GINEBRA, Suiza.- Los militares que ejerzan labores de seguridad pública deben ser adiestrados en uso de la fuerza como policías para prevenir riesgos, recomendó Eduardo Ubierna, jefe del Proyecto sobre Violencia Urbana para América Latina del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
Entrevistado en la sede central del CICR, en Ginebra, Suiza, Ubierna aclaró que el CICR no valora la decisión de los gobiernos de llamar a los militares a realizar la seguridad ciudadana.
“Lo que sí decimos es que hay que formar a los elementos de las Fuerzas Armadas que hacen funciones de orden público en los estándares internacionales del uso de la fuerza, de la misma forma en que se forman a los policías”, comentó.
“Hay que asegurarse que esa formación existe, para que puedan desarrollar esa función, y también (que se refleje) en sus protocolos de funcionamiento; es decir, un militar haciendo una función policial tiene que estar basado en las mismas normas que el policía”.
El proyecto que encabeza Eduardo Ubierna se centra en países que no están en guerra, pero sí enfrentan altos niveles de violencia por grupos armados que han obligado a una respuesta del estado, como ocurre en Centroamérica, Brasil y México.
En esos contextos, resaltó el especialista, las afectaciones a la sociedad son mucho más complejas que sólo el índice de homicidios, el cual consideró como la punta de un iceberg.
Violencia sexual, desplazamiento interno forzado, desapariciones, afectaciones a la salud mental y extorsiones son otros delitos que se disparan, dijo.
Sin embargo, planteó que es especialmente preocupante la afectación al acceso a la salud y a la educación.
“Estamos viendo que un joven, por vivir en una zona controlada por un grupo, no puede desplazarse hacia su escuela porque está en el territorio de otro grupo, y maestros que tienen miedo de ir a ciertas zonas, que está provocando que un montón de jóvenes que no tengan acceso algo tan básico como la educación”, lamentó.
“Y esto es un ciclo de violencia que se va a alimentar (a sí mismo), es decir, si no tengo acceso a la educación, no tengo acceso a oportunidades, al empleo, ¿qué salidas me quedan?, muchas veces la única salida para estos jóvenes es asociarse y sumarse al círculo de la violencia”.
En Ciudad Juárez, donde Ubierna estuvo de 2012 al 2014, detectaron niveles muy elevados de estrés post traumático, debido a que la gente era testigo de hechos violentos.
“Eso tiene consecuencias. Gente con dificultades de concentración, con dificultades para dormir, en los jóvenes se nota muy rápido en una baja del resultado escolar”, dijo.
En esa ciudad fronteriza, el CICR y la Secretaría de Educación de Chihuahua implementaron el programa Abriendo Espacios Humanitarios, con el cual se brinda atención psicológica y capacitación a alumnos y profesores, para evitar que la educación se trunque por actos de violencia.
Sobre desplazamiento interno, el funcionario internacional destacó que puede ocurrir incluso dentro de la misma ciudad y que generalmente las mismas víctimas tratan de pasar desapercibidas, por lo que es un fenómeno muy invisibilizado.