autoridades que recojan adecuadamente los indicios, los registren conforme a los protocolos y den seguimiento.

Es inevitable tener en la bitácora de búsqueda el día de su desaparición. La última vez que se vio a Ana Ameli fue la mañana del 12 de julio de 2025. Vestía una chamarra blanca con forro azul, pantalón tipo militar, sudadera verde y botas cafés de escalar. Ese día, su padre, el señor Ricardo Gracía, la dejó en la zona de Reforma, en Chapultepec. Ahí se encontraría con sus amigos para dirigirse al Pico del Águila, ubicado en el Parque Nacional Cumbres del Ajusco, Tlalpan, una actividad que ya había realizado antes sin contratiempos, por lo que sus padres autorizaron la salida.

Vanessa Gámez sosteniendo la ficha de búsqueda de Ana Ameli durante marcha pacífica en la Ciudad de México | CIMAC Foto

Ella es una joven de 20 años que estudiaba Biología en la UNAM pero decidió cambiarse a Fisioterapia, por lo que realizó su examen de ingreso. El alpinismo es una de sus actividades favoritas, por lo que constantemente visitaba esta zona del Parque Nacional Cumbres del Ajusco.

Ese 12 de julio, alrededor de la 1 de la tarde, y debido a la escasa señal telefónica en el lugar, la joven logró comunicarse con su padre. Le informó que no pudo encontrarse con sus amigos, por lo que se unió a otro grupo de alpinistas. En ese mismo mensaje, envió una fotografía desde la montaña antes de comenzar el descenso. Fue la última vez que su familia tuvo contacto con ella.

Dos días después, la Fiscalía General de la Ciudad de México informó sobre la activación del Protocolo de Búsqueda Inmediata. Se desplegaron recursos técnicos, humanos y operativos en colaboración con la Secretaría de Gestión Integral y Protección Civil, la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (CORENADR), la Alcaldía Tlalpan, el Heroico Cuerpo de Bomberos, equipos civiles de rescate y colectivos de familiares. Las búsquedas se extendieron sobre varios puntos entre el Pico del Águila y Cruz del Márquez, así como en el Valle de la Cantinflora, Abrevadero, Parres y sus inmediaciones.

Mapa de Mapcarta

De forma inaudita se ha conformado un equipo nunca antes visto para la búsqueda de Ana Ameli. Impresiona cómo la Policía de Investigación (PDI) de la Fiscalía General de la Ciudad de México sobre los presentes realizan recorridos aéreos con una flotilla de drones de reconocimiento de la Unidad Águila de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), además sobrevuelan un helicóptero para ampliar el rango de búsqueda.

Aprovechan la oportunidad y la Comisión de Búsqueda de la Ciudad de México llevó a cabo entrevistas y recolectó información con personas cercanas a Ana Ameli para definir las posibles líneas de investigación. La primera hipótesis sugirió que la joven se extravió en el Pico del Águila.

Se trata de la segunda cumbre más alta de la capital, con una altitud que oscila entre los 3 mil 880 metros y 3 mil 933 metros sobre el nivel del mar. Es uno de los principales atractivos del Parque Nacional Cumbres del Ajusco y forma parte de la Sierra del Ajusco-Chichinautzin, una formación volcánica del Eje Neovolcánico.

La ruta hacia la cima comprende un trayecto de entre 3.5 kilómetros a 4.5 kilómetros de ida y vuelta. El tiempo estimado del recorrido varía entre dos a cuatro horas, aunque hay tramos más exigentes, como el Espinazo del Diablo, donde las pendientes son pronunciadas y el suelo es inestable. Además, el entorno natural que rodea a esta montaña está compuesto por oyameles, pino, encino, zacatonales y matorrales.

Equipo de búsqueda por Ana Ameli en las faldas del Pico del Águila | CIMAC Foto

Para acceder al Pico del Águila, es necesario tomar la carretera Picacho-Ajusco, que conecta la Ciudad de México con Cuernavaca, en el estado de Morelos, y con Santiago Tianguistenco, en el estado de México. Conforme se avanza por la vía, el paisaje urbano queda atrás y da paso a escenarios boscosos. A partir del kilómetro 13.5, conocido como “Los Arcos”, deja de haber transporte público y el tránsito se limita a vehículos particulares o taxis locales, los únicos medios para aproximarse a la base de la montaña.

Desde ese punto, se puede ascender hasta el Albergue Alpino Ajusco, una de las cinco rutas más utilizadas para llegar a la cima. El camino es sinuoso y se interna en zonas de sombra densa, donde la luz solar apenas penetra incluso durante el día. debido a la altura de los árboles. Esto puede representar un riesgo para quienes se aventuran en la zona.

La última búsqueda en el Ajusco

El 25 de julio de 2025, Ricardo García, papá de Ana Ameli, también arribó en auto al Albergue Alpino antes de que el reloj marcara las 8 de la mañana. Para ese momento, el frío aún abrazaba la montaña y hacía temblar incluso a quienes estaban abrigados y bien equipados. Portaba una sudadera, chamarra, jeans y botas. Aun así, su semblante serio no se rompió en ningún momento.

Para cuando llegó a la entrada del lugar, tres campamentos comenzaban a instalarse: el primero, destinado a los alimentos con tortas, aguas y cafés; el segundo, una pequeña y privada donde representantes de las distintas instituciones se reunieron para planear la distribución de las brigadas de búsqueda; y el tercero, exclusivo para el personal del Ejército mexicano.

En el centro del sitio, se colocó una manta verde con la leyenda “punto de encuentro”. A su alrededor se desplegaron elementos de la Guardia Nacional (GN), la Comisión Búsqueda de Personas de la Ciudad de México, la Fiscalía de la Ciudad de México, Cruz Roja, Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas (ERUM), Protección Civil, Policía de Investigación (PDI), Grupo Especial de Atención a Víctimas de Violencia Familiar y de Género (GEAVI), la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (CORENADR) y el Ejército. Todos uniformados con distintos colores se desplazaron llevando y trayendo equipo de un lado a otro.

La entrada del Albergue Alpino no tardó en llenarse, no solo por el equipo interinstitucional y la familia de Ana Ameli, sino también por un grupo solidario de voluntarias y voluntarios; los colectivos de búsqueda Mariposas, Una luz en tu camino y Hasta encontrarte CDMX; así como diferentes medios de comunicación. La entrada del lugar se vio atascada de automóviles, camionetas y camiones obstruyendo el paso habitual a los visitantes.

Entre las 8 y 9 de la mañana, llegó apresurada Vanessa Gámez. Para la búsqueda, vestía una blusa blanca y azul de manga larga, un chaleco, su pants y unos tenis para correr. A diferencia de su esposo, sus ojos lucían cansados y rojizos, pero se integró a tiempo para escuchar el anuncio sobre la distribución de las cuatro células en las últimas tres rutas pendientes: el Tianguillo, la Cañada y la Joya, estas dos últimas consideradas las más peligrosas.

En la repartición, Vanessa Gámez se integró a la célula uno, conformado por un personal del ERUM, 45 elementos de la CORENADR, 4 personas de la PDI, colectivos de búsqueda y solidarios entre los que iban Daniela Vega, Miguel García y Santiago Crispín. El objetivo fue trabajar en el Tianguillo, una aldea que se encuentra a 3 mil 164 metros de altitud y bajo las faldas del Pico del Águila

Estamos avanzando. Ha sido lento el que tengamos más brazos y cerebro en toda esta operación, pero yo tengo la esperanza en que las autoridades mantengan su promesa de encontrar a Ana Amelia García viva y pronto- declaró Vanessa Gámez a la prensa antes de partir al Tianguillo.

De derecha a izquierda Ricardo García y Vanessa Gámez, padres de Ana Ameli / CIMAC Foto

Desaparecer en México siendo mujer

México vive una crisis de desapariciones que se agrava con los años. De acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, entre diciembre de 1952 al 28 de julio de 2025 han desaparecido 131 mil 069 personas, de los cuales 30 mil son mujeres de todas las edades.

Las desapariciones de mujeres ocurren en un contexto diferenciado por razones de género. Aunque, en términos numéricos, desaparecen menos mujeres que hombres, también son quienes tienen menos probabilidades de ser localizadas. La mayoría de las desaparecidas son víctimas de redes de trata y explotación sexual.

De las 32 entidades de la república mexicana, son 10 estados en donde desaparecen más mujeres que hombres: Estado de México, Tabasco, Aguascalientes, Campeche, Chiapas, Oaxaca, Hidalgo, Yucatán, Puebla y Tlaxcala.

Tabla elaborada con datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas

A nivel nacional, la Ciudad de México ostenta el quinto estado con mayor número de casos de desapariciones (8 mil 619 son mujeres y 11 mil 189 hombres). Desde el 1 de enero al 27 de julio de 2025, las alcaldías con mayor registro de desaparición de mujeres son Cuauhtémoc (27), Iztapalapa (16), Gustavo A. Madero (9), Coyoacán (7) y Tlalpan (6), de acuerdo con la Consulta Pública del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas.

Sin embargo, en los últimos años el Ajusco ha sido señalado como uno de los sitios peligrosos para las mujeres debido a que las condiciones de inseguridad favorecen la zona. El caso más reciente fue el de Jael Montserrat Uribe Palomeros, una joven de 21 años y madre de dos hijos, quien desapareció el 24 de julio de 2020 después de subirse a un automóvil blanco en la alcaldía Iztapalapa al salir del trabajo; sin embargo, no se le volvió a ver bajar del vehículo y la última vez que se le vio fue en el cruce de Eje 5 Sur y Calzada La Viga, en la colonia Apatlaco.

Tras años de investigaciones sin resultados, en 2023 surgieron las primeras pistas judicializables en el caso. En enero de ese año fue detenido Miguel, conductor del vehículo, junto con Adriana, su pareja. Ambos fueron vinculados a proceso como presuntos responsables de la desaparición de Jael, con cargos por secuestro y desaparición forzada.

Sin embargo, en 2024 fueron liberados por decisión de la jueza Belen Bolaños, quien reclasificó el caso como feminicidio —a pesar de no haberse encontrado el cuerpo—, lo que dejó sin fundamento los cargos por desaparición, eliminándolos como tipificación dentro de la carpeta de investigación. El 20 de enero de 2025, Jacqueline Palmeros, madre de Jael y fundadora de la colectiva “Una luz en el camino”, informó que, tras un operativo de búsqueda en el paraje conocido como Llano del Vidrio, en la sierra del Ajusco, fueron localizados restos óseos correspondientes al 20 % del cuerpo de su hija.

Cartel de persona desaparecida en el trayecto de la carretera Picacho-Ajusco camino a Albergue Alpino | CIMAC Foto

Otro caso emblemático es el de Pamela Gallardo Volante cuando a sus 23 años desapareció el 5 de noviembre de 2017 en el kilómetro 13.5 de la carretera Picacho-Ajusco, después de asistir al “Soul Tech Festival” al que asistió en compañía de su pareja Jesús y dos amigos más.

Posterior al festival, ni su familia ni amigos supieron de Pamela y Jesús llamó a María del Carmen Volante, madre de Pamela, para notificarle la desaparición de su hija después de tener una pelea de pareja.

Desde hace ocho años, María del Carmen Volante emprendió una lucha por encontrar a Pamela sufriendo de revictimización y violencia institucional. En noviembre de 2022, la familia, junto a defensoras, mujeres organizadas y el abogado, David Peña -integrante del Grupo de Acción por los Derechos Humanos y la Justicia Social (AcciónDH)- realizaron un acto de protesta frente a las instalaciones de la Secretaría de Gobierno de la Ciudad de México para acusar que la Comisión de Búsqueda capitalina y la Comisión de Atención a Víctimas (CEAV) como cómplices al no han hecho esfuerzos para localizar a Pamela.

En varias ocasiones, María del Carmen Volante y la familia han realizado diferentes brigadas de búsqueda en el Ajusco en compañía de otras mujeres buscadoras y colectivas aún cuando sus desaparecidas o desaparecidos no fueron vistos por última vez en la zona. El pasado 14, 15 y 18 de julio se realizó una jornada en donde se aprovechó para buscar algún indicio de Ana Ameli sin éxito alguno.

Por ello, el 23 de julio, familiares, amistades y colectivos de búsqueda se reunieron en la Glorieta de las y los Desaparecidos para realizar una marcha rumbo a la Fiscalía Especializada en Personas Desaparecidas (FEPD) de la Ciudad de México con la finalidad de sostener un encuentro con la fiscal Bertha María Alcalde Luján.

En dicha reunión, la familia buscó la intervención de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México (SSCCDMX) con la finalidad de desplegar personal policial, de inteligencia y de unidades especializadas para que agilicen la investigación y permitan encontrar con vida a su hija. Esta petición responde al ofrecimiento de apoyo hecho por la jefa de Gobierno, Clara Brugada, para intensificar la búsqueda.

En los adentros del Tianguillo

A las 10 de la mañana, dos autobuses amarillos de la Comisión de Búsqueda de Personas de la Ciudad de México trasladaron a la célula uno al Tianguillo. En uno de ellos viajó Vanessa Gámez con una mochila negra al hombro. La acompañaban una integrante de la Comisión, personas solidarias y cuatro mujeres buscadoras que aprovecharon la operación y los recursos desplegados para buscar a sus familiares desaparecidos.

Al fondo del autobús la esperaban los micrófonos, las cámaras y los flashes de los medios de comunicación. Durante la mañana, Vanessa Gámez concedió entrevistas, se dejó fotografiar y respondió una y otra vez, las mismas preguntas: “¿Cómo van las investigaciones?, ¿Qué se sabe de la desaparición de Ana Ameli? ¿Dónde se está buscando?”. La atención mediática se mantuvo sobre ella; cada movimiento —descender del camión o caminar con sus herramientas— era documentado.

Para adentrarse en el Tianguillo, la célula 1 recorrió un camino empinado, lodoso y mojado por las lluvias, que lastimaba los pies de quienes no llevaban el calzado adecuado. La comitiva se detuvo finalmente en un terreno llano, acondicionado como un segundo punto de encuentro. Allí, se dividieron en tres grupos de 10, 11 y 14 personas respectivamente. Cada equipo fue acompañado por elementos de la CORENADR y del Ejercito; el resto del personal se rotaba entre ellos.

Después de varios minutos en el sol, fueron las antropólogas Cristina, de la Comisión, e Itzel, de la Fiscalía quienes tomaron la batuta. Ambas comenzaron a repartir guantes de látex para evitar la manipulación directa de indicios. Advirtieron que, en caso de encontrar restos óseos o prendas, los hallazgos debían ser reportados de inmediato a los peritos para determinar si se trataba de hueso y, en tal caso, si era humano.

«Es muy diferente. Esperemos que empiecen a ser así las búsquedas. A mí me ha tocado de otra forma, la verdad, y además el tiempo que se nos da es menor (…) yo de aquí he bajado a la 1:30 o 2:00 de la tarde», comentó Ariadna Pérez Reyes.

Las búsquedas de madres suelen realizarse sin tanto acompañamiento institucional y sin la presencia de antropólogas o peritos. Ariadna, madre de Diego Iván Pérez Reyes, quien desapareció en la alcaldía Álvaro Obregón, es una de las solidarias que acudió. Ella busca a su hijo en cada lugar que puede explorar y, particularmente ha visitado el Ajusco en tres ocasiones en compañía de otros colectivos como Mariposas y Una luz en el camino.

Por lo general, están acompañadas por algunos elementos de la Comisión de Búsqueda. Sin embargo, Ariadna debe costear por su cuenta los traslados, aunque tenga que pedir prestado, además de llevar herramientas, comida y agua para no pasar hambre. También se adapta a las condiciones del entorno: climas extremos, terrenos peligrosos y, sobre todo, la falta de servicios como baños.

Para la madre buscadora, el Ajusco es un sitio con varios puntos rojos, lo que la motivó a buscar en esta zona. Con el tiempo, afirma haberse vuelto más fuerte; la primera vez no podía dejar de llorar ante la posibilidad de encontrar a su hijo. Ahora, ese sentimiento ha cedido y la esperanza de hallarlo en ese lugar se desvanece.

Ariadna Pérez Reyes, madre buscadora de Diego Iván Pérez Reyes | CIMAC Foto

La búsqueda por Ana Ameli comenzó con un barrido: las personas solidarias se desplegaron en fila sobre el primer terreno explorado, avanzado en línea recta, como si barrieran con una escoba. Usando palas, palos, machetes y rastrillos, removieron vegetación y piedras para tratar de identificar algún indicio. Mientras tanto, el Ejercitó ingresó con perros K9 que intentaban detectar rastros olfativos, aunque no se encontraron con ninguna señal de la joven.

El procedimiento se repitió al dirigirse al segundo terreno, conocido como La Barranca. Para llegar, debieron cruzar un puente humano formado por elementos del Ejército quienes contaron a 14 personas antes de dejarlas pasar.

En el camino a La Barranca, el grupo es liderado por tres personas de la CORENADR, entre ellas Elizabeth Romero Nava. Ella, al igual que sus compañeras y compañeros que asistieron a la última búsqueda de Ana Ameli, están familiarizados con el terreno del Parque Nacional Cumbres del Ajusco y por eso mismo, fueron llamados para guiar la búsqueda.

Elizabeth Romero es consciente de que las víboras de cascabel se esconden en la maleza y suelen salir con el sol, por lo que constantemente al caminar en el barrido golpea su machete con las piedras para espantarlas con el sonido. Sin embargo, no puede ahuyentar a todos los animales peligrosos como arañas violinistas que hay en el Ajusco, pero que por suerte no salieron en el momento de la búsqueda.

Lleva cuatro años participando en las búsquedas. Solo en una ocasión encontró osamentas; lo común son zapatos, ropa, pertenencias y basura, dice. El Ajusco, además, se ha convertido en un sitio para tirar restos, debido a la falta de vigilancia. Camiones y camionetas entran a depositar escombros sin ser detectados.

“La zona favorece mucho a ese tipo de cosas, porque la carretera está sola y hay mucho bosque, no hay cámaras, no hay luz, no hay nada. Entonces como que es muy fácil ir y tirar”, señala Elizabeth.

Elizabeth Romero Nava, integrante de la la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (CORENADR) | CIMAC Foto

También ha observado que los turistas rara vez se pierden en el Ajusco, y cuando ocurre, suelen ser localizados rápidamente. En el caso de Ana Ameli, Elizabeth Romero sospecha que la desaparición sucedió bajo condiciones extrañas debido a que ya han transcurrido varios días. Considera poco probable que la joven continue en el parque, aunque no puede afirmarlo con certeza.

Durante los barridos, Elizabeth Romero se concentró en su labor y advirtió a los solidarios sobre posibles peligros en cada paso que daban. Daniela, Miguel y Santiago la siguieron con atención, cargando su propio equipo. Era la segunda vez que asistían al Ajusco en la búsqueda de su compañera Ana Ameli, y ya tenían una idea de cómo moverse entre la maleza, arbustos, piedras y desechos.

A los pocos minutos de comenzar el segundo barrido, esta vez en pendiente ascendente, Daniela encontró el primer pedazo de tela entre la maleza. Ante la ausencia momentánea de los peritos, Cristina, la antropóloga de la Comisión de Búsqueda estimó que era poco probable que le perteneciera a Ana Amelie, pero de todos modos etiquetó las prendas y las guardó en una bolsa roja para residuos.

Casi de inmediato, Cristina encontró otra prenda blanca, deteriorada por el tiempo bajo tierra. Pocos pasos más adelante localizaron una tercera, color naranja, entre un montón de basura. Debido a la sospecha de que alguien pudiera ser encontrado entre los desechos, un elemento del Ejercito introdujo una varilla en el suelo y luego la olfateó, sin detectar olor a descomposición; mientras que otro soldado desenterró la prenda para que la antropóloga la almacena.

La búsqueda continuó una hora más, hasta que el grupo de personas solidarias llegó al límite turístico de La Barranca. La pendiente del terreno impidió seguir avanzando y todos tuvieron que regresar al segundo punto de encuentro donde aguardaron recostados bajo la sobra de los árboles hasta que Vanessa Gámez cerró la jornada anunciando que no hubo rastro alguno de Ana Ameli.

Para las 4:36 de la tarde, todas las células de búsqueda se reunieron en el campamento a la entrada del Albergue Pino para escuchar el informe final: «Queremos agradecerles a las instituciones, sociedad civil y familia que han acompañado la búsqueda hoy y los días previos”, expresó un integrante de la Comisión de Búsqueda. Luego, le ofreció el megáfono a Vanessa Gámez, quien, agotada por las entrevistas y la frustración de no encontrar en esa búsqueda a su hija, declinó la palabra.

En el resumen que hizo el hombre señaló que participaron 342 elementos durante la jornada de búsqueda para la exploración de los puntos pendientes como el Tianguillo, La Cañada y La Joya. Asimismo, se tuvo la ayuda de 6 drones, 6 perros k9, 34 vehículos y un helicóptero. Ese día, quedó marcado como búsqueda más grande de una persona desaparecida en campo abierto; sin embargo, se concluyó que Ana Ameli no se encuentra en el Ajusco, por lo que se determinó que la búsqueda tendría que extenderse hacia otras zonas fuera del parque, aunque no se sabe hacia dónde.

A pesar del despliegue, no hubo resultados.

Campamento en la entrada de Albergue Pino / CIMAC Foto