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“Cuando el amor trasciende: Una despedida en silencio” .

*Mis Proyecciones en el Espejo.

* Hoy comparto con profunda empatía una reflexión dedicada a todos aquellos que han perdido a un ser querido a causa del cáncer.

/ Por Paula Roca /

*Actualmente en México alrededor de 200 mil familias recorren hospitales y atraviesan tratamientos con la esperanza de salvar la vi da de alguien amado. Sin embargo, al final, la mayoría se quedan solo con las huellas del dolor y los vacíos irreparables.

*Mientras tanto para el gobierno seguimos siendo apenas cifras y gráficas, una estadística más dentro de un sistema que no siempre refleja el impacto emocional y humano de esta devastadora enfermedad.

El adiós a mi madre fue, quizás, una de las experiencias más desgarradoras que como ser humano pude enfrentar.
No es solo la separación física lo que duele, sino la confrontación con el vacío que deja la ausencia, de no volver jamás a ver a ese ser querido.

Cada quien vive a su manera el dolor. Yo por mi parte puedo decir que la conexión con mi madre era un vínculo inquebrantable que me brindaba paz, sin embargo, el cáncer me la arrebató hace 3 años y en este tiempo transcurrido he transitado a un espacio de profunda introspección, un lugar íntimo.

Muchos dicen que el tiempo lo cura todo, que el tiempo puede ser tu aliado; y estoy en ese punto después de reordenar mi mundo interior en el que la serenidad se mezcla con la nostalgia.
Recordar su cansancio y lucha en su mirada, por no sucumbir a esa luz al final del túnel, me llena de tristeza todavía. Yo no quería verla sufrir, y tampoco quería soltarla a ese viaje sin regreso, entonces en automático me bloqueaba.

Fue cuando sentí por primera vez esa impotencia de no poder hacer nada y en silencio mientras veía cómo se alejaba, mi piel gritaba de rabia. Es como si viene una desconexión de manera salvaje que va apagando esa luminosidad que siempre te alumbró. Me llenaba de angustia en esos últimos momentos y es porque este padecimiento no es una muerte tranquila sino como dije anteriormente es un arrebato brutal que desgasta y te devora por dentro.
Mi corazón es el lugar para la memoria, el amor y el consuelo que sigue surgiendo de esa conexión. Hoy la recuerdo con amor y gratitud aunado a un dolor añejo, ese que nunca se va.

Los lazos entre la vida y la muerte se tensan, cuando de manera simbiótica sientes que se desvanece tu alma con ella.

En su momento no sabía dónde acomodar mi consuelo; no tenía a nadie que me cobijara, que me diera la tranquilidad que ella me solía brindar. ¿Dónde iba encontrar alivio y fortaleza si ahora era mi madre a la que perdía?
Todavía en mis sueños permanece el eco constante de su vida y aparecen figuras tiernas que no solo me acompañan, sino que suavizan la caída, abrazando con amor el adiós.

Mi duelo no es estable y no siempre lo puedo liberar, ni disipar Y aunque su cuerpo se haya desvanecido, ella sigue en mi mente y en mis pensamientos.

Siempre al mencionar su nombre reflexiono sobre aquellos momentos y vivencias que me regaló la vida con ella; su despedida me enseñó que el duelo es profundo, y aunque digan que es un proceso de liberación, es dura la aceptación y cada quien tiene sus tiempos; los míos son lentos y pausados.

Solo espero que el hilo que nos une nunca se rompa, y como dice Jorge Bucay “No existen atajos en el camino de las lágrimas” .

Sigo en el camino…

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